Duncan y las All White, ni un pelo de tontas

Dentro de la cancha, Katie Duncan siempre ha sido fácilmente reconocible por su manera de leer el juego, su forma única de pelear por todos y cada uno de los balones y su célebre melena rubia. Casi nada cambió en su estreno en el Torneo Olímpico de Fútbol femenino Río 2016. Frente a Estados Unidos, la neozelandesa se multiplicó sobre el terreno de juego, aunque el tanteo final no favoreciese a sus intereses y a los de las Football Ferns (derrota por 2-0). No obstante, si Duncan pasó aún menos desapercibida que de costumbre, fue también por su nuevo peinado…

“Sí, lo llevo algo más corto que antes, ¿no?”, dice sonriendo, en declaraciones a FIFA.com, con la cabeza prácticamente rapada. “¡Y eso que ya me ha crecido bastante! Hace casi un mes que me lo corté. Por lo menos, así corro más”, continúa, pasándose la mano por el poco cabello que le queda. “He tenido que habituarme, pero no me arrepiento. Ya casi ni lo noto”.

Y no, la número 4 de las Kiwis no se decidió por el cambio de imagen por motivos estéticos. Fue por una buena causa, por razones benéficas. “Dejar atrás los temores, dentro y fuera del campo. Ese fue el sentido de mi gesto. Invito a la gente a dar lo máximo en lo que realmente desea hacer. Se trata de soltar lastre, de avanzar sin miedo a cometer errores”, explica.

El mensaje se acompaña de un llamamiento a hacer donativos a la asociación True Colours Children's Health Trust, con sede en Waikato, dedicada a ayudar a los niños enfermos y a sus familias.

Duncan es generosa, y también abnegada. Ante las estadounidenses, no dejó de presionar a Carli Lloyd, Alex Morgan y compañía, hasta llegar a resentirse físicamente. “Terminé con la cadera mal. Me dolió mucho, pero la lesión va aliviándose poco a poco, y espero estar en condiciones para el partido de Colombia”, aclara, antes de repasar su prestación contra las Barras y Estrellas. “Estoy contenta con mi actuación, hice un partido correcto. Lo malo es que en los Juegos Olímpicos no hay que hacer partidos buenos, sino impresionantes”.

Eso resume bastante bien el primer compromiso de las oceánicas, que no tienen nada que reprocharse por haber perdido 2-0 ante la formación que ocupa el primer lugar en la Clasificación Mundial FIFA/Coca-Cola. Con todo, deberán hacer más para seguir avanzando en el torneo. “Hicimos un partido sólido en defensa. Tácticamente, estuvimos bien organizadas. Ahora, a toro pasado, pensamos que debimos haber apostado más por el ataque, e intentar crear peligro arriba, para desestabilizar más al rival. Pero ya está, ¡hay que pensar en el siguiente partido!”, señala.

El próximo adversario de las All White es Colombia, este 6 de agosto en Belo Horizonte. Será un choque con mucho en juego. Ambas selecciones perdieron en su debut, y el pase a los cuartos de final se cotiza muy caro. Aun así, Duncan, como es lógico, ni se plantea afrontarlo con miedo. “No, no les tenemos miedo, al contrario, las respetamos”, apunta. “No hay que subestimar su calidad. Técnicamente son muy buenas. En los contragolpes, pueden llevar mucho peligro. ¡Pero tenemos que concentrarnos en nosotras! ¡Hay que darlo todo y ganar!”.

El bloque como arma Y habla la voz de la experiencia: Duncan ha participado en casi todas las últimas campañas olímpicas y mundialistas de su país. A sus 28 años, acumula 105 internacionalidades, y es una de las jugadoras más experimentadas del plantel de Tony Readings.

También recalca la palabra “grupo”. “Ahí radica nuestra fuerza. Puede que no seamos las mejores técnicamente, pero tenemos el mérito de saber jugar juntas, de hacer piña dentro y fuera de la cancha. Somos un bloque, y es un arma potente, que nos permite plantar cara a las mejores”, insiste.

Nueva Zelanda está participando en su tercer Torneo Olímpico de Fútbol femenino consecutivo, después de Pekín 2008 y Londres 2012. Hace ocho años, las Football Ferns no lograron superar la liguilla, pero protagonizaron una pequeña gesta en la RP China al obtener un empate ante una selección japonesa que se proclamaría campeona del mundo tres años más tarde.

Fue un resultado simbólico, que representó el primer punto de las **Kiwis en la fase final de una competición mundial. Cuatro años más tarde, subieron un peldaño al doblegar a Camerún y acceder a los cuartos de final de la prueba —su primera victoria y su primera clasificación para la siguiente ronda en una competición mundial femenina—, antes de ser eliminadas por Estados Unidos, a la postre campeón del certamen.

“Ya no nos fijamos límites. Jugamos por la medalla de oro, nada menos. Hemos perdido contra Estados Unidos, pero vamos a recuperarnos. Tenemos fe, creemos en nosotras y sabemos que juntas podemos llegar a lo más alto. Yo confío en nosotras”, concluye Duncan, que no tiene ni un pelo de tonta.