sábado 12 noviembre 2016, 08:24

El histórico gol de Wambach

  • Abby Wambach marcó uno de los goles más emblemáticos de la Copa Mundial Femenina

  • El remate de cabeza fue votado como el mejor de la competición en 2015

  • Fue ante Brasil en Alemania 2011 en cuartos de final

Antes de la Copa Mundial Femenina de la FIFA de 2015, FIFA.com llevó a cabo una encuesta entre los aficionados para decidir cuál era el mejor gol de la historia del torneo. No pasó mucho tiempo hasta encontrar un claro ganador.

A decir verdad, el tanto de Abby Wambach no era el de mejor ejecución técnica ni el más bonito estéticamente de los 15 goles que figuraban en la lista de precandidatos. Pero su significado, su contexto y las repercusiones que tuvo en el mundo entero le granjearon para siempre un lugar en los corazones de los aficionados.

“El poder de ese gol es impresionante”, ha declarado la mujer que lo marcó. “La gente me dice constantemente que se acuerda exactamente de dónde estaba cuando sucedió todo”.

La propia Wambach nunca lo olvidará, como tampoco las emociones que precedieron y siguieron al histórico remate de cabeza. Primero llegó la desesperación, pues la goleadora, varada en la delantera con el balón en el otro extremo del campo, veía cómo se cumplían inexorables los minutos 120 y 121 del encuentro de cuartos entre Estados Unidos y Brasil.

El pitido final tenía que haber sonado ya, y las sudamericanas, que habían humillado a Wambach y las suyas en la misma fase de la edición de 2007, aventajaban por 2-1 y se veían ya en semifinales.

Las estadounidenses de Pia Sundhage se habían puesto por delante en los primeros compases del partido, pero las tornas cambiaron a mediados de la segunda mitad, con la expulsión de Rachel van Hollebeke y el penal subsiguiente, que transformó Marta (al segundo intento) para igualar el marcador.

Cuando la emblemática jugadora brasileña volvió a ver puerta transcurridos dos minutos de la prórroga, Wambach temió lo peor. “Pensaba: ‘Bueno, se acabó lo que se daba”, explicó a ESPN. “Cuando alguien marca a estas alturas [de la prórroga], normalmente puedes darlo todo por perdido. El equipo que anota se repliega, y nosotras estábamos en inferioridad numérica. Parecía que el mundo se había puesto en nuestra contra”.

Pero Wambach no bajó los brazos, ni tampoco se rindió la veterana defensa Christie Rampone, quien implacable, y mientras Brasil se pasaba el balón y dejaba que transcurrieran los últimos segundos, recuperó la posesión. La pelota avanzó hacia Ali Krieger y después hacia Carli Lloyd en el medio centro.

Con la seguridad de que el pitido final sonaría en cualquier momento, Wambach recuerda que gritó: “Carli, ¡pásamela! ¡No la pases a la banda!”. Para eterna gratitud de la delantera centro, Lloyd no le hizo caso y abrió el juego hacia la izquierda, hacia Megan Rapinoe.

Rapinoe no había formado parte del once inicial y, para ser sinceros, tampoco había causado gran impresión desde que saltó desde el banquillo en el minuto 10 de la segunda parte. "En un momento dado, Pia llegó a pensar en sustituirme, suplente por suplente", admitiría la jugadora tiempo después. "Pero me reivindiqué".

La mediocampista se reivindicó ciertamente con una de las mejores asistencias jamás vistas en un Mundial femenino. Incluso en aquel instante, mucho antes de tan siquiera haber visto la primera de las innumerables repeticiones de la jugada, Wambach se quedó boquiabierta. "Aquel pase de Rapinoe fue sin lugar a dudas el mejor de todo el torneo”, explicó después a FIFA.com.

El momento más emocionante de una carrera increíble

Tan sobresaliente como fascinante fue el hecho de que Rapinoe lanzara aquel centro medido, enviado al segundo palo desde la banda izquierda, con su pie más débil. "Vi toda la secuencia entera, desde que salió de su bota", recuerda Wambach. "Estoy convencida de que Pinoe sabía que yo me encontraba allí".

La creadora ha sido lo bastante modesta y sincera como para admitir que no era el caso. “Ojalá pudiera decir que vi a Abby y apunté bien desde 45 metros con mi peor pie, pero no fue así”, asegura. “Sabía que ella estaría por allí, en algún sitio. Sin embargo, lo único que pensé fue 'tengo que lanzar cuanto antes, porque [el silbato] puede sonar en cualquier momento'. Y golpeé el balón para que llegara lo más lejos posible. Abby lo consiguió".

Lo que Wambach consiguió fue calcular a la perfección la trayectoria del balón, que engañó tanto a su marcadora, Daiane, como a la guardameta brasileña Andreia, y rematar un cabezazo potente y preciso al fondo de las mallas. Con ello, puso en pie al estadio, a aficionados propios y neutrales, y provocó la admiración de otra emblemática jugadora estadounidense, nada más y nada menos que la delantera ídolo de Wambach.

"Cuando se corre a tanta velocidad hacia un balón que debe atravesar una distancia tan considerable, lo más seguro es que la guardameta te cierre el paso", explicó Mia Hamm a ESPN. "Estar tan concentrada en el balón y en tu técnica, con la portera adelantada, requiere mucho coraje”.

El premio a aquel inmenso valor fue un gol que afianzó el lugar que ocupa su autora en la historia deportiva de Estados Unidos, junto a la posibilidad in extremis de poner el partido en la tanda de penales. Lo que siguió fue la seguridad de que la victoria estaba cerca. “Cuando marcamos aquel gol, pensé: ‘Ya no se nos escapa’”, afirma Wambach.

Después confesaría a FIFA.com que había sido “el momento más emocionante” de su vida. El significado profundo de aquel gol agónico y soberbio sólo se desvelaría con el tiempo. "Aquel remate de cabeza fue una especie de momento decisivo, no sólo para mí y mi carrera, sino también para el equipo", analizaba Wambach. "En Estados Unidos, aquel gol de 2011 contra Brasil otorgó plena relevancia al fútbol femenino”.