martes 22 septiembre 2020, 10:47

Martín Brignani, el que dirige por WhatsApp

  • Varado en Argentina por la pandemia, condujo a su equipo por teléfono

  • Tuvo a su asistente principal con COVID, problemas de internet…

  • Pese a todo, Estudiantes venció a Alianza Lima y ahora va por Nacional

- Los jugadores me cargaban: “¡Vos dirigí desde allá que nosotros ganamos acá!”. Ya los voy a agarrar…

Martín Brignani se ríe con ganas. Sus futbolistas saben que, por ahora, están a salvo: los 5.000 kilómetros que separan a Mérida de Mar del Plata son una distancia prudente para gastar a su entrenador, varado en Argentina por culpa de la pandemia.

Una distancia que supieron sortear la semana pasada, cuando Brignani, desde el living de su casa y por WhatsApp, condujo a Estudiantes a una gran remontada de dos goles ante Alianza Lima en el regreso de la Copa Libertadores, concretando un 3-2 que pone a los venezolanos otra vez en carrera en el Grupo F.

“Todo los que nos pasó antes de este partido es loquísimo”, dice el técnico de 48 años a FIFA.com, sentado en el mismo lugar desde donde siguió el duelo. “Lo que jamás imaginé es repercusión que tuvo. En un fútbol que valora el resultado, a nosotros nos valoran el proceso”, agrega, mientras su teléfono no deja de sonar.

Un proceso con contratiempos de película, que casi termina con Brignani volando de regreso a Venezuela con el plantel de Nacional de Uruguay, su próximo rival…

Un viaje sí, el otro no

Todo empezó en mayo. “Tras dos meses encerrado en un hotel, vine para Argentina a ver a mi familia. Tomé el vuelo de repatriación el 10, en mi cumpleaños, imaginando que volvería cuando quisiera. Y acá sigo”, dice con humor el único campeón como jugador y entrenador con Estudiantes.

Para este ex enganche, fue difícil dimensionar el problema. “La Federación planeó empezar los entrenamientos en julio y el torneo en agosto, pero pospuso todo y pensé, ‘qué suerte que no viajé’. Cuando Conmebol anunció que la Copa volvía en septiembre, me dije, ‘tengo tiempo’. ¡Estaba errado!”.

Sin vuelos de repatriación desde Argentina hacia Venezuela, las opciones eran salir desde Chile o Paraguay, pero no pudo concretar ninguno de esos vuelos. “Pasaron los días y el partido me agarro acá”, dice resignado.

Se complica la previa

Las prácticas a distancia no fueron un problema. “Mi cuerpo técnico es venezolano, y el asistente principal desde que llegué en 2018 es José Torrealba, un ex jugador de la selección que jugó conmigo en Estudiantes. Filmaban los entrenamientos, los subían a YouTube y discutíamos todo por Zoom”.

Torrealba jugaría un rol clave ante Alianza. “Llevaría el auricular, estaría en contacto conmigo y darías las indicaciones en cancha. Pero el domingo previo se hicieron 70 análisis PCR y el lunes me llamó el médico para decirme que el único positivo era él”.

Como su preparador físico había sido expulsado con Nacional en Montevideo, el único disponible para ir al banco era entrenador de arqueros, José Rodríguez. “Ahí decidimos que René Maldonado, un asistente que lleva un año con nosotros, diera las indicaciones. Para quitarle presión, yo llamaría a José, que le pasaría mis comentarios”.

El Día D

Brignani pudo dar la charla técnica el día antes del partido, pero no la arenga previa. “Falló la internet del estadio. Retomé el contacto un minuto antes del inicio”, explica.

En su casa, delante del TV de 43’’, “estaban mi esposa, mi hija, mi hijo, que me ayudó con algunas estadísticas, y un amigo entrenador, al que solo le pedí que hablara si le preguntaba algo”, cuentra entre risas.

A los 5 minutos, durante su primer llamado, se dio cuenta que la imagen que veía tenía 50 segundos de retraso. “¿Qué iba a marcar jugadas puntuales si cuando me llegaban ya habían pasado? Entonces, me concentré en indicaciones generales”.

El Zoom pautado del entretiempo con los jugadores no hizo falta. “Íbamos 0-0, pero el equipo estaba bien. René y Torrealba pensaban lo mismo, así que lo cancelamos”.

En el segundo tiempo llegaron las emociones. “Hablaba con José cuando me cantó el penal para ellos, que marcaron, pero decidimos esperar a ver cómo reaccionaban. Tres minutos después nos hicieron el segundo y metimos mano”.

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Los cambios dieron resultado: uno de los ingresados asistió para el descuento y otro anotó el gol del empate. “Lo gracioso fue que el primero me lo cantó mi hija, que me vio la cara cuando íbamos 0-2 y subió a su habitación. ¡Su televisión no tenía retraso!”.

Tras el 2-2, Brignani notó cierto conformismo en sus jugadores y pedía el final en el descuento cuando su hija gritó, “¡¡¡PENAL!!!”. Su televisor mostraba un ataque de Alianza Lima, y casi se infarta. “Pregunté para quién, y cuando dijo ‘para nosotros’, subí a verlo con ella”, recuerda sobre el 3-2.

Lo que viene

La chance de volar a Mérida con el plantel de Nacional, líder del grupo con puntaje perfecto, se cayó por cuestiones protocolares sanitarias, explica Brignani, quien afina cuestiones operativas para otra noche copera la distancia.

“Me gustaría una cámara en vivo para ver toda la cancha y algún otro observador en las tribunas”, explica el técnico, quien descubrió “una versión casera más tranquila de mí mismo, ya que suelo ser muy intenso para dirigir”.

Mientras tanto, confía en otro resultado que invite a soñar. “Antes de la Copa, en un grupo con Racing Club, Nacional y Alianza Lima, el objetivo era ser competitivos, y lo logramos. Ahora queremos un poquito más. Igual, el respeto ya nos lo ganamos”.