viernes 11 noviembre 2016, 11:22

Y Tite se ganó a la torcida brasileña

"Es normal", dijo Luiz Felipe Scolari mientras la afición gritaba su nombre en el estadio Mineirão. ¿Le pareció aquello normal porque la hinchada brasileña estaba recordando tal vez los méritos de un hombre que 12 años antes se las había arreglado para guiar a Brasil a la gloria mundialista pese a haber perdido a su capitán Emerson por culpa de una lesión sufrida “por hacer el tonto en la portería” y a pesar de haber alineado en ataque a un Ronaldo al que, tras sus graves lesiones, muchos consideraban ya un “exjugador”?

Pues no. Aquellos gritos no eran precisamente de reconocimiento, y si a Felipão le parecieron normales fue porque, según el técnico, “Brasil tiene 200 millones de entrenadores y todos ellos piensan que son mejores que tú”.

Brasil acababa de caer por 7-1 en una semifinal de la Copa Mundial de la FIFA™, y hace falta mucho menos para desatar la ira de los hinchas brasileños. En Estados Unidos 1994, Carlos Alberto Parreira llevó al combinado auriverde a la conquista de su primer título mundialista en 24 años, pero eso no le libraría de los abucheos más tarde. Tampoco habría piedad con Dunga, el hombre que capitaneó a la Brasil campeona del mundo en la cita norteamericana. Sin duda, el puesto de seleccionador brasileño es un regalo envenenado.

“En cualquier otra selección nacional, todo el mundo está feliz cuando ganas”, explicó Parreira durante su última etapa al mando de la Seleção. “En Brasil tienes que ganar los partidos, marcar muchos goles y jugar el fútbol más hermoso que la afición haya visto nunca. Es imposible salir airoso”, sentenció.

Sin embargo, tras una década repleta de frustraciones, parece que finalmente hay alguien que está saliendo airoso. El nombre de Tite resonó en el propio estadio Mineirão en numerosas ocasiones este 10 de noviembre, y esta vez se gritó con júbilo y no con desilusión.

Brasil ganó y marcó varios goles, para ser exactos tres en casa contra Argentina por primera vez desde que el mencionado Ronaldo lideró un triunfo por 3-1 sobre la escuadra albiceleste en 2004. Por si fuera poco, el conjunto brasileño exhibió además un fútbol de calidad que no se le recordaba desde los tiempos en que Cicinho, Ronaldinho, Kaká, Robinho y Adriano enamoraron en la Copa FIFA Confederaciones 2005. Incluso el modesto Tite, que admite que le resulta embarazoso que la afición coree su nombre, no pudo ocultar su alegría.

“No voy a pecar de falsa humildad y a negar que estoy muy feliz”, declaraba el hombre que en su día llevó al Corinthians a dar la sorpresa frente al Chelsea en la final de la Copa Mundial de Clubes de la FIFA 2012. “No esperaba un triunfo así. Todos los partidos de la fase de clasificación son difíciles, y enfrente teníamos a Argentina”.

Un cambio radical Cuando Tite tomó las riendas del equipo en julio, Brasil ocupaba el sexto puesto en la competición preliminar sudamericana con los mismos puntos que Paraguay, que era séptima por contar con un peor balance goleador que los brasileños.

Quince puntos de quince posibles después, la selección canarinha es líder, seguida de cerca sólo por Uruguay y con siete puntos de ventaja sobre Chile, quinta clasificada. Con Tite en el banquillo, Brasil ha ganado a Ecuador, Colombia, Bolivia, Venezuela y Argentina, anotando 15 goles y cediendo sólo uno en contra. En ese intervalo de tiempo, la escuadra auriverde ha pasado de ser Neymar y diez más a convertirse en un bloque sólido y conjuntado.

“Ciertos conceptos futbolísticos que yo siempre he defendido no cambian”, asegura Tite. “Los Cleveland Cavaliers fueron campeones de la NBA la temporada pasada gracias a una acción defensiva de su gran estrella Lebron James (un extraordinario tapón a Andre Iguodala, de los Golden State Warriors, en el partido que decidía el título)”.

“Hay que saber entender y valorar el trabajo defensivo, como el de Neymar con Zabaleta, o el que hizo Gabriel para que Neymar pudiese tomar aliento. Y eso que los dos primeros goles nacieron de estos dos jugadores. Mucha gente dice que, si ayuda en defensa, el delantero no va a tener después fuerzas para atacar, pero eso no son más que tonterías. Lo que hay que hacer es encontrar la manera de compensar los esfuerzos”, explica.

Con Tite al mando, de la misma forma que la poesía ha sustituido al pragmatismo, el trabajo en equipo ha desplazado al individualismo, al menos sobre el campo. En las gradas, como no podía ser de otro modo, la bulliciosa hinchada brasileña no resistió la tentación de personalizar el éxito en un único ídolo a través de sus cánticos:

Olê, olê, olê, olê;

Tite, Tite”.