jueves 06 octubre 2016, 11:59

El gol más madrugador

Transcurrido menos de un minuto de la final de la Copa Mundial de la FIFA 1974™ en el Olympiastadion de Múnich, parecía que todo iba a salir a pedir de boca para el capitán Johan Cruyff y sus compatriotas.

La Oranje puso el balón en juego en aquella final de 1974 y no perdió la posesión desde aquel momento. El bullicioso público alemán no dejó de abuchear ni de silbar a los hombres de Rinus Michels mientras se pasaban el balón con total tranquilidad, totalmente indiferentes a las reacciones de los espectadores. Entonces, Cruyff arrancó a la carrera desde el centro del campo para internarse en el área de la República Federal de Alemania, donde lo derribó Uli Hoeness. El árbitro del encuentro, John Taylor, señaló el punto penal. En el minuto de juego transcurrido, ningún jugador alemán había tocado el balón.

El lanzador habitual de penales de los holandeses no era su emblemático capitán, sino un tocayoque también acabaría jugando en las filas del Barcelona: Johan Neeskens.

“Cuando se pitaba un penal, sabía que me tocaba a mí lanzarlo”, declaró Neeskens años después. “Para un jugador, es todo un poco extraño, porque a veces necesitas haber sentido el balón. Pero en aquel momento, con menos de dos minutos de partido, casi no había tenido la pelota y ni siquiera había calentado lo suficiente. En esas condiciones tienes que lanzar un penal delante de 80.000 aficionados que están en tu contra y, ni que decir tiene, todo el mundo está observándote”.

El entonces jugador del Ajax admitió que se sintió obnubilado por la solemnidad del momento cuando se encaminaba a ejecutar el lanzamiento. “Era la primera vez que me ponía un poco nervioso en un penal”, confesó Neeskens. “Cuando empecé a correr me pregunté: ‘¿Por qué lado voy a tirar?’. Más o menos siempre lo hacía por la derecha. En el último paso, pensé: ‘No, voy a hacerlo por el otro’. Mi intención no era tirar al centro de la portería”.

Al final, ni el cambio de opinión de Neeskens ni el ligero roce con el suelo que levantó las motas de tiza blanca que se aprecian en la emblemática foto importaron demasiado. La pelota entró, y la primera vez que los alemanes la tocaron fue en la reanudación del juego, ya perdiendo por 1-0 a los dos minutos de partido.

Neeskens sienta precedente Las vacilaciones de Neeskens a la hora de lanzar el famoso penal crearon escuela. Un estudio publicado en 2008, obra de los académicos Wolfgang Leininger y Axel Ockenfels (titulado: The penalty duel and institutional design: is there a Neeskens effect?), atribuye a Neeskens la apertura de un nuevo escenario: convertir el centro de la meta en una opción para el lanzador de penales.

“Gradualmente cambió la percepción que el lanzador y el portero tenían de la esencia de un lanzamiento penal, desde una jugada de 2x2 a una jugada 3x3 ”, afirma el estudio.

El equipo de Helmut Schon igualó el marcador con otro lanzamiento desde el punto de castigo, que transformó Paul Breitner, y Gerd Mueller marcó el gol de la victoria poco antes del descanso.

“En momentos como aquel, no puedes pensar qué estás haciendo”, manifestó Breitner sobre su penal en el libro de Ben Lyttleton Twelve Yards. “Si lo hicieras, al echar a correr tropezarías. Si observan el penal de Johan Neeskens, verán lo que quiero decir. Neeskens le pegó un patadón al balón porque no estaba en absoluto preparado para aquel lanzamiento con sólo un minuto de juego. En mi caso, fue diferente”.

El penal de Neeskens sigue siendo el gol más tempranero jamás anotado en la final del Mundial, aunque este récord no consuele a su autor de haber tenido que conformarse con la medalla de plata.

“Perdimos aquel partido, pero todo el mundo habla de nuestro equipo y de nuestro fútbol”, se resigna Neeskens. “Merecíamos haber ganado aquella final”.

The lucky holder of this ticket saw @beckenbauer become the first player to lift the new @FIFAWorldCup Trophy in 1974. #history pic.twitter.com/eEaqA7pXHX

— FIFA Museum (@FIFAMuseum) 6 de octubre de 2016

¿Sabías que…? La final de 1974 fue la primera en la que se levantó el trofeo actual de la Copa Mundial, y lo hizo el entonces capitán de la República Federal de Alemania, Franz Beckenbauer. La entrada a aquel partido que se ve aquí se expone en el Museo del Fútbol de la FIFA y pertenece a un aficionado que presenció el histórico penal y la primera ceremonia de entrega del actual trofeo.