jueves 22 diciembre 2016, 08:50

Del pequeño Antoine al gran Griezmann

Francia acababa de perder la final de la Eurocopa 2016. Antoine Griezmann, máximo goleador y mejor jugador del campeonato, debía resignarse a ver cómo Portugal levantaba el trofeo. Aunque la palabra “ver” es exagerada, porque al delantero de los Bleus le costaba secarse las lágrimas… Un mes antes, ya había visto con los ojos húmedos a Cristiano Ronaldo alzando el trofeo de la Liga de Campeones de la UEFA 2016 tras la victoria del Real Madrid contra su Atlético. Para Griezmann, las finales concluyen con demasiada frecuencia de esa forma. Y desgraciadamente, ya no puede escaparse. Todo era mucho más fácil cuando el gran Griezmann solamente era aún el pequeño Antoine...

“El primer año que le tuve, no habíamos perdido ningún partido en toda la temporada, y recuerdo un torneo en Mâcon que perdimos en la tanda de penales de la final”, cuenta a FIFA.com Bruno Chetoux, su primer entrenador en el UF Mâcon. “Se puso a llorar y estaba tan decepcionado que se marchó sin esperar siquiera a la entrega de premios, y sin recibir su medalla”.

Entonces sólo tenía 5 o 6 años, pero el fútbol ya era mucho más que un simple pasatiempo... “Ya anhelaba ganar siempre, y trataba siempre de progresar. Es poco común a esa edad”, añade Chetoux, quien, hasta donde le alcanza la memoria, nunca ha visto a Antoine sin un balón. “Tan pronto como supo andar, tenía un balón en los pies. Había un pequeño campo al lado de su casa y, en cuanto salía del colegio, iba allí a jugar. Los miércoles, antes de que fuese a buscarlo para el entrenamiento, ya estaba jugando allí con amigos, o incluso él solo. Podía permanecer horas allí. Estaba todo el tiempo con un balón”.

¿No te has olvidado nada? Su amistad con el esférico era tal que, a veces, le hacía descuidar las demás ocupaciones –y obligaciones– de los niños de su edad. “Tengo una anécdota de su madre que pone de manifiesto que el fútbol ya era lo más importante”, confirma Chetoux. “Un día, al salir de casa para irse al colegio, su madre le preguntó: ‘Antoine, ¿lo llevas todo? ¿No te has olvidado nada?’. Él respondió: ‘No, mamá, ¡tengo mi balón!’. En realidad, había olvidado su cartera…”.

En todo caso, Chetoux, amigo desde hace mucho tiempo de los padres de Griezmann, y que jugó al fútbol con su papá, sabe dejar a un lado el plano afectivo al evocar los momentos en que observaba al niño prodigio desde su banquillo. “Tenía una técnica fuera de lo común. Era muy hábil ante la portería contraria y, cuando tenía el balón en los pies, era difícil quitárselo”, detalla el educador de la región de Borgoña, que ha visto a muchos niños jugar a sus órdenes, pero pocos tan precoces.

“Pero no se olvidaba de bajar a defender cuando era necesario”, matiza. “Ya tenía ese sentido de lo colectivo y esa comprensión táctica. Como educadores, intentamos transmitir esa importancia del colectivo, y él la comprendió perfectamente, aunque también está bien cuando un jugador es capaz de marcar la diferencia por sí solo. En su caso, había una mezcla entre ambas facetas”.

En su nido de Mâcon, Griezmann progresó a gran velocidad, y enseguida empezó a soñar con una carrera profesional. El único problema era que todos los centros de formación a los que llamaba le rechazaban por un físico demasiado frágil y una estatura no muy alta. “Me sorprendió, pero entonces, la formación en el fútbol francés era así”, lamenta Chetoux. “Se formaba a jugadores más físicos. Lo veía en las selecciones sub-14 o sub-15. Si no eras fuerte, si no corrías rápido, no conseguías que te sacaran. Hoy se ha vuelto a jugadores más pequeños, avispados, técnicos. Tal vez haya que agradecer un poco a Antoine y a su éxito el que se interesen por otro tipo de jugador”, aventura el formador.

En España lo comprendieron mucho antes, y no es ninguna casualidad que fuese un ojeador de la Real Sociedad quien detectase el potencial del joven francés. En San Sebastián, Grizou  fue subiendo todos los escalones hasta el equipo profesional, al que se incorporó en 2009, con 18 años. Allí firmó múltiples gestas durante cinco años antes de ser fichado por el Atlético de Madrid de Diego Pablo Simeone. Y ya en su segunda temporada con los Colchoneros, Griezmann fue elegido mejor jugador de la Liga 2015/16, permitiéndose incluso el lujo de preceder a Lionel Messi o Cristiano Ronaldo.

Con el tiempo… “Creo que todavía tiene un margen de progresión en relación a ellos”, considera Chetoux, quien, no obstante, relativiza la presunta superioridad del argentino y del portugués en el fútbol mundial. “Ellos tienen la suerte de jugar en sendos clubes donde militan los mejores jugadores. El Atlético, desde luego, es un buen equipo, pero pienso que Messi y Ronaldo están mejor rodeados, únicamente por jugadores de gran talento individual. No podemos saberlo, pero si Antoine hubiese estado rodeado estos últimos años por los mismos jugadores, tal vez metería los mismos goles y estaría ya al mismo nivel”.

En cualquier caso, Griezmann se aproxima a ellos regularmente, hasta tal punto que, en las eternas discusiones sobre los mejores jugadores del mundo, su nombre está enseguida en boca de todos. O casi… “Yo no lo pondría ya entre los mejores del mundo, sino simplemente invitarlo a seguir creciendo y no escuchar lo que se dice de él”, matizaba Simeone en enero de 2016. “Puede seguir progresando, porque es joven y, más allá del talento que tiene, trabaja un montón. Con el tiempo, todo llegará para él”.

El Cholo dio en el clavo. Tras haber obtenido dos subcampeonatos de Europa, con su club y su selección, ya ha llegado ese momento para el delantero francés. Griezmann, junto con Messi y Ronaldo, es uno de los candidatos finales al premio The Best al Jugador de la FIFA 2016, que distinguirá al mejor futbolista del planeta el próximo 9 de enero en Zúrich. “En todo caso, el solo hecho de rivalizar con ellos realza otro poco la calidad de su rendimiento este año. Ronaldo tal vez sea el mejor; en primer lugar porque es un grandísimo jugador, pero también porque ha ganado la Liga de Campeones y la Eurocopa. Pero si fuese Antoine quien las hubiese ganado, no sé si las posiciones se invertirían…”.

“Gane o no Antoine, le deseo en todo caso que siga progresando, y será el mejor jugador del mundo algún día”, concluye Chetoux, quien, tras insistirle un poco, acepta finalmente su parte de responsabilidad en el éxito de su ex pupilo: “Soy modesto, pero a veces me digo a mí mismo que, si un 1% de su éxito viniese de mí y mis colegas que lo entrenaron en aquella época, ya estaría bien”.