martes 12 mayo 2020, 14:00

Adolfo Pedernera, maquinista, bailarín y maestro

  • Fue uno de los más grandes jugadores argentinos

  • Dejó profunda huella en River Plate y en Millonarios

  • A 25 años de su muerte, FIFA.com lo homenajea

— Obdulio, ¿le tiene miedo a los delanteros brasileños?

— ¿Miedo? Yo enfrenté a Adolfo Pedernera y como él no hay nadie.

Qué le iban a ir a hablar los periodistas a Obdulio Varela de esos atacantes brasileños por más final de la Copa Mundial de la FIFA Brasil 1950 que fuera. Al Negro Jefe no lo ponía blanco ni El Maestro y ya era mucho decir porque Adolfo Pedernera, El Maestro, fue todo lo que está bien en el fútbol de ataque.

Murió exactamente hace 25 años, un 12 de mayo de 1995, pero su recuerdo bombea en sus dos obras más recordadas, La Máquina de River Plate y el Ballet Azul de Millonarios, los planteles más icónicos del fútbol argentino y colombiano de siempre.

Alfredo Di Stéfano no lo bajó nunca de su Olimpo de mejores jamás vistos y eso que era un Olimpo de un metro por dos. Lo admiró como compañero y gurú, poco tiempo en River y casi cuatro años en Bogotá, pero primero como hincha en el Monumental. Allí fue donde Pedernera se hizo leyenda y se convirtió en el cerebro de un equipo de estrellas, tan lujoso como revolucionario.

Porque La Máquina fue eso, cinco delanteros que sabían hacer la función propia y la de los otros, que se movían y rotaban para aparecer en el lugar que nadie los esperaba. Una especie de Naranja Mecánica de Cruyff pero 30 años antes y que, según cuenta la leyenda, ganaban el partido en el momento en que querían.

Un poco Cruyff, un poco Messi

El Cruyff de ese quinteto que cualquier hincha argentino sabe de memoria no era ni Muñoz, ni Moreno, ni Labruna, ni Lousteau. "La Máquina de River fue un invento de doña Rosa, la mamá de Adolfo Pedernera", definió con gracia Carlos Peucelle, el hombre que una vez retirado ayudó al técnico Renato Cesarini a pensar ese equipo.

No hay acuerdo sobre si fue una idea de él o de Cesarini la que llevó el fútbol de Pedernera a una expresión todavía más elevada de la que se le conocía desde que había debutado con 16 años en 1935. El pibe formado en Huracán era rápido, habilidoso, encarador, le pegaba con las dos piernas… Nadie dominaba la banda izquierda como él.

Pero también imaginaba pases antes que el resto y el panorama de la cancha se veía más nítido en su cabeza. Pese a haber ganado así dos campeonatos y dos copas nacionales, Peucelle y Cesarini decidieron ser a Pedernera lo que Guardiola a Messi décadas antes de que existieran Guardiola y Messi.

El genio pasó a jugar más centrado, más retrasado, la cancha de frente para meterse en el área y matar o alejarse y pensar. Era 1941 y nacía La Máquina, también el falso nueve.

Con Pedernera de maquinista, River ganó tres Ligas y tres copas nacionales. Con Pedernera al mando, la selección argentina ganó dos campeonatos sudamericanos. No tuvo chance de otra cosa de celeste y blanco: la II Guerra Mundial le quitó cualquier posibilidad de jugar en su esplendor una Copa Mundial de la FIFA™.

Millonarios y su ballet

En 1946 Pedernera se fue de River por problemas con Ángel Labruna y el presidente Antonio V. Liberti y su carrera se resintió para revivir recién tres años después. En Argentina había un feroz conflicto laboral al negarse los futbolistas a que les impusieran un tope salarial y varios decidieron partir a Colombia. El primero en llegar fue Pedernera.

No fue casual que fuera él quien abriera brecha. Por un lado, era una celebridad en el continente –al aeropuerto de Bogotá fueron a recibirlo cinco mil personas- y Millonarios lo buscó como gran golpe de efecto para un campeonato que apenas nacía. Por el otro, él mismo tuvo mucho que ver con el éxodo.

Exigía y ganaba mucho dinero, vivía como pocos podían el tango y las boîtes de la noche de Buenos Aires, pero nunca se olvidó de sus compañeros: había sido uno de los fundadores en 1944 de Futbolistas Argentinos Agremiados, creado para defender los intereses de los jugadores y finalmente órgano clave para dictar la huelga del ’49.

En Colombia lo adoraron. "Un fenómeno, un artista, un maestro del pase y una demostración de inteligencia. Con él, todo es posible”, escribió un diario tras su debut.

Su llegada fue el inicio de lo que se conoce como El Dorado colombiano, la era de grandes jugadores extranjeros –Di Stéfano, por ejemplo- que fundó el fútbol local y le dio la identidad de juego que conserva hoy en día.

Pedernera fue el primer bailarín del Ballet Azul, el Millonarios que entre 1949 y 1953 ganó cuatro Ligas colombianas y un Pequeño Mundial de Clubes amistoso ante grandes clubes de Europa y Sudamérica.

Desde 1950 fue jugador y a la vez técnico. Sólo desde el banco también quedó en la historia de Colombia al clasificar a la selección por primera vez a un Mundial en Chile 1962.

Fue campeón dirigiendo a Boca, quedó afuera de México 1970 con Argentina y en 1979 volvió a River. Su ojo clínico y su sabiduría se hicieron cargo de una de las mejores canteras del país. Hasta sus últimos días fue usual que lo vieran caminar por el club. El respeto manso que generaba a su paso sólo podía acompañar a un verdadero Maestro.