miércoles 10 junio 2020, 06:00

Jonsson y su momento Beckenbauer    

  • Ingrid Jonsson fue la primera mujer en arbitrar la final de un torneo de la FIFA

  • Hoy contribuye como instructora FIFA a la formación de la próxima generación

  • “Me encanta ver que se va mejorando en las diferentes facetas”

La Copa Mundial Femenina de la FIFA Francia 2019™ se disputó hace un año con la participación de 27 árbitras y 47 asistentes procedentes de 42 países distintos. La presencia masculina entre el personal arbitral de la cita gala se limitó únicamente a parte del equipo de 15 asistentes de videoarbitraje. Estas cifras contrastan con las de la primera edición del certamen mundialista femenino, que se celebró en RP China en 1991 y contó con solo seis colegiadas. Una de aquellas pioneras fue Ingrid Jonsson, que cuatro años más tarde dirigió la final del Mundial femenino, que enfrentó a Noruega y Alemania.

“Aquel fue sin duda un momento especial, pero mis mejores recuerdos hay que buscarlos en la cita mundialista de 1991. Yo había empezado a arbitrar en 1983. En 1988 celebramos el primer seminario de la FIFA y ya entonces teníamos la esperanza de que algo comenzase a ocurrir también en cuanto a competiciones internacionales. En RP China 1991 se decidió de improviso que seis árbitras participasen en el certamen. Ese es mi recuerdo más imborrable, porque supuso mi primera participación en una competición internacional”, rememora Jonsson para FIFA.com.

“En aquel momento tenía un hijo de un año y todo el mundo me decía que estaba loca por dejar a un niño de esa edad solo durante todo un mes. Fue una experiencia alucinante. Participé en la final de 1991 como asistente. Después del partido, con el estadio ya vacío, regresé al terreno de juego y me quedé parada en el medio del campo, pensando: '¿Por qué yo? ¿Qué he hecho para merecer esta suerte?'. Lo que sentí en aquel momento fue más grande que las sensaciones que viví con ocasión de la final de cuatro años más tarde”, explica.

Una evolución imparable

Entre aquella edición inaugural del Mundial y la más reciente de Francia 2019 han transcurrido 28 años, durante los cuales no solo el fútbol femenino ha experimentado un gran crecimiento, sino que también las exigencias para las colegiadas se han incrementado considerablemente.

“Al comparar lo que se hacía casi 30 años atrás y lo que se hace actualmente se puede constatar que el ámbito del arbitraje se ha vuelto mucho más profesional. Al principio dependíamos casi exclusivamente de nosotras mismas, ya que el entrenamiento y la preparación teórica nos tocaba hacerlos prácticamente solas. Actualmente, las colegiadas reciben el apoyo que necesitan y disponen de muchas más posibilidades en materia de formación y preparación física”, continúa la exárbitra sueca.

“Mejoramos continuamente, igual que las jugadoras, y estamos preparadas para seguirles el ritmo. Siempre hay margen de mejora, pero creo que, en este momento, el nivel es bueno”.

Formadora de las nuevas generaciones

Actualmente, en cumplimiento con la responsabilidad que le corresponde como instructora FIFA, la exárbitra de 60 años tiene entre sus prioridades transmitir sus conocimientos a la próxima generación y poner así su granito de arena en la formación de las nuevas colegiadas. Una simple conversación con Jonsson basta para detectar el entusiasmo con el que nuestra protagonista acomete esta tarea y lo mucho que le gusta su trabajo.

“Cuando di mis primeros pasos en el mundo del arbitraje estaba casi sola. Tenía 24 años y en mi país me contrataron como formadora de manera casi inmediata. Soy profesora de educación física y a lo largo de mi vida he trabajado como entrenadora y formadora en diferentes ámbitos deportivos. Cuando dejé de arbitrar me llegó primero una propuesta de la UEFA por si quería trabajar con ellos en el Campeonato Europeo Femenino Sub-19 que se celebró en Finlandia en 2004. Después, durante mi estancia en tierras finlandesas aquel verano, la FIFA me llamó para preguntarme si quería participar en calidad de experta en la Copa Mundial Femenina Sub-19 que tuvo lugar en Tailandia”, recuerda Jonsson.

Posteriormente fui instructora FIFA hasta 2012 y después formé parte de la Comisión de Árbitros de la FIFA durante cinco años. Cuando se llevó a cabo la reestructuración de la organización tuve la suerte de poder volver a ser instructora. Siempre he dedicado parte de mi tiempo a la formación en diferentes ámbitos deportivos, así que ha sido maravilloso tener la oportunidad de hacer esto en el fútbol y, de manera especial, en el arbitraje. Me encanta ver que se va mejorando en las diferentes facetas. Tengo la posibilidad de compaginar la función de orientadora de árbitros en la UEFA con la de instructora FIFA. Es estupendo y me encanta”, continúa.

Y es precisamente esta pasión por su profesión lo que ha permitido a Jonsson hacer posible lo imposible y creer siempre en sí misma, incluso en los momentos en que las cosas no eran fáciles y había que emplearse al máximo. Hablamos de una enseñanza que nuestra protagonista gusta de transmitir a sus pupilos. Igual de relevante es para ella subrayar que la calidad de un árbitro tiene una importancia fundamental. “La calidad del árbitro constituye el aspecto más crucial. Los futbolistas y las futbolistas trabajan tanto hoy en día que se merecen los mejores árbitros. La cuestión de si esos árbitros son hombres o mujeres me interesa menos, porque lo que quiero es que tengan calidad”, concluye.

Este artículo forma parte de nuestra nueva serie “Las mujeres en el fútbol”, en la que ofrecemos distintas miradas entre bastidores. La semana que viene nos centraremos en la beninesa Tempa Rosalie N’Dah.