martes 30 junio 2020, 11:00

¡Gracias, Justin!

  • Fue primer fichaje británico de un millón de libras

  • Se suició a los 37 años, tras anunciar su homosexualidad

  • Destacamos su labor para concluir este Mes del Orgullo LGBT

La infancia de Justin Fashanu estuvo marcada por la intolerancia. “Éramos los únicos niños negros que había donde vivíamos”, dice su hermano, John. Por si fuese poco, los Fashanu cargaban con el estigma de ser huérfanos de la organización benéfica Barnardo’s y tener unos padres adoptivos blancos, para muchos motivo de burla.

Justin seguiría sufriendo el racismo de adulto, a pesar de ser el autor de uno de los goles más increíbles de la historia del fútbol inglés y de convertirse en el primer fichaje de un millón de libras de Gran Bretaña. Los sonidos del mono, los saludos de Sieg Heil, los escupitajos, los lanzamientos de plátanos y las amenazas de muerte que traumatizaban a los futbolistas negros en los años 1980 no cesaron, y eran parte de la angustia y discriminación que sufría el delantero.

Justin, hermano de un cinturón negro de karate y figura de uno de los grupos más dados a los bramidos y a enorgullecerse de su imagen masculina que haya habido nunca —el Crazy Gang, como se conocía entonces al equipo del Wimbledon—, era homosexual. Ningún futbolista profesional había confesado nunca antes serlo en Gran Bretaña, ni ha vuelto a ocurrir desde entonces, pero en octubre de 1990 Justin sí lo hizo, provocando un verdadero terremoto mediático.

“Era muy, muy valiente, estaba dispuesto a ser él mismo, costase lo que costase”, explica a FIFA.com su sobrina Amal, hija de John. “Era uno de los hombres más valientes que puedan encontrarse. Yo misma, en los años 90, no hubiera podido hacer nunca lo que hizo él, era algo impensable”.

“Que aún no haya futbolistas profesionales abiertamente homosexuales es muy revelador. Explica lo difícil y abrumadora que debió haber sido aquella experiencia para Justin”.

Desgraciadamente, Justin se quitó la vida en 1998, con apenas 37 años. Amal estaba decidida a que su legado no solo perdurase, sino a que ayudase a otras personas que intentan escapar de las cadenas de la homofobia, y a quienes padecen el racismo o sufren problemas de salud mental.

“En 2012 hice un documental titulado Britain’s Gay Footballers [‘Los futbolistas gays de Gran Bretaña’] para la BBC”, señala Amal. “Era el trayecto que emprendí para descubrir por qué no había ningún futbolista abiertamente gay, y al mismo tiempo descubrir mi propio trayecto personal, con mi familia. Entrevisté a mi padre para llegar al fondo de lo que había ocurrido”.

“Ese mismo año me invitaron a ir a Downing Street para participar en una cumbre con David Cameron [sobre la discriminación en el deporte]. Se habló de cómo se podía ayudar y concienciar a la gente, y confeccionamos una lista a la que podían incorporarse futbolistas y clubes de fútbol”.

“Y desde entonces he estado haciendo campaña. Creé una marca en honor de Justin llamada Black Heart Label [‘Etiqueta de corazón negro’], una marca de moda que promueve la igualdad, con ropa de calle, camisetas, jerseys y cosas así”.

“Siempre quise hacer más, pero acababa de salir de la universidad, solo tenía 22 años, hacía de modelo y había vuelto a Madrid, donde me crie. En aquel momento no me veía con capacidad para montar una fundación”.

“Así que cuando volví a Inglaterra, hará unos nueve meses, creé la Fundación Justin Fashanu con ayuda de la Asociación de Futbolistas Profesionales y alguna gente más. Además de combatir la homofobia en el fútbol, también se centra en la salud mental y el racismo. En el consejo de administración he puesto a mi madre y a mi padre, y también a Leroy Rosenior”.

“Leroy se cruzó con Justin cuando mi tío fichó por el West Ham. Se arrepiente mucho de no haberlo defendido. Hubo un incidente en el vestuario cuando algunos jugadores estaban allí [en los baños compartidos] y Justin vino para entrar. Se levantaron y se marcharon enseguida porque él era gay”.

Amal tenía previsto poner en marcha la Fundación Justin Fashanu el día en que el exjugador de Norwich City y Nottingham Forest hubiese cumplido 59 años, pero tuvo que posponerlo, aunque para bien.

“Íbamos a arrancar el 19 de febrero, pero me llamaron del Museo Nacional de Fútbol”, cuenta Amal. “Insistieron en que querían poner el nombre de Justin en el Salón de la Fama el 19, así que lo hicimos, y fue increíble. Salió incluso mejor de lo que podría haber imaginado”.

“Llegó el coronavirus y hubo que interrumpir todos los actos que teníamos previstos con la Fundación, pero cuando se recupere la normalidad vamos a hacer muchas cosas. También tengo pensado rodar otro documental y una película sobre Justin y su vida”.

“Football v Homophobia fue una idea concebida en un principio por The Justin Campaign, que era una campaña de base para rendir homenaje a Justin Fashanu”, afirma Lou Englefield, su directora y pionera en la lucha por la inclusión LGBT+. “La campaña se creó en 2008”.

“En aquel momento no había ninguna específica que se refiriese a la homofobia en el fútbol del Reino Unido. El tipo de lenguaje que usaba la gente era ‘racismo y otras formas de discriminación”.

“Había distintas personas que pensaban que la homofobia era un problema tan importante en el fútbol que requería nombrarlo explícitamente. The Justin Campaign fue muy hábil al acertar con ese concepto, Football v Homophobia”.

“Necesitaban que les echasen una mano, así que en 2012 nos asociamos con ellos y luego nos hicimos totalmente cargo de la campaña, en 2014. Entonces ya llevábamos un mes de movilización entero, y fue como respuesta a una petición del propio fútbol”.

“Al principio era una iniciativa limitada a Inglaterra, pero cuando asumimos la campaña nos pusimos a trabajar con un enfoque más internacional. Empezamos a colaborar con la red FARE, que facilitó la campaña proporcionando pequeñas subvenciones durante el mes de movilización, y a partir de ahí la campaña fue a más”.

“Hemos organizado la campaña a escala internacional, con unmodelo como de franquicia. En dos meses nos han llamado entidades o particulares que tienen vínculos con nosotros o que nos han seguido. Hemos colaborado con ellos para desarrollar Football v Homophobia como una marca en su propio país”.

“Un ejemplo está en Macedonia del Norte, donde hemos trabajado con una organización llamada Queer Square. Fueron construyendo la campaña a lo largo de unos años y hace dos temporadas se organizó la primera mesa de diálogo sobre la homofobia en el fútbol de la historia de Macedonia, a la que asistieron, por ejemplo, la Federación Macedonia, miembros del Gobierno y el embajador del Reino Unido”.

“Es un ejemplo de cómo el programa de pequeñas subvenciones de FARE nos ha permitido forjar relaciones que continúan y desarrollar la marca en otro país. Hemos asistido a actividades del mes de movilización de Football v Homophobia al menos en 27 países europeos. Grecia, Israel, Francia, Portugal, España, por toda Europa”.

“También estamos trabajando con gente de Costa Rica, que utiliza la campaña para hablar del fútbol femenino en concreto. Ha tenido cierta cobertura de televisión y radio en Costa Rica. En México hemos colaborado con una organización llamada DIDISEX. Queremos empoderar a la gente para que use nuestra marca de forma pertinente para su país”.

“También hablamos en muchos actos, en Bilbao o en Alemania. Impartimos muchísima formación y talleres, para academias de fútbol, a federaciones y entrenadores. Lo que sea, procuramos trabajar en todas las esferas del fútbol, porque somos conscientes de que la homofobia afecta a todos los ámbitos del fútbol”. “También hacemos mucho trabajo de educación en muchísimos entornos distintos. Trabajamos con escuelas primarias, con fundaciones comunitarias de clubes de fútbol. Estamos intentando trabajar con niños más pequeños, aportar mensajes positivos y contextualizar el uso de expresiones homófobas en conceptos que ellos entiendan”.

“Cosas como el acoso o estereotipar a la gente. Si somos capaces de empezar a hablar con los niños de pequeños, los efectos serán muy importantes”.

Al igual que la no violencia necesitó a Mahatma Gandhi, el sexismo a Sojourner Truth y el racismo a Martin Luther King Jr., los campos de fútbol necesitaron un pionero a finales del siglo XX para luchar contra la lacra de la homofobia. Justin Fashanu logró armarse de valor para ser ese superhéroe. “Ojalá esto que estoy haciendo sirva para ayudar a otros”, dijo en aquel momento.

Lamentablemente, el futbolista nacido en Hackney no nos acompaña para verlo, pero su deseo se está haciendo realidad a través de la Fundación Justin Fashanu y Football v Homophobia.

Gracias, Justin.