martes 08 diciembre 2020, 08:11

La legendaria Riise busca nuevos retos

  • Hege Riise fue una de las mejores futbolistas de su generación

  • Ahora es una técnica de élite y candidata en los The Best

  • Nos explica por qué sigue en busca de nuevos retos

Como jugadora, Hege Riise fue indudablemente la mejor, The Best. Antes de que Mia Hamm ascendiese al trono con la generación del 99 de Estados Unidos, quien se ceñía la corona era Riise, elegida mejor futbolista de la Copa Mundial Femenina de la FIFA Suecia 1995™ y del Campeonato de Europa Femenino de la UEFA 1993.

Era una centrocampista que destacaba por su clase y astucia y brilló con luz propia en las filas de una selección noruega que se proclamaría campeona del mundo en 1995 y medallista de oro olímpica cinco años más tarde. En un combinado caracterizado por la potencia física, Riise aportó habilidad, sutileza y una visión de juego que la situaba por encima de las demás. Ella misma llegó a describir su lectura del fútbol “casi como si los partidos transcurrieran a cámara lenta”, y explicó: “Incluso antes de recibir el balón, ya sé cómo va a desarrollarse la jugada”.

Sin embargo, quienes poseen un talento natural tan extraordinario dentro de la cancha no suelen ser técnicos fabulosos. De hecho, ha llegado a conjeturarse que la facilidad con que dominan el fútbol muchas veces les evita tener que analizarlo o comprenderlo en profundidad. Y aún peor desde la perspectiva de quien debe entrenar a otros: su brillo puede impedirles empatizar con futbolistas de menos calidad y por tanto enseñarles.

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Pero siempre hay una excepción que confirma la regla, e igual que Johan Cruyff y otros trasladaron su genio desde el terreno de juego hasta la línea de banda como entrenadores en el fútbol masculino, Riise lo hace ahora en el femenino. A sus 51 años, es candidata al Premio The Best al Entrenador de Fútbol Femenino, tras conquistar seis títulos consecutivos de la división de honor con el LSK Kvinner, equipo que también ha sorprendido en la Liga de Campeones Femenina de la UEFA. Pese a todo, Riise admite abiertamente que al principio de su periplo como técnica no estaba en absoluto convencida de ir a lograr un éxito semejante.

“Cuando colgué las botas, no estaba segura de si quería entrenar”, confiesa a FIFA.com. “Y entonces, cuando recibí una oferta que me atrajo, mi primer año como entrenadora principal me pareció totalmente agotador, mucho más de lo que hubiera imaginado. No empecé a disfrutarlo un poco más hasta el segundo, y cada año me ha ido gustando cada vez más. Ahora estoy en una fase en la que quiero aspirar a lo máximo, o al menos alcanzar mi mejor nivel posible”.

“Como entrenadora, mi estilo consiste en escuchar más de lo que hablo. Procuro implicar a mis jugadoras en las decisiones, infundirles confianza y, espero, algo de tranquilidad en su trabajo. Cuando pienso en los entrenadores que sacaron lo mejor de mí, creo que mi enfoque es bastante similar. Me gusta tener una relación estrecha con mis jugadoras, estar abierta a charlar, no solo de los entrenamientos y del fútbol, sino de cualquier cosa”.

“Considero que tengo la responsabilidad de aportarle algo a cada una de las jugadoras con las que trabajo y conseguir que progresen en algún aspecto. Entrenar consiste en eso, en mi opinión. Nunca he tenido ningún problema en sintonizar con una jugadora que no tenga los atributos que tenía yo cuando estaba en activo. Extraer lo mejor de las jugadoras, sean cuales sean sus cualidades, es un reto que me gusta mucho”.

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Los grandes torneos de selecciones como meta

También es un reto del que, al menos a corto plazo, piensa alejarse. Este fin de semana anunció que pasaría a desempeñar otra función en la estructura administrativa del LSK y que será su asistente quien se haga cargo de dirigir al equipo. Con todo, no descarta volver a entrenar en otro sitio y, después de brillar en el extranjero y deslumbrar en grandes pruebas como futbolista, ambiciona conocer ese entorno de élite también desde el otro lado de la línea de banda.

“Creo que he acumulado una experiencia considerable como entrenadora y, aunque estoy contenta en el LSK, me encantaría afrontar el reto de ir a una de las ligas más avanzadas”, anuncia.

“En cuanto a entrenar a una selección nacional en un Mundial o una Eurocopa, siempre he tenido esa ambición. De hecho esos grandes torneos son lo único que echo de menos de mi época de jugadora. ¡Los entrenamientos que había en medio, para nada! Pero sí, la atmósfera y el alboroto de esos grandes torneos siempre son algo muy especial, y después de disfrutarlo tanto como jugadora, me encantaría volver como técnica”.

Lecciones estadounidenses

Riise ya tiene experiencia al frente de selecciones, puesto que dirigió al conjunto sub-23 noruego y fue asistente de la entonces seleccionadora de Estados Unidos Pia Sundhage. Aquellas jugadoras estadounidenses que conquistaron el mundo conservan un grato recuerdo de la noruega, y Carli Lloyd ha contado que la antigua estrella, conocida por su modestia, “siempre decía lo correcto”.

Lloyd y sus compañeras también causaron de inmediato una profunda impresión en Riise, que regresó a su país teniendo muy clara cuál era la dirección que iba a tomar el fútbol femenino.

“Aún recuerdo mi primera sesión de entrenamiento con la selección estadounidense, me impactaron muchísimo la velocidad, la potencia y la intensidad”, recuerda. “Yo había jugado al más alto nivel, pero nunca había visto un ritmo semejante en una práctica, y creo que ese ha sido el gran cambio del fútbol femenino en los últimos años: el juego se ha vuelto mucho más rápido”.

“Después de ver cómo se entrenaban las internacionales de Estados Unidos, y los niveles que establecían, quise traer eso a Noruega”.

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El precio del progreso

Otro aspecto de la evolución del fútbol femenino es que las naciones nórdicas, que antes tenían algunos de los clubes más potentes de Europa, se han visto adelantadas por el rápido crecimiento de las ligas de Inglaterra, Francia y otros países. Aun así, Riise no siente nostalgia de aquella época de supremacía escandinavo-germana.

“Es cierto que nos han superado estas naciones, aunque a mí no me entristece, porque es estupendo para el fútbol femenino y aporta muchísimas oportunidades apasionantes para las jugadoras”, explica. “Y para Escandinavia también representa un desafío, el de mejorar y ser más competitivas”.

“No lo considero más que positivo, porque yo aprendí mucho cuando jugué en Japón y Estados Unidos, y quiero que las futbolistas jóvenes disfruten de las mismas experiencias increíbles que tuve yo. Que ahora haya tantísimas opciones de ir a jugar al extranjero y tantos grandes clubes con grandes ambiciones es justo lo que necesitamos. Gracias a este entorno, trabajar en el fútbol femenino es muy emocionante”, concluye.

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