Los estadios se han quedado sin cánticos. Solamente los gritos de entrenadores y futbolistas resuenan en las gradas vacías, las mismas en las que era habitual encontrar miles y miles de hinchas, tanto hombres como mujeres. Y son precisamente las mujeres quienes no siempre viven experiencias positivas cuando acuden a un estadio de fútbol. Los comentarios ofensivos, las agresiones físicas o la marginación siguen siendo, desgraciadamente, sucesos no tan extraños en las canchas alemanas. Una circunstancia que Antje Hagel, del Proyecto Afición de Offenbach, lleva combatiendo desde hace muchos años y sobre la que intenta concienciar.

"Yo vengo del movimiento feminista de los años ochenta, que me marcó mucho. No llegué al fútbol hasta cumplidos los 30, y tenía muy claro que, si me quedaba, debía actuar. El sexismo era tan manifiesto, también a principios de los noventa, que era evidente que no podía seguir así. No hubo un motivo concreto más allá de una gran concienciación", explica Hagel, de 59 años, en su charla con FIFA.com sobre cuándo surgió su deseo de posicionarse claramente contra el sexismo y la discriminación en el fútbol.

"Todo el ambiente estaba cargado de racismo, antisemitismo y una actitud machista muy marcada: la manera de hablar, lo que se decía, las expresiones que se utilizaban y los cánticos que entonaban tanto hombres como mujeres. Al mismo tiempo, siempre había también —y ese era el rayo de esperanza que había entonces y que sigue habiendo ahora— muchas mujeres en el estadio. Y había mujeres y hombres a quienes no les gustaba aquello. Nos cruzábamos miradas furtivas, y ahí comprendí que yo no era la única que se sentía así", continua Hagel, que el año pasado fue distinguida con el premio Sophie von La Roche de la ciudad de Offenbach por su compromiso contra el sexismo entre los aficionados y en favor de las mujeres y las niñas.

Concienciar sobre este tema a los aficionados, tanto hombres como mujeres, es un paso importante en la lucha contra el sexismo, la violencia sexual y otras formas de discriminación. Y esto es algo que funciona especialmente bien gracias a las redes locales y nacionales de mujeres seguidoras de equipos, distintos pero que se apoyan las unas a las otras.

"Antes de empezar mi labor en el Proyecto Afición de Offenbach ya había contribuido en talleres para empleadas de proyectos sociales y pedagógicos de aficionados. Hacernos fuertes mutuamente es una de las claves más importantes. Si estas mujeres son capaces de influir en los distintos círculos de su hinchada, podemos llegar también a otros grupos de personas. Si yo veo a una mujer y veo o noto que pasa algo, puedo avisarle de que no está sola. No tenemos por qué ser todas amigas, pero debemos hacer ver a aquellas personas que deciden actuar contra ataques verbales que no están solas. En el fútbol ha habido muy poca conciencia sobre el sexismo y la violencia sexual durante muchos años, porque existía la percepción de que era cosa de hombres", señala Hagel.

"También considero que es un paso importante para las mujeres darse cuenta de que no se trata únicamente de un problema personal y privado. Hay cosas que nos pasan y a las que debemos llamar por su nombre, abordarlas, expresarlas y decirlas públicamente. El siguiente paso es unirse y buscar personas que nos protejan, nos defiendan, nos apoyen y nos den fuerza. Tenemos que aprender a tomarnos en serio a nosotras mismas y tejer las mejores redes posibles, igual que hacen los hombres. Estoy convencida de que podemos hacernos fuertes mutuamente".

📸La fotografía que encabeza el artículo es cortesía de Marie Hagel.