Primero pensó en dejarlo. Después de media vida ligada al fútbol femenino en ‘su’ Fundación Albacete –como jugadora al comienzo, después como entrenadora en segunda y en primera división, y al final como responsable de la academia–, saber que no contaban con ella dolió y mucho.

También dolió que el teléfono no sonara. “Después de estar tres años entrenando en primera no recibí ni una oferta en España”, se lamenta Milagros Martínez. Pero empezó a moverse, actualizó sus redes sociales, mandó su CV aquí y allá, y un buen día el teléfono sonó: llamaban de Japón.

“Fue todo súper rápido”, cuenta con una sonrisa. El Suzuka Unlimited de la JFL –categoría semiprofesional del fútbol masculino nipón– buscaba entrenadora, y Mila no lo pensó dos veces. “Lo peor fue decírselo a mi madre”, dice entre risas. “Pensé: ‘aquí va a haber drama seguro’. ¡Pero ahora es ella la que me dice que no me vuelva!”.

En apenas 13 días estaba en un avión rumbo a Japón, desde donde atiende a FIFA.com. En estos momentos afronta su segunda temporada al frente del equipo, y lo hace convertida en una celebridad: a su llegada en enero de 2019, hizo historia como la primera mujer en asumir el banquillo de un equipo masculino en el país del Sol Naciente.

“He ido por Tokio y me han parado para hacerse una foto conmigo. También hay una niña en el Sur de Japón que todos los meses me manda regalos. Solo la conozco de un día que vino a ver un partido y me dijo que quiere ser entrenadora. Este tipo de cosas te hacen valorar lo que estás haciendo”.

La barrera idiomática complica un poco las cosas. “Imagínate al principio en el supermercado, por ejemplo. Y luego hay muchas cosas que te sorprenden”, comenta divertida. Aun así, un intérprete la ayuda en su día a día en el club.

En lo futbolístico, el choque cultural también estaba servido. “Con los chicos, al principio entraba en el vestuario y se reían, o iba uno sin camiseta y te pedía disculpas”. Pero no tardó en hacerse con el grupo. “Les preguntaba por la familia, el trabajo… Se sorprendían mucho. Cada día intento hablar con dos o tres. Y por ahí me los fui ganando”.

Los entrenos de los sábados, en los que siempre incluye algún juego o actividad para hacer piña, también tienen mucho éxito entre sus jugadores. Es más, un par de ellos ya estudian para sacarse el título de entrenadores atraídos por los métodos de Mila.

“Técnicamente son una pasada. Los pones en un rondo y se pueden tirar 20 minutos y el de dentro no roba. Pero trasladar eso al campo en condiciones adversas les cuesta más, y tácticamente es donde hay más problemas. Durante la semana incido sobre todo en la táctica, pero sin que les explote la cabeza”.

“A veces tengo que pararlos. Acaba un entreno de una hora y 45 minutos y a lo mejor se ponen a correr porque dicen que no se han cansado lo suficiente todavía”.

“Al principio intentamos pasar a un 4-3-3, pero volvimos al 4-4-2 para aprovechar mejor las características de los jugadores que tenemos. Cuando llegué jugaban muy directo, y ahora intentamos aprovechar la velocidad de los de arriba, que son balas, pero también tener más el control de la pelota”.

La COVID ha trastocado los calendarios futbolísticos de todo el mundo, y Japón no es una excepción. Esta temporada Mila y sus chicos llevan más de 100 entrenos y apenas unos pocos partidos, pero ya se han llevado su primera gran alegría: ganar la Copa de la Prefectura de Mie, que es parte de la Copa Emperador.

Es el primer trofeo para la española. “Muy contenta, la verdad. Y después de tantos entrenos sin competir sienta genial. Especialmente porque era un derbi y el año pasado habíamos perdido en penaltis ante el mismo rival”. El 16 de septiembre jugarán la siguiente ronda.

A pesar de estar muy contenta con esta experiencia en el Suzuka Unlimited, en el futuro Mila espera poder demostrar su valía en casa… o al menos un poco más cerca. “Esto es un hacer un máster semana tras semana, aprendes muchísimo; pero sí que me gustaría acercarme un poquito más a España, quizás entrenar en Europa y conocer otro fútbol, porque te enriquece un montón. Por ejemplo, me encantaría entrenar a alguna selección, incluso ser asistente de alguien…”.

Mila se siente una pionera, pero espera que casos como el suyo dejen de ser excepcionales y que cada vez sea más fácil ver a mujeres entrenando en la élite del fútbol tanto femenino como masculino. “Al final se necesita que a una de nosotras le den la oportunidad, esté preparada y salga bien. A partir de ahí todo será más fácil”. De momento, ella ya ha roto una barrera más. Y espera que haya nuevas oportunidades de seguir haciendo historia.