lunes 12 septiembre 2016, 06:02

Santamaría, de la enfermería a los hospitales

Para un joven futbolista en ciernes, una lesión de las que ponen en peligro una carrera supone un golpe durísimo. De repente, los sueños parecen desvanecerse, los planes se vienen abajo y los objetivos se muestran inalcanzables. Sin embargo, ese no fue el caso del costarricense Álvaro Santamaría.

Este prometedor guardameta de fútbol once, que jugaba en el filial del Naranja, equipo de la primera división, y luego en el Carmelita, entonces en la categoría de plata, sufrió un verdadero mazazo al fracturarse el codo derecho durante un entrenamiento rutinario. Pero no se resignó a pensar en dedicarse a otra cosa, y ahora su futuro se ha ampliado: está protagonizando una carrera sensacional, y sus aspiraciones deportivas no dejan de ir a más.

Durante su paso por la enfermería, obligado a permanecer fuera de las canchas, le surgió la oportunidad de jugar al fútsal, y no la desaprovechó, manteniéndose además ocupado cuando no está dentro de las pistas. “La principal ventaja de la lesión es que he podido compaginar los estudios con el fútsal, porque me entreno por las noches”, explica a FIFA.com, enseñando la cicatriz de cinco centímetros que le hizo emprender una nueva trayectoria.

Le falta un año para obtener la licenciatura en Farmacia, y su agenda ya parece de por sí intensa, tratándose de un jugador de fútsal amateur que compite también con la selección nacional. Y si le añadimos su trabajo en el CIMA, un hospital privado de San José, tendremos que preguntarnos cómo consigue hacer tiempo para todo. “¡Es un equilibrio complicado!”, admite riéndose Santamaría. “Trabajo entre 8 y 10 horas en el hospital, luego voy a la universidad y, por último, a la práctica”.

Al preguntarle si tiene tiempo para dormir entre tantas ocupaciones, este arquero con anteojos se limita a sonreír y encogerse de hombros. “Todo forma parte del sacrificio”.

Ver más allá del horizonte Gracias a ese sacrificio, está poniendo los cimientos de una carrera que continuará durante mucho tiempo después de su paso por las pistas de élite del fútsal. “Ser futbolista profesional o jugador de fútsal es algo temporal, no dura toda la vida, por eso tengo que centrarme en estudiar, por mi futuro”, señala. Fueron sus padres quienes le inculcaron la importancia de la formación académica.

“Esta carrera que estoy empezando también es una salida para poder ayudar a la gente. Pero el fútsal, por otra parte, tiene muchísima popularidad en Costa Rica, hay muchos chicos interesados en él, así que intento tener una influencia positiva”.

Y el fútsal cumple con otra función muy útil en su intenso itinerario. “Los entrenamientos también me permiten combatir todo el estrés que se acumula, así lo libero”, afirma el jugador, de 28 años, con una mirada significativa.

Después de actuar brevemente en la Copa Mundial de Fútsal de la FIFA, en la edición de Tailandia 2012, llega a Colombia con experiencia, al igual que más de la mitad de sus compañeros. Este lunes el equipo entrará en la pista para medirse con las Islas Salomón, y su objetivo no es otro que ser la primera selección costarricense que alcanza las fases de eliminatorias.

“Es mi segundo Mundial, no tengo palabras para expresar lo agradecido que estoy por poder decirlo y por estar aquí”, insiste Santamaría. “Y la mejor forma de mostrar esa gratitud es haciendo historia”, sentencia.