Fue premiada como la mejor jugadora joven de la Copa Mundial Femenina de la FIFA Canadá 2015. Con solo 19 años, Kadeisha Buchanan desafió al miedo escénico de competir en el mayor torneo global como anfitriona y se robó todos los focos en una posición arriesgada.

El Grupo de Estudios Técnicos de la FIFA la distinguió por ser “una central imponente y combativa, excelente en el uno contra uno”. “Sabe lanzar los ataques y frenar a las adversarias de su entorno”, concluía una valoración que la destacaba como una de las jugadoras claves de la selección canadiense que alcanzó los cuartos de final.

Cuatro años después, esas virtudes se mantienen, aunque hay cambios. “¡La mayor diferencia es mi pelo!”, sonríe. Y sin duda les resultará difícil reconocerla si buscan aquellas largas trenzas decoradas con hilos rojos. “En el campo, mi capacidad defensiva es la misma, pero he intentado mejorar en el ataque. Además tengo mucha más experiencia, he madurado y aprendido mucho”, señala quien acaba de conquistar su tercer título de liga en Francia con el Olympique Lyonnais.

Esa vocación de ataque la lleva impresa en los genes. “Mi padre fue delantero, y eso de marcar goles me llama”, reconoce. Como todos los niños, quería ser delantera y no lo esconde. Pero hoy está satisfecha y agradecida a una posición en la que brilla.

“Lo cierto es que he jugado en todas las posiciones del campo, extremo, mediocentro de contención, lateral… Finalmente creo que la posición de central es la que mejor se adapta a mí. Influye todo, mi altura, mi cuerpo, que tengo buen instinto para defender… Muy dentro de mí tengo esa tendencia a querer sumarme al ataque y marcar goles, pero bueno, también puedo hacerlo, así que estoy muy contenta. He recorrido un largo camino y esta posición me ha abierto muchas puertas”.

La primera fue la del programa juvenil canadiense, al que se unió con 14 años para iniciar una carrera fulgurante con las Canucks, con las que ya se ha colgado una medalla de bronce olímpico en Río 2016.

Además, destacó con los Mountaineers de la Universidad de West Virginia y en el Vaughan Azzurri de la Liga 1 de Ontario, antes de firmar en 2017 con el Olympique Lyonnais de la primera división francesa. Ahí ha conquistado ya tres títulos de Liga, una Copa de Francia y dos Ligas de Campeones de la UEFA.

La familia de Buchanan tendrá dos equipos a los que animar en la Copa Mundial Femenina de la FIFA Francia 2019: Canadá y Jamaica. Los padres de Keisha nacieron allí y ella creció plenamente conectada con la isla.

“Es un orgullo que se haya clasificado para el Mundial. Estoy muy contenta por ellas. Mis raíces son jamaicanas, he crecido con esa cultura, con esa influencia”, dice mientras nos muestra un colgante, con la forma de la isla, que lleva al cuello. Eso sí, si les tocara cruzarse confía en que la animen a ella, aunque lo dice con una mirada entre insegura y divertida.

“Mi madre las sigue mucho”, se ríe desconfiada. Ella es la guardiana de sus trofeos y este año viajará a Francia para apoyar a su hija en el Mundial.

“Si tengo que elegir el mejor recuerdo de Canadá 2015, creo que sería el partido que jugamos contra Holanda en Quebec, porque toda mi familia vino a verme. También un montón de amigos del colegio y mi primer entrenador. Que todos me vieran viviendo mi sueño, jugando un Mundial en casa, fue quizá el mejor momento”, explica la jugadora de 23 años sobre lo especial de poder contar con el apoyo de la familia. Si logran reunirse todos, será una presencia más que notable, nada menos que 11 hermanos en total.

“El mejor resultado sería ganar el Mundial. Un buen resultado sería subirnos al podio”.