jueves 17 noviembre 2016, 09:05

Peixe y la generación dorada

Fue el Balón de Oro de una Generación Dorada. Hoy, es él quien busca y pule las gemas más preciosas para asegurar un futuro brillante a su selección.

Hace 25 años, el portugués Emilio Peixe se llevó el Balón de Oro adidas de la Copa Mundial Juvenil de la FIFA 1991 en la que su selección, la anfitriona, repetía como campeona, tal como había hecho dos años antes en Arabia Saudí.

Hoy, Peixe es el seleccionador del equipo juvenil luso que peleará en la próxima Copa Mundial Sub-20 de la FIFA que se disputará en la República de Corea del 20 de mayo al 11 de junio de 2017.

“El Balón de Oro lo guarda mi madre en su casa. Es el mejor lugar donde podía estar”, explica con una sonrisa a FIFA.com. “No me gusta hablar de mi pasado”, reconoce, “estoy muy orgulloso de todo lo que logré como futbolista. Los momentos deportivos son muy importantes, pero lo más especial son las vivencias y experiencias personales que me ha brindando mi carrera”, añade el excentrocampista de contención, uno de los pocos futbolistas que ha defendido la camiseta de los tres grandes clubes lusos: Benfica, Porto y Sporting.

En 2008 entró en la Federación Portuguesa de Fútbol, donde se ha hecho cargo desde entonces de varias secciones juveniles. “El papel de entrenador es mucho más completo y satisfactorio que el de jugador”, opina a sus 43 años. “Haber sido futbolista aporta valor a esta nueva faceta, porque entiendes mejor ciertas situaciones y te permite anticipar cosas, pero no es suficiente en sí mismo. Tienes que estudiar, prepararte, actualizarte. Es un trabajo de formación continua en el que tienes que ser minucioso y ser capaz de transmitir un mensaje. Ser entrenador es apasionante”.

Y con pasión afronta una de las principales tareas que le exige el puesto: la formación. “Nuestra misión es preparar a los chicos de la mejor forma para que lleguen a la selección absoluta. Es importante detectar el talento lo antes posible y desde ahí potenciar la calidad y proyectarlos para que alcancen la mayor”.

Con esa mentalidad, no pudo sentirse más orgulloso cuando vio a uno de 'sus chicos', Renato Sánches, coronarse campeón en la Euro de Francia 2016. “Dos de nuestros jugadores, Rubén Neves y Renato, ya han sido internacionales. Para el entrenador es un privilegio ver triunfar a estos jugadores tan jóvenes”, añade. De hecho, Renato protagonizó hace unos meses un fichaje sonado por el Bayern de Múnich. “Es una forma de reforzar nuestro mensaje. Sirve para que hagamos ver a los demás que es posible, pero con un trabajo continuo, con esfuerzo... porque ésta es una profesión difícil y exigente. Para ellos es una motivación extra ver triunfar a compañeros como Renato. Se dan cuenta de que es posible”.

Preparando el futuro con el la experiencia del pasado Desde que en el mes de julio asegurara el billete para el próximo Mundial juvenil, Peixe trabaja para esa cita. “Estamos muy contentos por estar en una competición tan grande y que será una oportunidad única para los jugadores. Este equipo cuenta con futbolistas de muchas y diferentes características. Por eso no identifico un perfil cerrado en el estilo de juego del equipo, sino un estilo que cambia y se adapta. Hacemos mucho hincapié en la organización colectiva, el balón... y desde ahí se potencia la calidad individual”, explica sobre la identidad de su selección.

Como veterano de una Copa Mundial Sub-20, Peixe tiene muy claro cuál es el mensaje para los suyos: “¡Que disfruten!”, dice tajante. “Que aprovechen esta oportunidad. Que no se reserven nada y dejen una imagen positiva de lo que es el jugador portugués”.

El cuerpo técnico no se pone mi máximos ni mínimos para la cita. “El objetivo principal, participar, está conseguido. Obviamente, nadie va a un torneo para perder. Vamos con la gran responsabilidad de llevar el nombre de Portugal al máximo nivel. Nuestra mentalidad será disfrutar, aprovechar la ocasión y trabajar juntos para ganar todos los partidos que podamos”.

Sin presión, pero sin minimizar el impacto que puede tener este torneo, no sólo a nivel particular, sino colectivo. Como ocurrió hace 25 años, cuando aquel grupo guiado entonces por Carlos Queiroz, y en el que figuraban unos desconocidos Luis Figo, Rui Costa o Abel Xabier se coronó en Lisboa. “Aquel título supuso un cambio importante en la mentalidad del fútbol portugués. Se mejoró la organización del fútbol de base, porque fue evidente que había talento y que debía potenciarse. A partir de ahí, el fútbol portugués no volvió a ser el mismo. Logramos subir varios peldaños, hacernos competitivos y plantar cara a las selecciones más fuertes”.

Peixe se declara admirador del trabajo de Queiroz, hoy al mando del banquillo de Irán en la pelea por un cupo para la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018™. “Quiero aprender de los mejores y él es uno de ellos. Es un entrenador que siempre va un paso por delante. Es una referencia en lo personal y lo profesional”.

Y el alumno se coloca ahora en la posición de su maestro. ¿Conseguirá el Balón de oro de la Generación Dorada lusa conjurar al destino para cerrar el círculo?