Aunque son muchos los futbolistas que insisten en restar importancia a los premios individuales, no es el caso de Hedvig Lindahl.

La guardameta de la selección sueca y del Atlético de Madrid se enorgullece de jugar en equipo, y atribuye las décadas que lleva cosechando éxitos a haber sido capaz de formar un bloque cohesionado con las jugadoras que tiene por delante en la retaguardia. Sin embargo, también alberga desde hace mucho tiempo el ferviente deseo de destacar y brillar en el plano individual. La sección “Mi historia” de hedviglindahl.com empieza con estas palabras: “Cuando me preguntaban qué quería ser de mayor, decía que la mejor arquera del mundo. Y he dejado que esa visión me guíe en mi camino por la vida”.

Así pues, ser reconocida como integrante de la élite futbolística significa mucho para ella. La jugadora, de 37 años, se mostró entusiasmada cuando sus compañeras la eligieron en 2018 para formar parte del FIFA/FIFPro World 11 Femenino y, después de figurar entre las tres finalistas al Premio The Best a la Guardameta de la FIFA en 2019, en la edición inaugural, está encantada de ser de nuevo candidata.

“Significa muchísimo”, confiesa a FIFA.com. “Cuando era niña y vivía en una pequeña localidad de Suecia, prendió en mí ese sueño de llegar a ser la mejor portera del mundo. Pero los premios no aparecieron hasta hace unos pocos años, y por eso al ser elegida para figurar en el World 11, y conseguir candidaturas como esta, me siento como si se hubiese hecho realidad aquel alocado sueño de la infancia”.

“Y sigo teniendo sueños, aun a mi edad, de ganar este premio al que soy candidata. Va a ser complicado, porque hay muchas grandes arqueras jóvenes que vienen pidiendo paso, pero creo que he demostrado que si sigo esforzándome puedo competir con ellas y reivindicarme, si no como la mejor, como una de las mejores”.

La veterana sueca es la candidata de mayor edad de la lista, repleta de estrellas; Ellie Roebuck, una de sus rivales por el galardón, aún era una niña pequeña cuando Lindahl compitió en la primera de sus cinco Copas Mundiales Femeninas de la FIFA. A pesar de todo, no da muestras de perder facultades en absoluto. De todos los torneos mundialistas que ha disputado, el mejor posiblemente haya sido el de Francia 2019, y dio continuidad a esa gran actuación en el fútbol de clubes, conquistando el doblete y llegando a la final de la Liga de Campeones Femenina de la UEFA con el Wolfsburgo.

“Fue una etapa fantástica para mí”, cuenta. “El Mundial fue muy importante para recomponerme, para recuperar la autoconfianza, que tenía un poco tocada al final de mi paso por el Chelsea. Necesitaba una experiencia así para demostrarle a todo el mundo, también a mí misma, que sigo siendo una de las mejores arqueras”.

“También me sentí muy agradecida de pasar directamente de ese Mundial a un club como el Wolfsburgo y a uno de los mejores vestuarios del mundo. Noté un gran respeto de parte de las chicas, hice grandes amistades y también tuve grandes triunfos. También fue una experiencia de aprendizaje enorme ver por qué ese equipo llevaba tantos años alcanzando tantos éxitos, y la abnegación, la humildad y la profesionalidad que tiene todo el mundo allí. Fue una de las temporadas más gratificantes que he tenido en mi carrera, eso seguro”.

En los últimos meses, las lesiones y los efectos de la COVID-19 han limitado su participación en el fútbol de clubes y en su selección, aunque ya está encantada con la vida en el Atlético de Madrid y se fija la meta de lograr una quinta participación en otro gran torneo internacional. “Si voy a Tokio serían mis quintas Olimpiadas, no creo que nadie lo haya hecho nunca, por lo menos en Suecia, así que es una perspectiva apasionante”, explica. “En cuanto al próximo Mundial [Lindahl había dicho a FIFA.com que Francia 2019 sería el último suyo “seguro”], nunca se sabe”.

“En la entrevista previa a Francia no me veía pasando otra vez por todo eso, participar y hacer un buen papel en un torneo como el Mundial requiere un gran esfuerzo físico y psicológico, y ahora mismo no me veo ahí en 2023. Pero si me sintiese valorada, y considerase que todavía tengo algo que aportar al plantel, no lo descartaría por completo. ¡Nunca digas nunca jamás!”.

“Siempre he sido muy explosiva. Ya de niña era musculosa, rápida, fuerte y potente. He conservado esas cualidades durante toda mi carrera e indudablemente me han ayudado. Mi estatura también es un gran atributo, siendo guardameta”.

“Probablemente la obstinación y la negativa a rendirme. Es un componente muy importante de mi modo de ser, y a veces es complicado. En las discusiones a veces soy muy tozuda, y soy consciente de que en todos estos años la gente habrá pensado ‘¡cállate ya!’. Tengo la cabeza siempre a cien, y eso puede ser negativo, porque alguna vez me he excedido dando vueltas a las cosas. Pero en lo que respecta a alcanzar mis metas y superar los obstáculos —las lesiones, las críticas, los errores o lo que sea—, ser tan obcecada, resuelta y orientada a los objetivos ha sido una gran cualidad. También creo que en los últimos años he conseguido usar un poco mejor la cabeza, calmarme y dejar de dar tantas vueltas a las cosas”.

“Esa es difícil, porque ha habido logros únicos, torneos, premios y demás, pero también hay cosas más prolongadas que significan mucho para mí. Ganar el doblete con el Chelsea en 2015 fue un orgullo, porque antes de aquella temporada el club nunca había ganado nada, y ganar la medalla de plata olímpica en 2016 —después de eliminar a Estados Unidos en cuartos— fue una historia fantástica. Pero el simple hecho de haber sido convocada para todos esos torneos, y de haber jugado más partidos con la selección sueca que nadie en la posición de guardameta, tanto de la categoría masculina como femenina, es algo de lo que me siento especialmente orgullosa, porque es un logro que ha requerido muchísimo esfuerzo durante un periodo muy largo”.

“Una de mis mejores características como arquera es ser capaz de organizar a la defensa que tengo por delante, ¡y la idea es que las atajadas que haga sean bastante fáciles! No creo que yo sea de hacer muchas atajadas que dejan boquiabierto al público, y en realidad a una guardameta no le conviene hacer demasiadas de ese tipo. Me vienen a la mente los penales parados en grandes torneos. Y aunque el de [Janine] Beckie en Francia fue estupendo, el que más significó para mí fue el del tiro de Alex Morgan en los Juegos Olímpicos de Río. Detener el lanzamiento de una jugadora de su categoría, en una tanda de penales tan histórica, ganar contra Estados Unidos y Hope Solo, la rival que siempre se había interpuesto entre mi objetivo y yo, representó un gran momento para mí”.

“Una de las cosas más importantes es encontrar siempre un nuevo reto. También es importante, sean cuales sean los grandes objetivos que nos marquemos, centrarse en el momento presente, no en lo que va a pasar ni en lo que esperamos que pase, mañana o el año que viene. También les aconsejaría procurar estar siempre en un entorno exigente, y trabajar con buenos preparadores de guardametas, y con preparadores diferentes, porque aprender estilos distintos ayuda mucho a mejorar y a mantener la frescura”.