jueves 22 noviembre 2018, 07:40

Mabil, de refugiado a referente

  • El exrefugiado sudanés Awer Mabil se estrenó como internacional con Australia

  • El extremo regresa al campo de refugiados con regularidad para llevar equipamiento futbolístico

  • “El fútbol me ha dado vida”, declara Mabil a FIFA.com.

Hace trece años, Awer Mabil vivía su vida día a día. Como ocurre con la mayoría de los refugiados, el futuro de nuestro protagonista se presentaba preocupantemente incierto. Los nueve años que tenía por entonces los había pasado en el gigantesco campo de refugiados de Kakuma, en el noroeste de Kenia, después de que su familia huyera antes incluso de que él naciese de un Sudán del Sur desgarrado por la guerra.

Por suerte, Awer tenía un modo de distraerse de la dura realidad que estaba viviendo. Y es que en el campo de refugiados se montaban diariamente y de forma improvisada partidos de fútbol en los que los participantes jugaban descalzos sobre la árida e implacable arena roja. Cuando el balón echaba a rodar, todo lo demás quedaba en segundo plano.

Entretanto, una batalla futbolística muy distinta se libraba sobre una superficie totalmente diferente y a un mundo de distancia, tanto geográfica como metafóricamente hablando. En Sídney, la selección australiana lograba un hito histórico al clasificarse para una Copa Mundial de la FIFA™ por primera vez tras 32 largos años de ausencia del certamen mundialista. El gol decisivo que John Aloisi marcó desde el punto penal supuso un auténtico punto de inflexión para el fútbol australiano y todo un ejemplo para el deporte del país oceánico en general.

Increíblemente, el destino tenía reservado un papel en la historia del fútbol australiano para el joven Awer. Su familia se fue a vivir a Australia solo unos meses después de que los Socceroos lograsen el billete para Alemania 2006. Y en 2018, hace apenas un mes, ya convertido en atacante, no solo debutó como internacional australiano sino que anotó su primer gol a poco de saltar al terreno de juego desde el banquillo.

Casualmente, Thomas Deng, que participó de forma decisiva en la jugada del gol de Mabil, es otro exrefugiado sursudanés. Se estrenó como internacional en ese mismo partido disputado en la ciudad de Kuwait. Los dos fueron juntos al colegio en Adelaida y jugaron en el mismo club durante su etapa en el fútbol de base.

“Supone un orgullo inmenso poder representar a Australia, un país que nos ha dado a mi familia y a mí una segunda oportunidad en la vida”, declara Mabil a FIFA.com. “Eso es algo por lo que me siento muy agradecido. La única forma que se me ocurre de devolver algo a cambio es haciendo lo que mejor sé: jugar al fútbol. Estoy preparado para corresponder a este país dejándome la piel sobre el campo”, añade.

Esta semana, Mabil dio continuidad a su meteórica progresión con dos grandes actuaciones frente a República de Corea y Líbano. El siguiente objetivo en el horizonte de este atacante de 23 años es la Copa Asiática de la AFC que tendrá lugar en enero y en la que Australia defenderá el título.

Mabil, que milita actualmente en las filas del FC Midtjylland danés tras su etapa en el Adelaida United, se ha convertido ya en una especie de símbolo de diversidad en una sociedad multicultural como la australiana. Y lo cierto es que el futbolista es un auténtico modelo. Elocuente, talentoso y humilde, Mabil no solo predica con el ejemplo por lo que dice, sino también por lo que hace.

En 2014, el extremo internacional regresó al campo de refugiados de Kenia y se dio cuenta de que ahora estaba en condiciones de devolver algo a la comunidad. Fue así como nació la iniciativa Barefoot to Boots (Botas para pies descalzos).

“El objetivo de esta campaña es valerse del fútbol para ayudar a las personas refugiadas”, explica un entusiasmado Mabil con respecto a la iniciativa de la que es cofundador. “Nos dimos cuenta de que se podía hacer más. Los niños del campo de refugiados seguían jugando sin botas".

"Hablé con mis compañeros de equipo y con el Adelaida United y todos ayudaron mucho. La afición también colaboró donando botas y equipamiento deportivo. Fue así como poco a poco todo al mundo fue disponiendo de botas en el campamento y cada vez más personas se fueron animando a jugar al fútbol. Lógicamente, el hecho de utilizar calzado contribuye además a proteger los pies de los participantes”.

“Me siento orgulloso de que nuestro esfuerzo haya supuesto un cambio en la vida de los refugiados en cuatro años. Lo único que ellos buscan es una oportunidad y que no se los condene al olvido”, asegura.

Mabil ha regresado a Kenia en un total de siete ocasiones y cada una de sus visitas supone un estímulo para los habitantes del campo de refugiados, aunque el internacional australiano es demasiado humilde como para considerarse un referente.

“No creo que yo sea un espejo para nadie, pero sí es cierto que me gustaría abrir una puerta para mostrar a los niños que los sueños pueden hacerse realidad si los persigues”, asegura. “Tienes que asegurarte de que estás dispuesto a esforzarte y a superar los obstáculos que sin duda te vas a encontrar”, añade.

“Además, la iniciativa Barefoot colabora actualmente con hospitales y centros educativos. Digamos que hemos hecho nuestras actividades extensivas a estos campos, pero el elemento esencial de nuestro trabajo continúa siendo el fútbol. Este deporte me ha dado la oportunidad de construir una iniciativa de estas características. El fútbol me ha dado vida”, concluye.