martes 19 junio 2018, 05:42

Cómo conjuró Suecia un maleficio de 60 años

  • La promoción sueca de 2018 destaca por su fortaleza psicológica

  • El plantel ha trabajado ese aspecto y también la unión del equipo

  • Este sábado Suecia se mide con Alemania, defensora del título

Por Alexandra Jonson, con Suecia

Al imponerse a la República de Corea en su primer compromiso de la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018™, la selección sueca terminó con un registro negativo que duraba 60 años. El conjunto escandinavo no ganaba en su estreno en un Mundial desde 1958, edición que disputó ante su público.

Después de ese torneo, y hasta el actual, Suecia obtendría la clasificación para otros siete Mundiales, y en todos ellos fue incapaz de vencer a su primer adversario, con sendos empates en 1974, 1978, 1994, 2002 y 2006. En 1970 y 1990 ese registro empeoró, ya que debutó con derrota.

Y si bien la actual generación de jugadores está disputando por primera vez un Mundial, muchos de sus integrantes ya se habían topado con ese mismo maleficio en su estreno en la UEFA EURO, en 2012 y 2016. Así pues, haberlo dejado al fin atrás es el resultado de un gran esfuerzo, en el que no faltó una intensa preparación psicológica.

La mentalización como clave

Cuando Janne Andersson se hizo cargo del combinado nacional sueco en 2016, trajo con él a Daniel Ekvall, experto en psicología deportiva y con quien ya había trabajado durante varios años en su anterior etapa, en el IFK Norrkoping. Ekvall ha desempeñado un papel importante en la creación de la principal virtud de los nórdicos, la cohesión del plantel.

“Hemos trabajado mucho con Daniel Ekvall, y hemos aprendido lo que es importante para nosotros, para poder tener la máxima preparación posible en el aspecto psicológico. Vamos a seguir haciéndolo, y la confianza existente en este grupo entre los jugadores y el cuerpo técnico me lleva a pensar que en este torneo llegamos más preparados que en otros”, había declarado el capitán, Andreas Granqvist, en la víspera del estreno de Suecia, ante la República de Corea.

La fortaleza psicológica fue más evidente si cabe a medida que las ocasiones se sucedieron sin que entrase el balón. Un penal transformado por el propio Granqvist dio al fin a los suyos el gol que tanto buscaban para poder sumar los tres puntos.

“La clave está en la relación que tenemos entre nosotros, y los jugadores se han implicado mucho en este proceso desde que llegué, nunca han dejado de hacerlo”, analizó Andersson. “Es un aspecto que trabajamos en todas las concentraciones, y hablamos de cómo queremos que salga: qué es lo que importa dentro de la cancha y cómo debemos comportarnos. Tampoco tiene mayor secreto”.