jueves 16 junio 2016, 12:08

La suerte de Brehme y el dolor de Inglaterra

**“Fue suerte”, reflexionaba [Andreas Brehme**](es.fifa.com/fifa-tournaments/players-coaches/do-you-remember/people=174427/index.html). “Nada más”.

El legendario internacional alemán tenía razón. A pesar de todas las jugadas a balón parado que ejecutó con gran clase durante su carrera, este lanzamiento de falta concreto –que, desviado por un defensa, describió una parábola endiablada para batir por alto al inglés Peter Shilton– no fue uno de sus mejores.

Ninguno, sin embargo, fue más importante. Al fin y al cabo, ese tanto puso con ventaja a la República Federal de Alemania en su partido más complicado de Italia 1990: una épica semifinal contra Inglaterra de la que la futura campeona salió airosa por los pelos. ****

En el fútbol, la buena suerte de uno suele suponer la desgracia de otro. Por eso, mientras Brehme lo celebraba, Paul Parker sufría. Era en su bota derecha donde había tocado el balón para volar por los aires y burlar al veterano Shilton, dejando la semifinal muy cuesta arriba para su selección. La única pregunta era si el defensa había sido una víctima o un villano; y muchos lo consideraron como lo segundo, después de que volviese la espalda mientras corría a intentar blocar el libre indirecto de Brehme.

Parker argumentó su defensa con una franqueza impresionante. “Brehme golpeó con fuerza el balón hacia mí e, instintivamente, me giré un poco para protegerme. Y más concretamente, lo admito, para proteger mis atributos masculinos”, escribió el zaguero en su autobiografía, titulada Tackles like a ferret (“Entra como un hurón”). “Sí, no debería haber vuelto la espalda, pero reto a cualquier hombre a que hubiese corrido a taponar ese balón con sus partes bajas expuestas a un libre indirecto golpeado con gran potencia por un jugador de clase mundial”.

Ese mismo futbolista de clase mundial volvería a estar ahí al final, tras convertir su lanzamiento en la tanda de penales victoriosa para Alemania, para consolar a su desdichado oponente. “Los alemanes fueron muy correctos después de ganar”, explicaba Parker. “Recuerdo que Brehme vino y dijo en inglés lo mucho que lo sentía por nosotros. Pero no había nada que responder, salvo estrecharles la mano y desearles lo mejor en la final”.

Brehme también se erigiría en protagonista en el choque decisivo, volviendo a marcar de pena máxima para resolver un encuentro feo y bronco. “Esa final fue horrible”, reconocería el alemán a The Independent. “Argentina no gozó de ningún saque de esquina; no creó ni una ocasión de gol. Hizo un Mundial espantoso, pero tuvo mucha suerte. ¿Le habría ganado Inglaterra? Estoy seguro, al 100%”.

“Esa semifinal contra los ingleses fue el mejor partido del Mundial. Resultó un partido fantástico entre dos grandes selecciones; fue la final anticipada”, aseveraba Brehme, antes de añadir: “Los jugadores se comportaron como camaradas de verdad. Incluso ahora, si me encontrase a alguno de los ingleses, podríamos irnos de copas para hablar de aquello”.

Podría ocurrir así perfectamente. Sin embargo, no todos brindarían por la diosa Fortuna…****

¿Sabías que…? Entre los objetos únicos que se exhiben en el Museo del Fútbol Mundial de la FIFA, en Zúrich, hay un recuerdo fascinante de esta semifinal. Se trata de la tarjeta amarilla original que enarboló el árbitro José Ramiz Wright en Turín, y en cuyo reverso aparecen anotados tres nombres. Dos de ellos son los de Brehme y Parker. El tercero, naturalmente, fue el centrocampista Paul Gascoigne, a quien Wright hizo célebremente llorar cuando le mostró la amonestación que le impediría disputar una hipotética final.

The yellow card that brought Paul Gascoigne to tears during the #England vs #Germany semi-final, @FIFAWorldCup 1990 pic.twitter.com/AaHjDXx71T

— FIFA Museum (@FIFAMuseum) 16 de junio de 2016