jueves 13 diciembre 2018, 11:06

Cuando Akers y Estados Unidos iniciaron la fiesta

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  • En la foto, EEUU celebra su triunfo en el primer Mundial Femenino

  • Michelle Akers brilló en China, incluidos 2 goles en la final contra Noruega

  • Akers resaltó la importancia de inaugurar el palmarés del certamen

Estados Unidos es la nación más laureada en la Copa Mundial Femenina de la FIFA™. La historia de la competición está marcada por sus triunfos en la primera edición (en 1991) y en la última (en 2015). Y las Barras y Estrellas volverán a figurar como favoritas en Francia 2019.

Pero aunque muchos consideraron que las estadounidenses partían con una ventaja considerable por su arraigada cultura de abrazar el fútbol femenino y animar a las mujeres a practicarlo, aquella selección pionera del 91 lo ve de forma diferente.

“Todo el mundo se piensa que nacimos en la cima de una montaña”, comenta Anson Dorrance, su seleccionador en aquella edición inaugural del Mundial Femenino. “Pero no nacimos en esa montaña. Escalamos la montaña, plantamos nuestra bandera en ella, y la hemos defendido desde entonces”.

Ciertamente, Estados Unidos no parecía tener ganado el título de antemano en el periodo previo a China 1991. Las norteamericanas lo pasaron mal en sus amistosos de preparación contra las anfitrionas y Noruega; incluidas dos derrotas en casa contra las escandinavas.

Además, Dorrance había cifrado sus esperanzas ofensivas en la apuesta de reconvertir a delantera centro a Michelle Akers, abandonando su demarcación preferida de centrocampista. “No me gustaba nada”, recuerda la jugadora. Pero Akers se puso las pilas e intentó sacar el máximo partido a su nuevo cometido estudiando vídeos de los ‘nueves’ estelares de la época, como Marco van Basten, Juergen Klinsmann o Gary Lineker. “Intentaba hacer lo mismo que veía hacer a ellos”, explica.

Sea como sea, lo que hizo funcionó… ¡y de qué manera! Akers concluyó el campeonato como su máxima goleadora con 10 tantos en 6 encuentros, encabezando una delantera letal apodada “la espada de triple filo” por la prensa china.

Para cuando llegó la final, incluso la bestia negra de Estados Unidos tenía pocas esperanzas de frenarla. “Odiábamos a Noruega. Siempre la habíamos odiado”, confesó Akers a Sports Illustrated. “Sus jugadoras eran buenas, eran duras y marrulleras, te hablaban sin pelos en la lengua. Las odiaba, pero era divertido. Me encantaba odiarlas. Era genial. Personalmente, cuanto más las odiaba, con más intensidad acababa jugando”.

La hipermotivada Akers confirmó su gran momento, y dio la victoria a su selección con dos decisivos tantos que reflejaron su amplio abanico de cualidades. El primero fue un imponente testarazo que entró con fuerza tras pegar en el poste. En el segundo, a 12 minutos del final, forzó el error de una defensa noruega, persiguió el balón suelto y, tras regatear a la portera, marcó a puerta vacía.

Se había hecho historia y, para Akers, todo lo que ha venido después –incluido el rutilante campeonato que nos espera en Francia el próximo año– ha partido de ahí. “Sencillamente, si la FIFA no hubiese decidido organizar un Mundial experimental, y este no hubiese resultado tan emocionante como fue, y con un nivel tan alto, y Estados Unidos no hubiese ganado, el interés por el fútbol femenino no se habría despertado”, asevera. “Fue como que éramos demasiado buenas para ignorarnos”.

¿Sabías que…?

  • Se hicieron dos copias idénticas del trofeo original del Mundial Femenino. Una fue robada en Noruega en 1997 y nunca se recuperó, mientras que la otra está expuesta en el Museo del Fútbol Mundial de la FIFA en Zúrich.