lunes 02 septiembre 2019, 08:57

De policía a árbitra  

  • Kylie Cockburn arbitró en el ultimo Mundial Femenino

  • La escocesa trabaja en su país como agente de policía

  • Explica cómo su profesión y su pasión se complementan

Pero... ¿quién querría ser árbitro? Esta es una pregunta que muchos se han hecho ya. Observadores, admiradores e incluso detractores suelen coincidir en que el trabajo de los colegiados es, en el mejor de los casos, poco envidiable, y, en el peor, casi imposible.

Los insultos, por supuesto, están poco menos que asegurados ya desde el fútbol aficionado, mientras que los árbitros de la élite tienen además que vérselas con el ojo crítico de la prensa y con la presión de hinchadas parciales e implacables. En semejantes circunstancias resulta imprescindible tener una piel dura, y la de Kylie Cockburn es más resistente de lo normal por una buena razón.

Y es que esta árbitra de 30 años, que acaba de pitar en la Copa Mundial Femenina de la FIFA y los sábados acostumbra dirigir partidos en la máxima categoría del fútbol escocés, se pasa el resto de la semana cumpliendo con el deber que corresponde a su profesión de agente de policía, por lo que las protestas de los jugadores y las quejas de los entrenadores no le resultan en absoluto intimidantes.

“¿Insultos? Como podrá usted imaginar, en mi trabajo me llegan a pasar cosas mucho peores”, afirma ante los micrófonos de FIFA.com. “En comparación con todo eso, lo que te dicen cuando arbitras no es nada”, añade.

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Además de permitirle “estar vacunada” frente a comentarios que resultarían difíciles de digerir para otras personas, la profesión de Cockburn ha dotado a nuestra protagonista de otras aptitudes que pueden ser impagables para quien ejerce el arbitraje.

“Al trabajar de policía aprendes a hablar con la gente y a quitar hierro a situaciones tensas en las que los nervios están a flor de piel”, explica. “En mi profesión tengo que tratar con gente que tiene problemas serios un día sí y otro también, y eso resulta muy útil para gestionar los conflictos que pueden surgir en un campo de fútbol”, continúa.

Sin embargo, la profesión policial no constituyó la primera pasión de Cockburn, ni tampoco el arbitraje.

Durante su adolescencia, nuestra protagonista soñaba con jugar una Copa Mundial Femenina de la FIFA y luchó con entusiasmo por conseguir ese objetivo, pero los compromisos laborales y la cada vez más evidente constatación de que carecía del talento necesario para llegar a la selección la llevaron a cambiar de rumbo.

“Tenía 21 años cuando empecé a arbitrar y para entonces había jugado ya en la máxima categoría del fútbol femenino escocés. Lo que pasa es que, con los turnos de trabajo en la policía, se hacía muy complicado ir a los partidos y entrenar tres o cuatro veces por semana”, revela.

“Llegué a jugar en la selección escocesa sub-17, pero lo dejé posteriormente porque ya empezaba a darme cuenta de que no iba a llegar a la élite. Sin embargo, soy una persona que no se queda de brazos cruzados ante este tipo de cosas, así que me dije: ‘Vale, en estas circunstancias... ¿qué puedo hacer para llegar a lo más alto?’ Y fue entonces cuando se me ocurrió probar con el arbitraje, y me alegro mucho de haberlo hecho”, explica.

Aquella ocurrencia ha permitido a Cockburn vivir toda clase de experiencias fantásticas, desde saltar a los estadios más grandes de su país a dirigir partidos internacionales en Jordania, Uruguay y por toda Europa. Con todo, el momento más destacado de la trayectoria arbitral de Cockburn llegó sin duda con la inesperada llamada para participar en la recientemente disputada Copa Mundial Femenina de la FIFA Francia 2019.

The match officials of USA and Chile 

“La cita gala había sido en todo momento un objetivo, pero aun así me sorprendió la llamada, porque, en general, soy todavía una recién llegada en el mundo del arbitraje a este nivel”, confiesa Cockburn, que pidió a la policía un permiso no remunerado para poder estar en la cita mundialista.

“Después fue ya increíble poder seguir hasta la fase de eliminatorias y quedarme en Francia hasta el final. La verdad es que me esperaba arbitrar un partido y ya, así que fue fantástico, y mucho más de lo que habría soñado, que me asignasen tres encuentros y dos más como parte del equipo del VAR”, asegura.

“La experiencia del VAR también me resultó muy gratificante. Hizo falta acostumbrarse, pero la formación que recibimos en Qatar nos preparó muy bien para esa labor, también en el aspecto psicológico”, añade.

“Lógicamente había presión, porque forma parte del trabajo, pero lo cierto es que acabamos orgullosas del trabajo que hicimos como equipo. El fútbol femenino ha crecido y avanzado mucho en los últimos años, y a mí no me cabe duda de que el arbitraje femenino ha estado a la altura".

"Ayudó que el equipo arbitral fuese casi como una familia fuera del campo. De hecho, siento que he salido de esta experiencia con amigas de por vida. Me voy de vacaciones a Australia en noviembre, y lo primero que hice tras reservar el vuelo fue quedar con las dos árbitras australianas que estuvieron en Francia”, revela.

Dado el desgaste que implican tanto la profesión como la pasión de Cockburn, está claro que ese descanso en tierras australianas resultará más que merecido, pero más claro todavía está que nuestra protagonista volverá preparada para centrarse en sus próximas metas: arbitrar al más alto nivel del fútbol masculino y, como no podía ser de otro modo, estar también en la Copa Mundial Femenina de la FIFA 2023.