domingo 31 mayo 2020, 13:00

El Azteca, hogar de los dioses del fútbol

  • El Azteca es uno de los estadios de fútbol más venerados del mundo

  • Ha albergado 19 partidos y dos finales de la Copa Mundial, todo un récord

  • Cautivó a Pelé y al papa Juan Pablo II

El partido del siglo El gol del siglo La canonización del Brasil del 70 La celebración más ensordecedora de la historia del fútbol El estreno mundial de la ola mexicana El éxtasis de Burruchaga La mano de Dios

¿Cómo puede ser que un estadio haya sido testigo de todas estas gestas, algunas de las más icónicas de la historia de la Copa Mundial de la FIFA™? El Azteca es el único recinto que ha albergado dos partidos inaugurales y dos finales de la prueba reina, así como un total de 19 partidos mundialistas, todo un récord. Pero aún hay mucho más.

“El Azteca tiene algo muy especial”, dijo Pelé. “Tienes que estar ahí para sentirlo y entenderlo. Es único”.

México soñaba con celebrar un Mundial. Coqueteó con la idea de postularse para la edición de 1958, pero acabó cediendo el paso a Suecia a regañadientes.

“México no quería hacer un Mundial más. Nosotros queríamos organizar el mejor Mundial de la historia”, declaró Guillermo Cañedo, que tenía ese objetivo entre ceja y ceja desde su nombramiento en 1960 como presidente de la Federación Mexicana de Fútbol. “Y, para ello, necesitábamos el mejor estadio del mundo”.

“Brasil había construido el Maracaná para la edición de 1950. Era inmenso, espectacular, mágico. Nosotros queríamos uno aún mejor”.

Como es lógico, los arquitectos más respetados de México, así como otros procedentes de otros puntos del continente americano, protagonizaron una lucha encarnizada por dirigir el ambicioso plan de Cañedo: un presupuesto de 95 millones de pesos para levantar un templo mítico. El ganador mexicano de este combate no fue Rey Mysterio ni Alberto Del Río, sino Pedro Ramírez Vázquez.

“Tuve la suerte de que Cañedo era como un hermano para mí, de estar en el Comité Olímpico Nacional y de que, si bien sentía una gran pasión por la arquitectura, mi pasión por el fútbol era aún mayor”, recordaba Ramírez. “Fue un proyecto faraónico, porque las exigencias eran considerables”.

Entre otras exigencias, el recinto de Coyoacán debía dar cabida a al menos 100.000 personas, el ambiente en su interior tenía que ser vibrante, debía poseer características mejoradas de algunos de los estadios más deslumbrantes del planeta y tenía que ser más hermoso que los cautivadores cuadros de Frida Kahlo, que había crecido jugando al fútbol y era la hija más famosa de la localidad.

Vázquez incorporó a su equipo al también arquitecto y pintor Rafael Mijares Alcérreca, y juntos se embarcaron con destino a Europa para visitar los estadios de Wembley, San Siro, Camp Nou y Santiago Bernabéu.

Estaba previsto que las obras del Azteca comenzaran en 1961, pero Vázquez se topó, literalmente, con un muro de piedra. A fin de conseguir una superficie firme sobre la que construir el estadio, antes había que retirar 180 millones de quilos de roca de un terreno de 64.000 metros cuadrados. 10 arquitectos, 17 técnicos, 35 ingenieros y 800 obreros trabajaron a diario y, aunque tardaron casi un año, finalmente lograron dinamitar la cantidad de roca suficiente como para que las obras del estadio pudieran comenzar en 1962.

Cuando se inauguró el recinto, con el empate a dos entre Club América —el equipo que ha jugado desde entonces como local en el Azteca— y el Torino de Nereo Rocco, los 95 millones de pesos presupuestados inicialmente habían pasado a ser más de 200. En cualquier caso, las más de 107.000 personas que asistieron aquel día a la inauguración eran conscientes de que estaban contemplando el escenario donde, apenas unos años más tarde, se escribiría la historia del fútbol.

Cañedo había presionado implacablemente para que México albergara la Copa Mundial. Su atractivo plan y su puro entusiasmo habían provocado la retirada de Australia, Colombia, Japón y Perú y, en el Congreso de la FIFA de Tokio en 1964, el país norteamericano se impuso a Argentina, el único rival que le quedaba en esta lucha. México iba a organizar la primera Copa Mundial que no iba a disputarse en suelo europeo ni sudamericano.

¡Y vaya si hubo espectáculo en el Azteca! Entre sus momentos estelares se encuentran el partido del siglo —el increíble triunfo por 4-3 de Italia sobre la República Federal de Alemania en semifinales—, el hito de Jairzinho, que se convirtió en el primer jugador en marcar en todos los partidos de la Copa Mundial, la definición de Carlos Alberto en el que está considerado uno de los mejores goles de la historia del torneo, y cuando Pelé se convirtió en el primer y, hasta la fecha, único futbolista en conquistar tres Mundiales y permitir que Brasil se quedara en propiedad el trofeo Jules Rimet.

“Era maravilloso”, dijo Angelo Domenghini, que jugó allí la semifinal y la final. “Era enorme, espectacular”.

“En Italia teníamos algunos de los mejores estadios, pero a todos nos hacía una gran ilusión jugar en el Azteca. Ni los italianos ni los alemanes imaginábamos que el ambiente sería así de increíble. Y lo fue desde el pitido inicial, o incluso antes, y no solo por la lluvia de goles”.

“El ambiente y el ruido en aquella final fue increíble”, señaló Carlos Alberto. “Daba la impresión de que todo México iba con Brasil. Fue hermoso, indescriptible”.

Cañedo dejó su cargo después de aquel encuentro, pero, para muchos, el ya expresidente había cumplido su ambicioso objetivo: México había organizado la Copa Mundial más vibrante hasta la fecha.

Todo el mundo alabó con entusiasmo aquellos 22 días en México, incluida Su Santidad el Papa Juan Pablo II.

“Quienes me conocen pueden dar fe de que me gusta un poco el fútbol”, dijo el polaco —un arquero prometedor en su día y gran seguidor del deporte rey—, sonriendo y dirigiéndose a las más de 100.000 personas que se congregaron en el Azteca con motivo de su primer viaje al otro lado del charco desde el inicio de su pontificado. “Es un privilegio estar aquí, donde he visto un fútbol magnífico y una Copa Mundial que nunca olvidaremos”.

Tal fue el encanto que desprendió que, en 1986, México se convirtió en el primer país en ser anfitrión de dos ediciones de la Copa Mundial. La ola mexicana embelesó al mundo, mientras que el remate de tijera de Manuel Negrete desató “la celebración más ensordecedora de la historia del fútbol”. 115.000 gargantas se desgañitaron en el coloso de Santa Úrsula tras el gol que dio a México su primer y único triunfo hasta la fecha en los cruces de un Mundial.

Le siguió la grandiosa actuación de Diego Armando Maradona contra Inglaterra, justo antes de que el astro argentino firmara un doblete contra Bélgica en semifinales. El éxtasis de Burruchaga, precedido de un pase magistral del propio Maradona, es otro de los grandes momentos que ha presenciado el Azteca.

Hay que reconocer que en el coliseo de Coyoacán, lugar de nacimiento de una de las artistas más emblemáticas de todos los tiempos, se han dibujado más escenas históricas del arte del futebol —como dijo el mismísimo Pelé— que en cualquier otro estadio mundialista.

Y el Azteca aún tiene mucho que decir, porque todos sabemos dónde se va a disputar la Copa Mundial de 2026, ¿verdad?

¿Sabías que...?

  • 132.000 espectadores vieron al ídolo mexicano Julio César Chávez vencer por KO técnico a Greg Haugen, quien había dicho de su rival que solo había ganado a “taxistas que hasta mi madre podría tumbar”, en el Azteca en 1993. Fue la segunda mayor asistencia de la historia a un combate de boxeo, solo superado por el combate de 1941 entre Tony Zale y Billy Pryor, al que asistieron 135.000 personas y que fue de entrada gratuita.

  • México había perdido siete de los ocho partidos que había jugado contra Brasil, y había empatado el otro, hasta que se enfrentó a la Seleção por primera vez en el Azteca en 1968. En aquella ocasión, un doblete de Enrique Borja dio a los locales un triunfo por 2-1 sobre los futuros campeones del mundo, que tenían en sus filas a Carlos Alberto, Gerson, Rivelino, Jairzinho y Tostão, entre otros. El Tri, liderado por Cuauhtémoc Blanco, derrotó a la Brasil de Ronaldinho en la final de la Copa FIFA Confederaciones 1999.

  • 110.000 espectadores vieron cómo Jorginho, Dunga y Bebeto ayudaron a Brasil a doblegar a Argentina en la final de la Copa Mundial Sub-20 de la FIFA 1983.

  • El Azteca es el único estadio que ha albergado cuatro torneos distintos de la FIFA: la Copa Mundial, la Copa Mundial Sub-20, la Copa Mundial Sub-17 y la Copa Confederaciones.

  • Dinamarca conquistó el Campeonato Femenino de Fútbol, precursor de la Copa Mundial Femenina de la FIFA™, en el Azteca en 1971. Las goleadoras Susy Augustesen y Elisabetta Vignotto dieron lustre al torneo.

  • El Azteca cuenta con placas de bronce conmemorativas del partido del siglo y del gol del siglo.

  • El estadio Azteca ha registrado seis de las diez mejores entradas en la historia de la Copa Mundial.