jueves 25 febrero 2016, 06:54

De Vanna y el gran reto de las Matildas

A veces, ejercer el liderazgo puede pesar como una losa, o, por el contrario, ser una fuente de inspiración enorme. Todo indica que Lisa De Vanna encaja en la segunda categoría.

La propia De Vanna admite que a lo largo de su carrera ha tenido que hacer frente a numerosos retos, tanto dentro como fuera de la cancha. Así, su designación como cocapitana —junto a Clare Polkinghorne— por decisión del seleccionador de Australia, Alen Stajcic, en vísperas de la Copa Mundial Femenina de la FIFA Canadá 2015™ resultó algo sorprendente. Pero De Vanna ha sabido estar sobradamente a la altura de la responsabilidad: ha desarrollado madurez dentro del terreno de juego y se ha convertido, afirma, en una “mejor persona” fuera de él.

Esta delantera nacida en Perth irrumpió en el panorama internacional hace doce años, con un extraordinario gol que permitió a las Matildas derrotar contra todo pronóstico a Alemania, entonces campeona del mundo. En muchos aspectos, aquellos primeros destellos marcaron la pauta de lo que ofrecería luego esta pequeña y dinámica australiana: esperar lo inesperado.

Resulta difícil imaginar a una futbolista más determinante que De Vanna cuando está entonada. Giros, quiebros y amagues constantes a los que sumar velocidad y un arranque imparables. No sorprende, por tanto, que algunas de las mejores defensoras del mundo hayan tenido problemas para frenarla.

De Vanna también posee un olfato de gol muy poco común, que se traduce en tantos impredecibles. Una sensacional diana de chilena le sirvió para ser candidata al Premio Puskás 2013. Ahora, a sus 31 años, no ha perdido un ápice de su velocidad, pero atraviesa una nueva fase en su carrera. Bajo la tutela de Stajcic, se ha convertido más en una jugadora de equipo y es una líder en el vestuario.

La pugna por viajar a Río de Janeiro Su desafío más inmediato consiste en canalizar esas cualidades recién descubiertas para ayudar a Australia a clasificar al Torneo Olímpico de Fútbol femenino Río 2016. Será una dura prueba para las Matildas, que se disputarán uno de los dos boletos disponibles para la AFC frente a Japón, subcampeona mundial, la RP China, la Rep. de Corea, la RDP de Corea y Vietnam.

“La designación como capitana me hizo salir de mi zona de confort”, explica De Vanna aFIFA.com. “Quiero pensar que tengo algunas buenas cualidades que puedo aportar a este equipo como líder”.

“Estoy muy agradecida por contar con un entrenador como Staj, que tuvo fe y confianza en mí. Vio algo en mí que quizás mucha gente no había visto. Me ha dado la confianza necesaria para liderar y rendir como lo estoy haciendo", señala.

“Clare está siendo un puntal para mí, y me ha ayudado a liderar también fuera de la cancha. Me ha enseñado a aprender lo que es la responsabilidad, ha sido una grandísima ayuda”.

“Contar con este apoyo me da confianza como líder. Desempeñar este papel supone un desafío, y él siempre me ayuda a ofrecer lo mejor de mí. Y Clare me ha ayudado a pensar más en mis acciones. Fuera del campo, estoy constantemente pendiente de cómo puede afectar lo que hago al equipo o a mis compañeras”, asegura.

Recursos más que suficientes De Vanna se define ante todo como una jugadora apasionada por su deporte. “Cuando juego, lo hago con muchísima pasión y cariño por mi país. Y eso también es lo que me convierte en la jugadora que soy”.

“Siempre intento aprender a ser mejor persona, y mejor capitana para ayudar al equipo. He estado en situaciones difíciles y he encontrado obstáculos . Nunca pensé que podía ser capaz de dar un paso al frente para asumir esta responsabilidad”.

La australiana ha participado en tres Mundiales y ha visto puerta en todos ellos, algo que únicamente ha logrado en su país un tal Tim Cahill, todo un símbolo de los Socceroos. Ese dato no hace más que reforzar el puesto de De Vanna entre los grandes del deporte rey en su país. Sin embargo, en su historial figura una línea que aún no ha escrito lo suficiente: los Juegos Olímpicos.

De Vanna actuó en las Olimpiadas de 2004. Pero fue hace doce años, cuando apenas era una muchacha de 19, aún poco consciente de la magnitud de aquel evento.

Ahora, lo que más desea es volver a un certamen que pocas jugadoras consiguen disputar. “Tengo muchas ganas y estoy deseando que llegue, aunque al mismo tiempo da miedo”. Así explica De Vanna cómo afronta los inminentes clasificatorios. “Me he perdido dos Olimpiadas y sé lo que se siente. Es una herida que tarda en curar cuatro años”.

Pero De Vanna confía en sus compañeras y en el cambio que se ha operado en el equipo en los últimos tiempos. “Los preparativos y la mentalidad de las chicas han cambiado mucho respecto a los últimos diez años. Ahora tenemos una mentalidad ganadora, y si jugamos bien, con una pizca de suerte, pasaremos”, asegura, toda confianza.

“Es uno de los torneos más difíciles que vayamos a jugar cualquiera de nosotras. Si triunfamos, puede cambiar por completo el fútbol femenino en Australia”. ¿Conseguirá De Vanna liderar al equipo hacia esta importante meta?