miércoles 12 febrero 2020, 12:15

Ellis: "El último año ha sido un sueño hecho realidad"

  • El año pasado Desiree Ellis guió a Sudáfrica hasta su primera Copa Mundial

  • Después recibió el galardón al Entrenador de Fútbol Femenino del Año de la CAF

  • Ellis repasa con nosotros esas experiencias y su arduo camino hasta lo más alto

Desiree Ellis sabe lo que es progresar y destacar. El mes pasado recogió su segundo premio consecutivo al Entrenador de Fútbol Femenino del Año de la CAF, tras haber conducido a Sudáfrica hasta la primera Copa Mundial Femenina de la FIFA de su historia.

Pero también sabe lo que es luchar y sufrir. Aunque ya amaba el fútbol desde su más tierna infancia, las oportunidades de jugar con otras niñas y jóvenes eran escasas. Y cuando llegaron, los rivales la acusaron de ser un chico dada su habilidad y su corte de pelo (entonces lo llevaba corto). A los 15 años, en su segundo partido oficial, hasta se vio obligada a desvestirse para demostrarles que se equivocaban.

Si a esto añadimos los obstáculos a los que tuvo que enfrentarse al ser una joven negra en la Sudáfrica del apartheid, resulta más fácil comprender por qué tuvo que esperar hasta los 30 años para debutar con su selección.

Incluso jugar con su país le trajo problemas. De vuelta a casa tras anotar una tripleta en su bautismo de fuego, el microbús del equipo se averió y llegó tarde al trabajo. Sus jefes en el mercado local de carne sabían que estaba fuera representando a Sudáfrica, pero la despidieron igualmente. "Dijeron que me había fugado", rememoró.

Con tal cúmulo de contrariedades, muchos se hubiesen preguntado si el fútbol merecía la pena. No obstante, su pasión por el deporte rey y su espíritu de lucha la propulsaron hacia una distinguida carrera como jugadora, y posteriormente a cotas aún más altas como entrenadora.

Ahora, con su último trofeo resplandeciente en la repisa y los recuerdos de su primer Mundial aún frescos, Ellis rememora con nosotros los cambios de los que ha sido testigo y las experiencias que la han hecho pararse en seco.

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Desiree, recientemente fue nombrada mejor entrenadora de fútbol femenino de África por segundo año consecutivo. ¿Cómo lo vivió?

Fue increíble. Ganarlo una vez fue fantástico, pero ganarlo una segunda fue incluso más especial, yo creo. Sabes que refleja el hecho de que tu equipo se ha mantenido a un nivel bastante alto, ese es el tema. Es un deporte de equipo, después de todo, y como cuerpo técnico y jugadoras realmente nos enorgullecemos de poner al equipo por delante. Así que estoy orgullosa, pero más que nada, estoy muy agradecida.

Teniendo en cuenta las dificultades a las que se enfrentó en sus comienzos, ¿en momentos así -recogiendo trofeos, guiando a su equipo en una Copa Mundial - no le dan ganas de pellizcarse?

Claro que sí, por supuesto. En esos momentos echas la vista atrás a los sacrificios que has hecho y a cómo ha cambiado tu vida. Y todo esto para mí es un sueño hecho realidad, de verdad que lo es. El Mundial fue lo más. Saltar al campo, mirar a lo lejos y ver la bandera sudafricana, cantar el himno nacional, fue sencillamente increíble. Es una sensación que no puedo ni describir.

Como jugadora, soñé con participar en esas grandes competiciones y nunca tuve la suerte de clasificarme para una. Viví unos Juegos Olímpicos en Río 2016 como asistente de Vera Pauw. Pero nada puede compararse con un Mundial. Cuando ganamos aquella semifinal de la CAN y nos clasificamos, la sensación fue increíble. Las jugadoras lloraban, se abrazaban, rezaban, todo el mundo estaba contentísimo.

No obstante, el mejor momento llegó cuando regresamos a Sudáfrica y vimos el gentío que nos esperaba para felicitarnos y celebrarlo con nosotras. Ahí es donde se me puso un nudo en la garganta, porque me di cuenta de verdad de la magnitud de lo que habíamos logrado. Aún me acuerdo que había una niña entre la gente ese día que decía: 'Quiero estar ahí en 2023'. Creo que hizo que muchas niñas soñaran eso mismo.

¿Cuáles fueron sus sensaciones del Mundial en términos deportivos? ¿Se sintió decepcionada por no cosechar al menos un punto?

No tengo ninguna queja porque las jugadoras lo dieron todo sobre la cancha y, como entrenadora, eso es todo lo que puedes pedir. Creo que hubo ocasiones en las que dejamos claro de lo que somos capaces, como en la primera parte contra España, por ejemplo. Pero tenemos que ser más regulares. Sin embargo, era nuestro primer Mundial, y estoy segura de que las jugadoras serán mucho más fuertes gracias a la experiencia, y estarán mejor preparadas para 2023, si logramos estar ahí.

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Entre tantos puntos positivos, el fracaso a la hora de clasificarse para las Olimpiadas fue un gran revés, y una gran conmoción.

Fue algo totalmente inesperado. Si alcanzar el Mundial fue el punto álgido del año pasado, caer ante Botsuana y perdernos las Olimpiadas fue definitivamente el punto más bajo. Dejamos escapar muchísimas ocasiones de sentenciar, tanto en la ida como en la vuelta, y el resultado se decidió en los penales, que siempre son una lotería.

Fue un día aciago para el fútbol femenino sudafricano, porque sabemos lo importantes que eran las Olimpiadas para mantener los progresos que habíamos conseguido. Solo espero que el dolor de la experiencia sirva a las jugadoras de incentivo para clasificarse para el próximo Mundial.

Cuando ve a las jugadoras sudafricanas salir al extranjero, jugar profesionalmente y contar con patrocinadores, ¿no le hace pensar en los progresos que se han realizado desde sus días como jugadora?

Sí, y es fantástico. Cada generación intenta facilitar las cosas a la siguiente, y no hay duda de que las cosas han cambiado mucho y para mejor. Pero no queremos quedarnos ahí, porque aún queda mucho margen de mejora. Estamos impacientes y queremos que este deporte crezca lo más rápido posible. África en particular necesita hacer más si quiere mantener el ritmo de los otros continentes. Pero cuando pienso en mis días como jugadora, el progreso es realmente increíble. Mi mayor esperanza es que esto sea solo el comienzo.