Cuando los futbolistas alcanzan su apogeo, siempre se mira con sentimentalismo a sus orígenes humildes. Así, no sorprende que se esté tratando de forma similar al pasado de Virgil van Dijk, actualmente considerado uno de los mejores defensas del mundo… si no el mejor.

A los 17 años, el hoy capitán de Países Bajos, baluarte defensivo del Liverpool y candidato al The Best al Jugador de la FIFA, lavaba platos en la parte trasera de un bar-restaurante de Breda. Y a pesar de que ya tenía a una presencia física destacada, ni siquiera estaba considerado un diamante en bruto.

“Era una roca en el campo, pero la verdad, no veía [en él] al nuevo capitán de la selección holandesa”, reflexionaba recientemente Robby Hendricks, su entrenador en el juvenil del Willem II; mientras que para su entrenador en el equipo filial, Edwin Hermans, tenía “demasiadas limitaciones”.

Tras no haber llegado al primer equipo del Willem II, el Groningen le brindó su primer trampolín para brillar. Lo detectó un hombre que conoce a un buen defensa en cuanto lo ve: el exzaguero Martin Koeman, padre de la leyenda Oranje Ronald (quien más tarde entrenaría a Van Dijk en el Southampton, y ahora con la selección nacional).

En la temporada 2011/2012 llegó a jugar los 90 minutos de 22 partidos, pero su eclosión se vio interrumpida bruscamente por un grave caso de apendicitis que puso en peligro su vida, y por el que tuvo que ser hospitalizado. “Mi cuerpo estaba deshecho”, recordaría posteriormente.

Sin embargo, una vez que regresó, ya no volvió a quedarse fuera del equipo, pues el entrenador Rob Maaskant sabía que tenía algo especial ante sí. “Cuando lo vi jugar, no había ninguna duda de que iba a elegirlo”, declaró a The Telegraph. “Tenía una fuerte personalidad y era un magnífico pasador, pero se mostraba un poco despreocupado de vez en cuando”.

“Cuando va andando por ahí, parece uno de esos jugadores de baloncesto cuando los ves fuera de la cancha. Muy pausados; y luego empieza el encuentro y de repente… ¡bum!... pueden hacer de todo”.

Algunos errores cometidos contra los grandes de la Eredivisie holandesa hicieron que el Ajax y el PSV no se fijaran en él, pero su personalidad para asumir riesgos llamó la atención del Celtic de Glasgow.

“Recuerdo cuando clavé la vista en él por primera vez, y quedarme impresionado en relación a lo que tenía como futbolista en aquel momento”, declaró al Daily Record John Park, entonces jefe de ojeadores del Celtic. “Virgil era un espíritu libre en el Groningen”.

“Me gusta mucho eso en un jugador; alguien a quien le gusta jugársela aunque ello conduzca a algún error esporádico. Me gusta ver a los jóvenes jugadores intentar algo diferente. Y Virgil intentaría cosas, lo cual era una cualidad positiva a mi modo de ver”.

En sus dos años con el Celtic, Van Dijk se convirtió rápidamente en ídolo de la afición, y su siguiente paso fue ponerse a las órdenes de su compatriota Ronald Koeman en el Southampton.

Tras dos temporadas y media madurando futbolísticamente en la costa sur de Inglaterra, se marchó al Liverpool en un traspaso récord que hoy nadie discute. El Liverpool ha ganado la Liga de Campeones de la UEFA al año siguiente de quedar subcampeón, y si bien sigue sin ganar la Premier League, el año pasado logró la mayor marca de puntos de su historia.