El pasado junio, una alumna de la Università degli Studi di Torino debería haber estado estudiando macroeconomía y estrategias empresariales. Su cabeza, no obstante, prefería fantasear con jugar al fútbol en tierras francesas.

Dos días más tarde, Barbara Bonansea tenía un examen para su carrera de Economía Empresarial. Lo aprobó. Unos días después, afrontaba el que consideraba “el examen más importante de mi vida” hasta ahora: un partido de clasificación para la Copa Mundial Femenina de la FIFA™ contra Portugal. Y Barbara remató la faena con un gol que selló el regreso de Italia a la cita futbolística más prestigiosa tras 20 años de ausencia.

“Siempre estaba soñando despierta en clase”, admite Bonansea a FIFA.com. “Pequeñas palabras o frases me recordaban al fútbol; y luego me marchaba absorta en mis pensamientos sobre jugar con Italia en estadios repletos en el Mundial, como me lo imaginaba cuando era pequeña y veía a la selección masculina de Italia en el Mundial por televisión”.

“Ahora estoy muy cerca de hacer realidad ese sueño. Es una sensación extraordinaria”, añade.

“Lloré a lágrima viva cuando vencimos a Portugal. Después de perder la repesca por un puesto en Canadá 2015, esta clasificación supuso un desquite para nosotras y, sobre todo, para Italia, en un momento en que la gente estaba muy decepcionada con el fútbol. Los medios de comunicación lo publicaron a lo grande, especialmente porque se produjo sólo siete meses después de que los Azzurri no lograran clasificarse para el Mundial de 2018”, continúa Bonansea.

“Creo que podremos sorprender a mucha gente en el Mundial, porque hemos crecido mucho durante los últimos años. Me encantaría ponerme a prueba contra las selecciones más fuertes como Inglaterra, Alemania y Estados Unidos, para ver hasta dónde ha llegado el fútbol femenino italiano”.

Para acceder a unas eliminatorias potenciales contra tres de las cuatro primeras naciones en la Clasificación Mundial Femenina FIFA/Coca-Cola, Italia debe salir airosa de un grupo que incluye a Australia y Brasil –ubicadas 6ª y 10ª– y a una Jamaica que progresa a la velocidad de Elaine Thompson.

“Creo que nos medimos a selecciones muy potentes”, observa Bonansea. “¿Qué más se puede decir de Marta? Su historia, logros y estilo de juego hablan por sí solos. Será emocionante jugar contra ella”.

“No he visto mucho a [la australiana] Sam Kerr, pero he preguntado a muchas jugadoras sobre ella, y todas me han dicho lo fantástica delantera que es, fenomenal ante la portería contraria, pero también versátil y capaz de jugar en una posición diferente y de manera imprevisible”.

“Nunca nos hemos enfrentado a Jamaica, así que tendremos que estudiar a sus jugadoras incluso más, porque nuestro encuentro contra ellas será crucial”, avisa la italiana.

“En el fútbol es normal soñar y creer que puedes luchar por ir más allá de tus límites. Sueño con que Italia gane el Mundial, aunque sé que las posibilidades son escasas y que, desde luego, no somos las favoritas”, reconoce.

Bonansea prefiere jugar por la parte izquierda de un tridente ofensivo, pero también puede jugar como interior izquierda o de segunda punta. La extremo de 27 años, veloz y con muy buena cintura, es capaz de zigzaguear como una bailarina entre las rivales por el césped como lo hacía Alberto Tomba por la nieve, ofreciendo reminiscencias de Paulo Futre y Ryan Giggs en sus apogeos. La número 11 de la Juventus complementa sus regates con espléndidos pases verticales al hueco, a lo Mario Corso.

Sin embargo, el arma de su arsenal que más hace soñar a los italianos tal vez sea su dominio de los lanzamientos de falta con una rotación mínima del balón que empezaron a abanderar figuras como Juninho Pernambucano, Andrea Pirlo, Didier Drogba, Cristiano Ronaldo y Gareth Bale. “Nunca me habían encomendado lanzar las faltas, pero yo siempre había querido hacerlo, así que empecé a practicarlos aparte tras los entrenamientos, intentando mejorar”, explica Bonansea.

Los efectos con rotación mínima han ayudado a Bonansea a marcar numerosos golazos –también es famosa por marcar con fascinantes jugadas individuales y disparos lejanos–, y además es una reconocida reina de las asistencias. Pero el compatibilizar crear goles y meterlos no es nada comparado con compaginar el fútbol profesional y una carrera universitaria.

“Empecé en la universidad estudiando Ingeniería de Gestión, pero cambié de carrera al año porque era demasiado exigente y en Economía no me obligan a asistir a clase, por lo que podía estudiar en mi tiempo libre”, explica Bonansea. “Estudiar y jugar al fútbol no es fácil, pero todavía me quedan cuatro exámenes por hacer y mi objetivo es graduarme en 2020”.

Y aún más difícil resulta teniendo en cuenta sus numerosas aficiones… “Cuando consigo un buen libro –me encanta Dan Brown– no soy capaz de dejarlo, ¡y acabo yéndome a dormir demasiado tarde!”, confiesa. La ex jugadora del Brescia, asimismo, disfruta viendo películas románticas y de suspense, y está “intentando aprender a tocar la guitarra porque me gusta cantar, ¡aunque la verdad es que no afino muy bien!”.

Si el orgullo de Pinerolo está afinada en Francia el próximo verano boreal, algunas guardametas de élite podrían enfrentarse a un examen más duro que cualquiera de los que puedan hacerse en la Università degli Studi di Torino…