viernes 17 abril 2020, 09:00

Schiavio, el delantero de oro italiano

  • Angelo Schiavio marcó el gol con el que Italia ganó su primer Mundial

  • El delantero lideró la época dorada del Bolonia

  • Hoy se cumplen 30 años del día en que falleció Schiavio

¿Monti o Schiavio?

A principios de la década de 1930, el seleccionador italiano se debatía en la duda ante ese titular de La Gazzetta dello Sport mientras tomaba un café expreso. “Fue la decisión más complicada que tuve que tomar jamás”, recordaba Vittorio Pozzo posteriormente.

Italia contaba con dos jugadores a los que el prestigioso periódico deportivo proclamaba como “los mejores del mundo en su posición”. El problema era que se odiaban mutuamente…

Luis Monti, un jugador muy querido por los fabricantes de camillas, y Angelo Schiavio chocaron por primera vez en 1929, cuando el Bolonia se enfrentó a San Lorenzo en su gira sudamericana. Las peleas a puñetazos entre ambos se hicieron frecuentes cuando Monti recaló en el Juventus en 1931.

El episodio más infame ocurrió cuando el Bolonia iba ganando un duelo decisivo para conquistar el Scudetto en 1932, y Monti pisoteó violentamente la rodilla de su rival tendido en el suelo.

La Juve remontó contra 10 jugadores, y acabó ganando ese partido y también la liga. Schiavio calificó a Monti como un “criminal” (un insulto tremendo en Italia en aquella época).

“Debería haber sido una decisión sencilla”, explicaba Pozzo. “La mitad de mi plantilla era del Juventus, incluido el capitán, y teníamos a varios oriundos de Argentina. No seleccionar a Monti habría disgustado a demasiados jugadores”.

“Además, Monti ya había jugado un Mundial y no había ningún jugador como él, mientras que sí teníamos muchos grandes delanteros. Pero Schiavio era sencillamente demasiado bueno para prescindir de él”.

Así pues, tras no haber contado con Anzlein Schiavio en los tres últimos partidos de Italia previos a la Copa Mundial de la FIFA™, el hombre que sirvió como teniente de los Alpini en la I Guerra Mundial decidió resolver esta peculiar guerra personal con una estrategia militar.

Y si los otros 20 jugadores convocados para una concentración previa al Mundial junto a los Alpes Occidentales ya se sorprendieron al ver a Schiavio allí, ¡cuando oyeron anunciar a Pozzo que Schiavio y Monti compartirían habitación durante los dos meses siguientes se quedaron mudos de asombro!

Monti y Schiavio tardaron cuatro noches en intercambiar siquiera una palabra. Poco a poco, no obstante, los pensamientos sanguinarios se esfumaron, y ambos encararon el campeonato en un ambiente de mutua cordialidad.

El Viejo Maestro había dado un golpe maestro, y además obtuvo beneficios inmediatos. En el primer encuentro de la Nazionale, Monti participó en las jugadas de dos de los tres goles de Schiavio, quien se convirtió en el primer europeo que firmaba un triplete en un Mundial.

Pero su gol más trascendental estaba por llegar. En la final, Checoslovaquia monopolizó los nueve últimos minutos del tiempo reglamentado y los primeros minutos de la prórroga. Se veía a Meazza y Schiavio magullados y agotados, como si acabasen de enfrentarse en un combate de boxeo a su paisano Primo Carnera, campeón mundial de los pesos pesados.

Sin embargo, sea como fuere, ambos se aliaron para dar a Italia otro título mundial en otro deporte, después de que Schiavio regatease a Josef Ctyroky y enviase el balón junto al poste de la portería defendida por Frantisek Planicka.

¿Qué habría sido de la gloriosa historia de la tetracampeona Italia de no haber marcado el boloñés ese gol? Es más, ¿qué habría sido de la historia de Schiavio si no le hubiesen dado esa oportunidad?

Angiolino, como le llamaban cariñosamente en su niñez, creció aprovechando cualquier ocasión de darle patadas a un balón. Sin embargo, cuando tenía 12 años, la muerte repentina de su padre le obligó a trabajar en el negocio textil de la familia.

Empezaba de madrugada y, cuando llegaba a casa, estaba anocheciendo. Sencillamente, no tenía tiempo para dedicarse al fútbol.

Dos años después, la empresa organizó un partido de fútbol contra una fábrica local. Normalmente, nunca se habría pensado en un niño de 14 años para jugar un partido de adultos; pero cuando sus hermanos mayores Raffaele y Marcello se pusieron enfermos, llamaron a Angelo como opción improvisada.

Ese chaval flaco cautivó al capitán de la fábrica, quien le dijo a Raffaele que su hermano pequeño tenía potencial para triunfar como futbolista. Así que Raffaele, que entonces dirigía el negocio familiar, flexibilizó el horario de Angelo para permitirle jugar al fútbol.

Schiavio regateaba a los rivales con facilidad, y parecía que llevaba el balón pegado a sus botas. Era rápido y fuerte. Gozaba de una inusual capacidad para enganchar disparos medio segundo antes que los demás, pillando desprevenidos a los porteros, y era el emperador de la improvisación.

El Bolonia no tardó mucho en fijarse en él. Schiavio fichó por los Rossoblù en 1922, con 16 años, y se pasó allí las 16 temporadas de su carrera (pese a los empeños de los grandes del calcio). El Juventus pretendió a Schiavio sin descanso. El Inter de Milán llegó aún más lejos.

“Poco después de que ganásemos el Mundial, Peppino Meazza se presentó en la oficina del Bolonia y me invitó a cenar”, explicó Schiavio. “Me dijo que el presidente del Ambrosiana-Inter me quería a toda costa”.

“Al día siguiente, el presidente me llamó por teléfono y me dijo: ‘sé que tienes tres tiendas en Bolonia. Calcula su superficie en metros cuadrados y te daré una tienda del tamaño que sumen las tres en la galería de Milán”.

“Yo le respondí educadamente: ‘Aquí en Bolonia trabajo con mi familia y juego en mi club. El dinero no puede competir con eso’”, subrayó.

Schiavio amaba a su ciudad y a su club, al que representaba por muy poco dinero –un lujo que podía permitirse por el exitoso negocio familiar–; y rechazaba las primas económicas y los regalos que recibían sus compañeros por ganar trofeos.

Y esos trofeos fueron muchos: 4 Scudetti, 2 Copas Mitropa (con la primera, el Bolonia se convirtió en el primer equipo italiano en ganar un título continental después de que Genoa, Inter de Milán y Juventus fracasasen en el intento) y el Torneo Internacional de la Expo de París 1937, un certamen octogonal muy publicitado en el que el conjunto de la Emilia-Romaña vapuleó por 4-1 al Chelsea en la final.

Sin embargo, no hay ninguna duda sobre el trofeo más prestigioso que levantó Schiavio. Las manos que él y Monti habían utilizado para pelearse entre sí, servían ahora para lucir el máximo galardón futbolístico.

Cuando Monti falleció a los 82 años, en 1983, sus familiares se emocionaron al recibir un telegrama procedente de Bolonia.

Angelo Schiavio era más que simplemente un futbolista extraordinario.

¿Sabías que…?

  • Angelo quería ser contable de mayor antes de que dejase la escuela.

  • A Schiavio le encantaba la moda. Vestía chaquetas de cuero y boinas en su juventud, y lució trajes de Guccio Gucci y más tarde de Brioni. Después del fútbol ayudó a dirigir el negocio familiar de ropa en un barrio elegante de Bolonia.

  • Schiavio fue el único miembro de la selección italiana ganadora del Mundial de 1934 que no recibió la felicitación del primer ministro Benito Mussolini dos días después de la final. Prefirió regresar a Bolonia para una reunión de negocios.

  • Anzlein’ sumó 249 goles en 361 partidos con el Bolonia, un récord del club por mucha diferencia.

Las frases

“De todos los jugadores italianos que he visto, él fue el que más me impresionó. Tenía una intuición mágica, podía llegar a balones que otros no podían llegar, era muy valiente, un excelente regateador, y tenía un potente disparo. Siempre recordaré haber jugado a su lado”. Giuseppe Meazza

“No me comparéis con Angelo Schiavio. No le llego ni a la suela de los zapatos”. Giacomo Bulgarelli, uno de los mejores centrocampistas de la historia de Italia

“Schiavio era un rompecabezas que nadie podía resolver. Sus regates, su improvisación, sus disparos instantáneos, su capacidad para conectar con sus compañeros e intercambiar posiciones… no había nadie como él”. Ettore Berra, ex futbolista y periodista

“Un jugador magnífico, autor de goles realmente preciosos”. Hugo Meisl, el seleccionador del ‘Wunderteam’ de Austria