miércoles 24 junio 2009, 13:25

Campo de sueños

En 1959, cuando se abrieron por primera vez las puertas del estadio de Orlando y el recinto se convirtió en sede oficial de la Asociación Bantú de Fútbol de Johannesburgo, pocos habrían adivinado que, 50 años después, la selección brasileña de fútbol se entrenaría en este mismo escenario.

Icono del deporte y de la lucha por la libertad, el estadio de Orlando constituye un emplazamiento clave en los anales de la historia sudafricana. Ha sido cuna de un buen número de notables carreras futbolísticas, ha alojado a grandes clubes de fútbol como el Orlando Pirates y el Moroka Swallows, y ha albergado innumerables derbis de Soweto, en los que se ven las caras el Pirates y su rival urbano, el Kaizer Chiefs.

Sólo un mes después de su 50º aniversario, el coliseo de Orlando sigue dejando su marca en la historia, como se pone de manifiesto por el hecho de que un autobús con un prominente letrero donde pone "Brasil" esté aparcado junto a la entrada destinada a los jugadores.

En preparación para su choque de semifinales de la Copa FIFA Confederaciones 2009 contra Sudáfrica, los brasileños han decidido jugar un partido de fogueo con el equipo sub-17 del Kaizer Chiefs.

Gracias a la visita de algunas de las mejores selecciones de fútbol del mundo que han acudido al torneo, los sudafricanos están aprovechando la ocasión de ver de cerca a las estrellas internacionales fuera del ámbito de los encuentros oficiales. Incluso el público ha podido entrar en contacto directo con los reyes sudamericanos del balompié en un campo que reviste tanta importancia no sólo para Soweto sino también para Sudáfrica.

Sentado en el banquillo, el entrenador de la sub-17 y leyenda futbolística sudafricana, Doctor Khumalo, reflexionó sobre lo que el rectángulo verde de Orlando significa para él. "Recuerdo que venía aquí cuando tenía 11 ó 12 años. Acompañaba a mi padre al estadio cuando él trabajaba como entrenador adjunto del Kaizer Chiefs. En aquellos días, yo era de los malos, de modo que nunca me imaginé que jugaría aquí. Pero con el correr del tiempo me hice un hueco en el primer equipo".

"Jugué por primera vez en el estadio de Orlando en 1987. Fue en un partido de liga contra el Pirates. Yo no estaba nervioso por jugar contra el Pirates. Ya lo habíamos hecho antes en Ellis Park. Pero aquélla era la primera vez que yo participaba en un derbi en el barrio. El público siempre se me hacía muy grande cuando jugaba en el barrio, y eso me puso un poco nervioso".

Allá por 1987, el recinto de Orlando tenía asientos para 24.000 espectadores. Tras la reciente remodelación que le ha dotado de un moderno diseño de acero, posee un aforo de 40.000 localidades. El estadio se yergue por encima de los distritos de Orlando y Mzimhlophe, y puede jactarse de contar con un complejo de instalaciones de primera categoría, entre las que destacan un auditorio con capacidad para 200 espectadores, un centro de conferencias, un gimnasio y 120 habitaciones de hotel.

Estos muchachos crecen admirando a tipos como Pato y ahora de repente están aquí jugando con él. Muchos sueños se han hecho realidad hoy en Orlando. Muchas vidas han cambiado.

"Hoy el estadio de Orlando es internacional. No hay más que fijarse en las luces, el campo, las gradas: todo ha cambiado", señala Khumalo, que es uno de los embajadores de la Copa Mundial de la FIFA 2010.

Sobre el césped, los pupilos de Khumalo lo están haciendo bien contra los brasileños. "Ésta es una gran oportunidad para los muchachos, una oportunidad única en la vida. Esto nunca pasaba en mis tiempos. Pero ahora, por la Copa Confederaciones, tenemos a Brasil aquí mismo".

"No creo que la gente se dé cuenta de lo importante que es este día. Estos muchachos crecen admirando a tipos como Pato y ahora de repente están aquí jugando con él. Muchos sueños se han hecho realidad hoy en Orlando. Muchas vidas han cambiado".

Cuando suena el pitido que indica el final de la sesión de entrenamiento, los sub-17 emprenden el camino de los vestuarios dándose mutuas palmaditas en la espalda. El orgullo se palpa. Antes de marcharse, posan con los brasileños para las fotos. Es un momento que sella para siempre un día inolvidable en el estadio de Orlando, una anécdota más para los historiadores.