martes 27 diciembre 2016, 09:02

Todos se rinden ante la chilena 

Este gesto siempre ha levantado al público de sus asientos en el fútbol. En inglés se llama bicycle kick, en portugués bicicleta, en Italia es conocido como rovesciata y en Alemania se le denomina Fallrückzieher. La chilena nos ha hecho disfrutar últimamente varias veces. Un guardameta de Sudáfrica la utilizó en el último minuto de un partido de liga para empatar, el senegalés Moussa Sow protagonizó la gesta de marcar mediante esta técnica hasta tres veces en un mes con el Fenerbahçe y al brasileño Marlone le sirvió para figurar entre los tres candidatos definitivos al Premio Puskás de la FIFA 2016.

Fue además su compatriota Leônidas da Silva quien convirtió, en un principio, este tipo de remates en su sello distintivo. El 12 de junio de 1938, en cuartos de final de la Copa Mundial de la FIFA Francia 1938™, el Diamante Negro lo ejecutó para dar la victoria a los suyos en Burdeos, ante Checoslovaquia, en un Parc Lescure rendido a sus pies.

"Ya sea por el aire o sobre el césped, este hombre de goma posee un don diabólico que le permite controlar cualquier balón y conectar disparos imparables cuando menos te lo esperas. Los goles de Leônidas te hacen tener la sensación de estar soñando", escribió entonces un entusiasmado Raymond Thourmagem, periodista de *Paris Match.

En realidad, esta media vuelta acrobática se remonta a mucho más tiempo atrás. Nacería, como su nombre indica, en Chile. Eso es en cualquier caso lo que afirma el escritor uruguayo Eduardo Galeano, para quien Ramón Unzaga fue el inventor de la jugada en la cancha del puerto chileno de Talcahuano, en 1914. "Con el cuerpo en el aire, de espaldas al suelo, las piernas disparaban la pelota hacia atrás, en un repentino vaivén de hojas de tijera", explica Galeano en su obra El fútbol a sol y sombra*. El chileno aplicaría esa técnica en múltiples ocasiones durante las siguientes Copas Américas, en 1916 y 1920, y de ahí su denominación en el idioma español...

Llámela chalaca también Sin embargo, en Sudamérica también es conocida como chalaca, lo que nos lleva a otro posible origen. Rumbo a Perú y Callao, el puerto más grande del país. Fue allí donde un habitante de la ciudad —un chalaco, su gentilicio— ensayó con éxito la acrobacia en un partido contra marinos ingleses en 1892, según el historiador local Jorge Basadre. Venga de donde venga, de Brasil, Chile o Perú, todo apunta a que surgió en Sudamérica.

En cuanto a las explicaciones técnicas, en este aspecto también resulta difícil ponerse de acuerdo. ¿Fue consecuencia directa de un pase defectuoso de un compañero, como insinuó Klaus Fischer, autor de una de las más célebres chilenas de la historia, en la prórroga de la semifinal Francia-Alemania de España 1982? ¿O depende del talento del rematador, como indicó hace poco el jugador de Beach Soccer Gabriele Gori, rey de las chilenas?

"Es fruto de muchísimo entrenamiento. Entrenamiento y costumbre: yo también juego al fútbol de campo, y en el césped uno se encuentra con una acción así una vez por temporada. En la arena hay que incorporar el hábito de levantar el balón a la primera oportunidad y buscar esos remates", declaró Gori a FIFA.com durante el torneo de Portugal 2015. Todavía no se ha dilucidado.

Lo que es seguro es que la chilena ha marcado la historia del fútbol. Algunas son especialmente célebres, sobre todo las que han tenido como escenario el Mundial. Además de Fisher, el mexicano Manuel Negrete vio puerta de esta forma en octavos de final ante su público en el certamen de 1986, contra Bulgaria. El belga Marc Wilmots hizo lo propio frente a Japón, anfitrión de la prueba, en la fase de grupos de 2002. Y más allá de las citas mundialistas, han pasado a los anales de la historia las chilenas de Mauro Bressan desde 20 metros en un Fiorentina-Barcelona en 1999, de Rivaldo a una distancia de 18 metros en un Barça-Valencia de 2001 o de Marco van Basten, con los colores del AC Milan, en un duelo contra el Gotemburgo.

De Leônidas a Marlone, pasando por Lira

Más recientemente, el gol de Wayne Rooney en un derbi Manchester United-Manchester City de febrero de 2011 fue elegido mejor gol del siglo de la Premier** League. Y qué decir de su nuevo compañero, el sueco Zlatan Ibrahimovic, quien remató escorado y a 25 metros de la portería en un amistoso Suecia-Inglaterra de noviembre de 2012. El mismo mes de ese mismo año, el francés Philippe Mexès, con el AC Milan, también lo hizo desde la esquina derecha del área del Anderlecht.

Paradójicamente, en Francia, al hablar de chilenas no viene de inmediato a la cabeza el nombre del exjugador del Auxerre, sino los de Pierre Papin o Amara Simba, por su capacidad de efectuarlas correctamente en múltiples ocasiones. Por todo el mundo, hay así nombres que han quedado asociados para siempre a este gesto, después de que sus autores lo repitiesen con éxito una y otra vez: Fisher en Alemania o Hugo Sánchez en México son dos de ellos. En Italia, el excentral del Juventus Carlo Parola era apodado Signor Rovesciata. En Brasil, además de Leônidas, se pensará ahora sin duda en Wendell Lira, ganador del Premio Puskás de la FIFA, que colgó las botas unos meses después de dejar su huella en la historia gracias a una obra maestra.

"Cuando marqué aquel gol —en el torneo regional de Goiás, en un partido con público de 297 personas— no podría imaginar que fuera a cambiar mi vida de semejante manera", manifestó tras conectar una media chilena después de realizar un giro de 180 grados y en plena carrera. De esos 297 pares de ojos se pasó a más de 1,5 millones de visualizaciones en YouTube y votos en FIFA.com. Nadie cuestionará que es un gesto que entusiasma al público…