lunes 09 mayo 2016, 05:09

La resurrección de Havenaar

Una temporada cerrada en una insípida posición de mitad de tabla no suele recordarse mucho tiempo. Si el año futbolístico no ha tenido algo que haga subir las pulsaciones (ya sea algún trofeo, esperanzas europeas o la lucha por la permanencia), quedará aparcado en un rincón de la mente rápidamente. No será así, en esta ocasión, para Mike Havenaar.

La 11ª posición en la Eredivisie holandesa con el ADO La Haya esta campaña ha servido para recuperar el mejor juego de Havenaar después de soportar tiempos difíciles en los que llegó a cuestionarse su lugar en el fútbol y hasta su pasión por el deporte rey. Como guinda, vuelve a contar en las convocatorias de la selección de Japón.

Tras disputar con los Samuráis Azules la Copa FIFA Confederaciones Brasil 2013, y haber sido habitual en el combinado nipón que se clasificó para la Copa Mundial de la FIFA 2014, el ariete de ascendencia neerlandesa esperaba recibir la llamada de Alberto Zaccheroni para disputar la fase final en Brasil. Sin embargo, el entonces jugador del Vitesse fue descartado. Luego, de seis meses más que discreto en el Córdoba español, en el que Havenaar admite que “hubo muchos problemas”, Havenaar concluyó un frustrante 2014 sin equipo.

La cuesta abajo continuó en el año nuevo. Su confianza y su forma física cayeron en picado. “Era complicado mantener la forma, y también había muchas cosas que me rondaban por la cabeza”, recuerda.

“Mi motivación era tan mala que resultaba difícil volver a levantarse. Pero lo importante fue que no me quedé ahí tirado y empecé a jugar al fútbol de nuevo”, matiza. Esa oportunidad llegó en el lugar menos pensado: Finlandia. Recaló en el HJK Helsinki después de tres meses sin jugar, aunque resultó algo traumático adaptarse a los 1.200 espectadores que presenciaron su debut liguero en Rovaniemi, ocho meses escasos después de haber pisado todo un Bernabéu.

“Los primeros meses fueron muy difíciles”, reconoce el jugador nacido en Hiroshima. “Pero daba igual donde jugara, y empecé a disfrutar del fútbol otra vez. Mi padre siempre me decía cuando era más joven que ser futbolista es el mejor trabajo del mundo, y eso pensé yo también. En cuanto conseguí tener nuevo equipo, empecé a trabajar duro de nuevo, y mereció la pena”.

En el nombre del padre Que aquel consejo paterno le impulsase a seguir adelante no pudo ser más apropiado, pues el hijo de Dido Havenaar estaba a punto de seguir los pasos de su progenitor. “Me llegó una buena oferta del ADO, el antiguo equipo de mi padre”, explica Mike. Dido había iniciado allí su carrera como portero. “Dijo que era un buen club y tenía aficionados entusiastas, y él también estaba ilusionado”, añade el internacional japonés con una sonrisa, al recordar ese punto de inflexión.

“Muchos aficionados conocían a mi padre. Es bonito ver fotos antiguas alrededor del estadio y en el museo, y encontrar a tu padre con ese extrañísimo corte de pelo”, observa riendo.

La carrera de Mike ha ido bastante paralela a la trayectoria futbolística de su padre; empezando por su debut como profesional en el Yokohama F Marinos cuando Dido era el entrenador de porteros del club. “Fue un poco difícil. Los jugadores saben que tu padre es también entrenador, por lo que se dan cuenta de que no pueden decir nada malo en el vestuario”, recuerda el delantero. “Pero en realidad me dio igual; sólo fue un año o así”.

Eso sí, aunque su físico cumple todos los requisitos para ser guardameta, con su 1,94 metros de estatura, nunca sintió la tentación por el arco. “De niño siempre disfrutaba jugando con el balón en los pies, más que parándolo. Los días que no tenía colegio, iba mucho a los entrenamientos de mi padre, y luego él se quedaba en la portería y yo le tiraba el balón. Creo que por eso me convertí en delantero”.

Pese a sus raíces holandesas, su traspaso al Vitesse distó mucho de ser una transición fluida. “La verdad, no entendía a todos los jugadores, ¡pues sólo había oído a mis padres hablarme en holandés!”, reconoce. “Por los acentos distintos no entendía nada, ¡y las primeras semanas pensaba que no estaba en Países Bajos! Intenté hablar en holandés también, pero si no me entendían, simplemente hablaba en inglés”.

Regreso a la selección Superada esa etapa, regresar al país de sus padres le ha hecho recuperar su mejor forma, tras haber visto puerta en uno de cada dos partidos en la Eredivisie, dentro de un sistema 4-3-3 que le va bien a su estilo de cazagoles. Su rendimiento llamó la atención del nuevo seleccionador de Japón, Vahid Halilhodzic.

Y el delantero confía en que los planteamientos del técnico bosnio puedan ser ideales para que su juego se afiance con la selección. “Es un entrenador que quiere salir al contragolpe, lo cual es un poco diferente”, explica Havenaar. “Además, sabe valorar a los que están jugando. Desea sacar todo lo mejor de nosotros”.

“Personalmente, quiero convertirme en la figura física de la selección japonesa, ganar los duelos con mis marcadores y ser la referencia en el área, pero necesito dejarme ver y meter goles para permanecer en el equipo”, matiza.

Tras haber jugado con Japón los partidos en los que sentenció su pase a la tercera ronda de la fase de clasificación asiática, Havenaar cree que los nipones están entre los favoritos para acceder a Rusia 2018, aunque no le faltará la competencia en el Grupo B: “Emiratos Árabes Unidos es una selección muy prometedora, con muchos jugadores jóvenes buenos, mientras que Irak lleva mucho tiempo haciéndolo bien también y, por supuesto, Australia es una de las selecciones más grandes de Asia”.

Al ex delantero del Ventforet Kofu le motiva especialmente acudir a Rusia, tras haber vivido el ambiente mundialista desde las gradas cuando tenía 15 años, en Corea/Japón 2002. “Fui a ver el Inglaterra-Argentina, con el gol de penal de David Beckham”, apunta, recordando los encuentros disputados en el Sapporo Dome, donde su padre entrenaba entonces. “También vi cómo Alemania vencía 8-0 a Arabia Saudí con tres goles de Miroslav Klose, así como el Italia-Ecuador. Fue una bonita experiencia ver a todos esos futbolistas”.

“Todo niño sueña con ir a un Mundial y me gustaría aprovechar esta oportunidad, porque creo que, por mi edad, será la última que tenga”, concluye el ariete.