jueves 09 febrero 2017, 00:28

Cha Boom, el pionero que siempre quiso ser Guerrero Taeguk



Los chicos que juegan en los parques de toda la República de Corea recrean de un modo ritual momentos de la trayectoria de ensueño de su selección en la Copa Mundial de la FIFA Corea/Japón 2002™, donde llegó a semifinales. La volea de Park Jisung contra Portugal en la fase de grupos y su posterior abrazo con Guus Hiddink; el gol de oro de Ahn Junghwan frente a Italia; y el penal del capitán Hong Myungbo ante Iker Casillas y España, que dio la victoria a los suyos, están entre los instantes que perdurarán siempre en la memoria colectiva del país.

Sin embargo, antes de esta época hubo un jugador que allanó el camino para que el fútbol coreano diese su siguiente paso en el panorama mundial: Cha Boom.

Cha Bumkun —así se llama en realidad— fue un pionero, al convertirse en el primer futbolista surcoreano en jugar en Europa, desde finales de los 70, en las filas de Darmstadt, Eintracht de Fráncfort y Bayer Leverkusen. Cha también es un ejemplo del éxito que puede conseguirse a partir de las categorías inferiores de la selección nacional.

Precisamente por eso resulta idóneo para desempeñar el cargo de Vicepresidente del Comité Organizador Local (COL) de la Copa Mundial Sub-20 de la FIFA República de Corea 2017. Constituye un gran ejemplo para los muchachos que aspiran a dar el salto a la profesionalidad no sólo por su excelencia dentro de la cancha, sino también por su humildad y disciplina —es famoso por no haber recibido más que una tarjeta amarilla mientras estuvo en activo—. A menos de 100 días para el inicio del torneo, Cha habla en exclusiva con FIFA.com.

Usted no sólo es considerado uno de los más grandes jugadores de la historia de la República de Corea, sino que también tiene una conexión personal con la categoría sub-20. ¿Qué recuerda de sus primeros pasos en las categorías inferiores de la selección? Me incorporé a la selección nacional juvenil siendo estudiante de segundo curso de secundaria. Yo era un muchacho del campo que nunca había tenido la oportunidad de subir a un avión, y de repente me convertí en internacional juvenil y volé hasta Japón . Todo era nuevo, así que estaba muy emocionado, y también asustado. En el primer partido ni siquiera podía ponerme derecho, porque me temblaban las piernas, y no veía nada, literalmente. Tampoco recuerdo cómo pude correr durante 90 minutos.

A medida que fuimos avanzando, la situación mejoró, pero me rompí la nariz en semifinales, contra Japón, y me perdí la final. Después del torneo me di cuenta de que la experiencia y todo lo que había sentido habían ampliado mi visión, y de que también tenía la confianza y la voluntad necesarias para afrontar un nuevo reto.

¿Qué lecciones aprendió como internacional juvenil que le sirvieran para el resto de su gran carrera?  La primera fue que era muy importante acumular experiencia jugando contra rivales de otros países. Y luego aprendí que se podía mejorar y adquirir confianza peleando contra equipos más potentes. Después del campeonato juvenil, me enfrenté a adversarios más fuertes en la categoría absoluta, más duros y más rápidos. Todo lo que había hecho sin ningún problema en la categoría juvenil era diferente al medirme con equipos más fuertes, y noté que había mejorado a través de la experiencia. Creo que es muy importante que los jóvenes aprendan el sentido y las habilidades del fútbol compitiendo con buenos oponentes en el plano internacional: yo sentí que había crecido gracias a esos torneos.

¿Qué le motivó para ir con la selección absoluta siendo todavía un sub-20? ¿Qué necesitó para conseguirlo? Ser un Guerrero Taeguk era mi sueño de la infancia, porque yo era muy pobre. Cuando me estrené con la selección, empecé a soñar con convertirme en un futbolista de clase mundial. Esos objetivos me sirvieron de aliciente y me ayudaron a superar las dificultades. Yo tenía un sueño, así que mientras los demás descansaban, yo me levantaba por la mañana temprano para ir a correr y practicar lo que no había hecho bien. Eso era posible porque tenía un sueño, y por eso les digo a los jóvenes que lo tengan. El mío acabó haciéndose realidad. Soñaba con jugar en la Bundesliga alemana al ver los partidos por televisión. Un día, un entrenador de Alemania vino para decirme: “Puedes conseguirlo. ¿Por qué no te vienes?”. Y así sucedió. Los sueños se hacen realidad.

¿Qué es más importante para los sub-20, progresar como futbolistas o aprender a trabajar en equipo y con distintos sistemas de juego? El fútbol no es un deporte individual. Tenemos que jugar bien juntos, pero lo importante es que tengamos nuestro propio sello dentro del equipo. El fútbol coreano, por ejemplo, destaca por la velocidad, por perforar las defensas contrarias, y eso es lo que quieren ver también los aficionados, porque es nuestro sello. Es muy importante mostrarles en primer lugar el tipo de jugador que somos, y luego la organización del equipo puede ajustarse en función de esas características.

¿Cree que es casi tan importante aprender de las derrotas como de las victorias en la categoría sub-20? No puedo dejar de insistir en la importancia que tiene intentar ganar. Pero los jóvenes deben aprender también de las derrotas. Cuando yo llegué a Alemania, nunca había jugado en un equipo profesional. No recuerdo haber perdido un partido en Corea, ni en Asia. En Alemania, la primera vez que perdí, me sentí como si todo se me viniese encima. El sentimiento de la derrota llegó a quitarme el apetito, mientras que a los compañeros no parecía haberles afectado. Al poco tiempo me di cuenta de que estaban acumulando experiencia y conocimientos a través de las derrotas, y que crecían por dentro. Por supuesto, hay que esforzarse al máximo por ganar, pero debemos aprender algo también cuando perdamos.