domingo 10 julio 2016, 13:46

Matsuev: "El deporte y la cultura son patrimonio internacional de Rusia"

El pianista clásico Denis Matsuev acaba de incorporarse al grupo de embajadores de la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018™. Ha recibido su certificado de embajador oficial de manos de Alexey Sorokin, Consejero Delegado del Comité Organizador Local de Rusia 2018, y de la Secretaria General de la FIFA, Fatma Samoura.

Tras su nombramiento, Matsuev ha hecho un hueco en su apretada agenda para hablar con FIFA.com de su abuela, que le infundió el interés por el fútbol, del momento de gloria del Spartak en 1989 y del Mundial, que espera que cree nuevas oportunidades para Rusia.

¿Cómo se convirtió en aficionado al fútbol? Ya me gustaba desde muy pequeño. A mi abuela le apasionaba el Spartak de Moscú. Aún recuerdo cuando me decía “¿Cómo que ir a dormir? ¿Pero qué es eso? ¿Y el fútbol qué?”. En los años 80, el Spartak tenía un estilo increíble: cómo fluía el juego, los movimientos... En aquella época contábamos con futbolistas asombrosos. La primera vez que vi un partido suyo, hace más de 30 años, supe que no me cansaría nunca de verlo.

Y esa fidelidad al Spartak fue uno de los motivos que me empujaron a ir a Moscú. Tenía que ir a la Escuela de Música Central, aunque prefería quedarme en mi ciudad, Irkutsk. Jugaba de delantero en el equipo que teníamos en el barrio, y la gran ciudad no me atraía tanto como para querer dejar a mis amigos. Entonces mi madre me dijo: “¿Pero no ves que así podrás ver al Spartak jugar en directo, en el estadio?”. Ese fue el argumento que me convenció.

¿Y cómo fue mudarse a Moscú? ¿Qué recuerdos tiene de aquella época? Fui a Moscú para estudiar en la Escuela de Música Central, y no me perdí ni un solo partido del Spartak. Hacía listas, apuntaba los resultados, registraba todos los goles. También acompañaba al Spartak en los partidos fuera de casa, no podía imaginarme la vida sin el fútbol. Obviamente, el partido más memorable para mí fue uno del Spartak, y lo recuerdo como si fuese ayer. Fue en 1989, el escenario era el estadio Luzhnikí, que yo visitaba por primera vez. Era un partido de liga decisivo entre el Spartak y el Dinamo de Kiev. A un minuto del final, un gol de Valeri Shmarov convirtió al Spartak en campeón de la Unión Soviética. También fue el primer título a las órdenes de Oleg Romantsev. Inolvidable.

¿Ha asistido a otros partidos de fútbol? ¿Cuáles son los más memorables para usted? En cuanto a los demás partidos, me acuerdo de la final del Torneo Olímpico de Fútbol de Atlanta 1996, entre Argentina y Nigeria. Nigeria remontó dos veces un resultado adverso, y luego marcó ese legendario tanto de la victoria cuando apenas quedaban unos segundos. También estuve en la final del Mundial de 1998, en París. Y asistí a la desoladora derrota de Rusia ante Ucrania en Luzhnikí en 1999, cuando Andriy Shevchenko marcó ante Aleksandr Filimonov.

¿Va muchas veces a ver a su amado Spartak de Moscú? Procuro ir a todos los partidos del Spartak. Llevamos mucho tiempo esperando a que el equipo empiece a ganar de nuevo, pero creo que los verdaderos hinchas se ven en los momentos duros. La temporada de 1976 fue un buen ejemplo. Yo sólo tenía un año, así que me lo contaron: después de que el Spartak descendiese, el legendario entrenador Konstantin Beskov se hizo cargo del equipo y el público siguió llenando el estadio en todos los partidos de casa. El equipo que llegaría a dominar el fútbol soviético nació en aquel momento de crisis. Es cierto que ahora no estamos pasando por una buena fase, pero yo tengo fe en Dmitri Alenichev, merece que se le den al menos dos años.

¿Le entusiasma que el Mundial vaya a celebrarse en Rusia? Cuando se eligió a nuestro país para organizar el mayor torneo de fútbol del planeta me sentí como una de las personas vivas más felices. Estoy deseando que empiece, por supuesto, y creo que es fundamental que preparemos un programa cultural, como en las Olimpiadas de Sochi. Yo participé en la ceremonia de clausura en el estadio Fisht. Estuve en pleno ojo del huracán, ante la mirada de miles de millones de personas de todo el mundo. La ceremonia reflejó nuestra cultura, ¡y fue estupenda!

El deporte y la cultura son las cosas que nos unen con la gente de otros países, y pueden ayudar a resolver cualquier conflicto. Espero que todas las regiones de nuestro país desarrollen su propio programa cultural. Cada región tiene su propio carácter, costumbres y tradiciones, eso es algo que podemos y debemos mostrar al mundo. Este Mundial es un regalo para todas las sedes. Samara, Saransk y todas las demás sedes tendrán la oportunidad de ver en persona a grandes estrellas internacionales.

¿Ya ha constatado progresos en su país en esta fase previa al torneo? Yo actúo por todo el país, y veo cómo van apareciendo nuevos aeropuertos y hoteles por todas partes, que hace cinco años no había. El país está en marcha, y nuestra juventud tiene renovadas energías y oportunidades. Debemos apoyarla desarrollando nuevas instalaciones futbolísticas, porque la apuesta por el deporte y la cultura es algo sano y positivo.

¿Qué se siente al ser embajador de Rusia 2018? Ser embajador del Mundial representa un gran honor. Esto me da más energía aún para promover los valores del torneo y hacer todo lo que esté en mi mano en el aspecto cultural. Todas las sedes tienen sus propias orquestas sinfónicas, y yo creo que deberían participar en todos los partidos. Insisto, el deporte y la cultura deben ir de la mano, y cuando se unen se les puede sacar un gran provecho. Son nuestro patrimonio internacional.