martes 16 junio 2020, 11:37

25 años de la mayor gesta futbolística de Noruega 

  • Noruega ganó la Copa Mundial Femenina de la FIFA hace 25 años

  • Alemania cayó por 2-0 en la final de Solna (Suecia)

  • Hege Riise: "Fue el mejor momento de mi carrera"

Hoy se cumplen 25 años del día en el que Noruega alcanzó la cima del mundo y se convirtió así en el segundo equipo que conquistaba la Copa Mundial Femenina de la FIFA™. Un cuarto de siglo después, es uno de los cuatro países que han logrado tamaña gesta en la historia de la competición.

Esta nación de tan solo cinco millones de habitantes es además, y de lejos, la más pequeña que se ha aupado a la cumbre del fútbol femenino. Aunque realmente diminuta en comparación con las otras tres campeonas del mundo, Estados Unidos, Alemania y Japón, Noruega tenía la sana costumbre en aquella época de rendir muy por encima de lo que se podía esperar de ella por su tamaño.

Entre 1987 y 2000, se proclamó campeona de Europa en dos ocasiones, se colgó el oro olímpico y se metió en dos finales del Mundial femenino. Pero su gran momento de gloria llegó una tarde lluviosa de junio en Solna (Suecia), cuando se impuso a su eterna rival, Alemania, para alzarse con el título más codiciado.

El momento perfecto de Riise

“Sin duda alguna, fue el mejor momento de mi carrera”, cuenta a FIFA.com Hege Riise, la gran estrella de aquel equipo y autora del primer gol en la final. “Ganar los Juegos Olímpicos resultó maravilloso, pero el discurrir del torneo no fue el mismo. En el Mundial de 1995 viví mi mejor experiencia”.

Esa experiencia le supo a Riise más dulce si cabe porque, cuatro años antes, en otra final de la Copa Mundial Femenina de la FIFA había probado el sabor amargo de una derrota por 2-1 ante una selección de Estados Unidos espoleada por Michelle Akers. Pocas semanas antes se había convertido en una de las 22 jugadoras convocadas para el primer partido de la historia de la competición, en el que las noruegas se enfrentaron a la anfitriona, China, ante 65.000 espectadores. “Entonces supe que el Mundial femenino llegaría a ser una prueba realmente especial”, afirma mucho tiempo después.

Riise era muy joven en China 1991, pero llegó al siguiente Mundial convertida en una de las futbolistas más admiradas y completas. De hecho, regresó a casa tras la final no solo con el trofeo de campeona del mundo, sino también con el premio a la mejor jugadora de la competición.

“Sigo muy orgullosa de aquel Balón de Oro. Supe que había tenido un torneo fantástico, y disfruté cada minuto de él. Atravesaba un estado de forma excelente; sentía que nada podría pararme”.

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La suerte de cara ante EEUU

“Creo que la mayoría del equipo se sentía como yo en 1995. Teníamos el mismo seleccionador que en 1991 (Even Pellerud) y prácticamente las mismas jugadoras. Habíamos creado un estilo de entrenamiento realmente intenso, gracias al cual nos encontrábamos en la mejor forma física de nuestras carreras y éramos prácticamente imparables cuando llegó el Mundial”.

Y se notó. Encuadradas en el mismo grupo que Canadá, Inglaterra y Nigeria, las noruegas marcaron 17 goles sin obtener réplica antes de eliminar a Dinamarca en octavos. En semifinales reeditaron la final de 1991 contra un imponente combinado de Estados Unidos en el que figuraban, entre otras, Akers, Mia Hamm y Carin Jennings.

Ann Kristin Aarones marcó el único gol de aquel encuentro, aunque la gran delantera, que se proclamó máxima goleadora de aquella fase final, admitió que la suerte había jugado a su favor. “En los últimos minutos, creo que ellas estrellaron tres veces el balón en el larguero”, explicó a FIFA.com. “Seguramente Estados Unidos pensaría que le habíamos robado el torneo”.

Una final con aires de revancha

Pero eliminar a las defensoras del título no garantizaba a Noruega el triunfo definitivo. En la final esperaba una Alemania que, tan solo tres meses antes, había ganado su tercera EURO consecutiva. En las dos finales continentales anteriores, las alemanas se habían impuesto a las noruegas por un tanteo global de 7-2.

Bajo una lluvia pertinaz en Solna, Riise encontró la chispa de inspiración necesaria, anotó uno de los goles más famosos de la historia del torneo y puso por delante a las suyas en el minuto 37. “Algunos momentos nunca se olvidan y, para mí, aquel gol en la final es uno de ellos”, asegura con una sonrisa.

Tres minutos después, Marianne Pettersen subió el 2-0. De todas formas, mientras los espectadores consideraban que la suerte de Alemania estaba sentenciada, Riise y compañía temían que un exceso de confianza diera al traste con todo.

“Aunque estábamos ganando con tanta claridad, sabíamos que el rival era Alemania, un equipo que nunca se rinde. Por eso no nos relajamos hasta el pitido final. Después, festejamos de verdad. Incluso nos escoltaron dos aviones militares de regreso a Noruega, donde nos aguardaba una enorme celebración en el aeropuerto”.

Unas festividades bien ganadas y muy merecidas. Como comentó Aarones: “No sucede a menudo que Noruega gane un Mundial”.