viernes 01 julio 2016, 11:27

La increíble aventura nigeriana de 1999

  • Nigeria fue uno de los equipos más atractivos de Estados Unidos 1999

  • La estrella Mercy Akide reflexiona sobre la odisea

  • "Fuimos para fijar un objetivo más ambicioso para el fútbol femenino africano. Hicimos eso"

“Estábamos dispuestas a morir por ello”, explica a FIFA.com Mercy Akide Udoh cuando le preguntamos la importancia que tenía la inolvidable campaña de Nigeria en la Copa Mundial Femenina de la FIFA EE.UU 1999™.

La historia de la selección nigeriana se pierde algunas veces durante aquel torneo mágico, cuando el Mundial Femenino explotó con una enorme asistencia de público a los estadios y un combinado estadounidense repleto de estrellas, que acabaría superando a la RP China en la final. Sin embargo, las Súper Halconas fueron uno de los conjuntos más pintorescos y entretenidos del torneo, y alcanzaron cotas que aún no se han igualado en el fútbol femenino africano.

“Fuimos allí con una misión: subir el listón para el fútbol femenino africano, y lo hicimos", continúa Akide Udoh. "Lo dimos todo para que el fútbol femenino creciese no sólo en Nigeria, sino en toda África, porque no se respetaba esta modalidad. Queríamos mostrar a todo el mundo que sabíamos jugar, sin importar nuestro lugar de procedencia o los rivales con los que nos habíamos cruzado para llegar hasta allí. Como mujeres africanas, nos esforzamos por demostrar que podíamos hacer algo distinto a quedarnos en casa, en la cocina o sirviendo a los hombres: que éramos capaces de jugar al fútbol”.

La primera victoria y una derrota aplastante

Las nigerianas no habían hecho un buen papel en sus dos primeras participaciones, al sumar únicamente un punto en seis partidos, con una diferencia de goles de -16. Pero, con la “Maravillosa” Mercy al frente, que por aquel entonces tenía 23 años, habían superado sin dificultades los clasificatorios africanos, con un balance de 28 tantos a favor y ninguno en contra en cinco encuentros.

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A pesar de su condición de equipo modesto, eran consideradas adversarias peligrosas en el Grupo A, que también incluía a un posible tapado como la RDP de Corea, la selección anfitriona, campeona de 1991, y Dinamarca, dos veces cuartofinalista. Akide afirma que el plantel llegó a EE.UU 1999 mejor preparado que en sus dos participaciones anteriores en la fase final, después de realizar largas concentraciones en Europa.

“La diferencia se notó cuando llegamos al torneo. Estábamos preparadas. Sabíamos que las demás selecciones podrían tener más experiencia, pero no nos daban miedo”.

Su primer reto fueron las coreanas, a las que vencieron por 2-1, desplegando un vistoso fútbol ofensivo que enseguida les granjeó el apoyo de numerosos hinchas. “Aportamos nuestro propio estilo y apostamos por nosotras. Yo me teñí el pelo de verde y blanco, hicimos cosas así, divertidas. Competimos al máximo, pero lo pasamos bien”, recuerda Akide, con su característica risa alegre.

Ella dio la asistencia del gol de la victoria, aunque antes ya había encarrilado el encuentro para las suyas al marcar un extraordinario primer tanto desde un ángulo imposible, por toda la escuadra. “Nunca olvidaré ese gol. Fue asombroso. Yo quería tirar a puerta, y se coló perfectamente por la escuadra. Nos hizo creer que podíamos conseguir más”.

Luego vino un revés enorme, en su segundo compromiso: la derrota por 7-1 a manos de las futuras campeonas, a pesar de adelantarse en el minuto 2. La constelación de estrellas estadounidenses y los 65.000 hinchas que las animaban resultaron imparables para un equipo acostumbrado a jugar en estadios relativamente vacíos.

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“Francamente, no podíamos creer que hubiese tanta gente, nos vimos superadas”, admite Akide. “Estaban todos eufóricos, y cuando nosotros marcamos se hizo el silencio. Pero luego ellas empataron casi de inmediato y todo se nos vino encima. No pudimos hacer frente a la presión”.

Recuperación y un final increíble

A continuación, el seleccionador Ismaila Mabo recompuso a su equipo, y apenas tres días más tarde las Halconas vencieron a Dinamarca por 2-0, con una nueva diana inicial de Akide. Fue un resultado sorprendente, que sirvió para que Nigeria se adjudicase la segunda posición del grupo y concertase un interesantísimo duelo de cuartos de final ante el temible Brasil, un equipo de claro corte ofensivo.

Y lo que se había anunciado como un encuentro que pasaría a la historia no decepcionó, ya que fue uno de los más vibrantes que nos haya deparado nunca el Mundial Femenino.

Para las africanas, la situación no tardó en ponerse cuesta arriba, y se temía una repetición de la goleada sufrida ante Estados Unidos. Brasil, dirigido por la veterana mediapunta Sissi, se dotó de una ventaja de tres goles en los primeros 35 minutos.

Las Halconas se fueron a los vestuarios en apariencia noqueadas, pero Mabo les devolvió de nuevo la moral. “El seleccionador nos dijo que teníamos que jugar por Nigeria, por nuestras familias y nuestros nombres, por nosotras. Si queríamos que el mundo nos reconociese, este era el partido para demostrarlo”, dice Akide.

Nigeria se lanzó al ataque con todo, y el público pudo disfrutar de un duelo electrizante, en el que las ocasiones se sucedían para ambas selecciones. Las Halconas acabaron abriendo brecha en el minuto 65, y marcarían otros dos tantos en los siguientes veinte minutos, forzando así la prórroga.

No obstante, recibieron una tarjeta roja en el tramo final, y acabaron sucumbiendo ante un gol de oro en el minuto 104, a la altura de una contienda inolvidable: un deslumbrante lanzamiento de falta desde lejos de Sissi que se introdujo por arriba, ajustado al palo.

Con todo, Akide confirma que las nigerianas, agotadas, cumplieron su misión: “Volvimos a meternos en el partido y nos limitamos a jugar. Los goles no nos importaban. Queríamos recuperarnos y lo logramos, aunque terminase con ese golpe franco. Entonces suponía la muerte súbita, así que tuvimos que aceptarlo, pero nos quedamos muy contentas. Nos sentimos muy orgullosas por lo que hicimos”.

“Ese partido fue uno de los mejores en los que participé con la selección, porque al remontar un 3-0 en contra demostramos que teníamos algo dentro, que éramos un equipo y que sí sabíamos jugar al fútbol”.

Tanto lo demostraron que marcaron a fuego la historia del fútbol africano.