jueves 04 abril 2019, 13:05

Simon: "Espero ser estímulo de otras chicas aborígenes e indígenas"  

  • Marcó en 2011 el primer gol mundialista anotado por una futbolista aborigen

  • La campeona olímpica Cathy Freeman sirvió de inspiración para Simon en su niñez

  • Es parte de la generación de oro que partirá entre las favoritas en Francia 2019

Cuando le marcó dos goles a Noruega en la última jornada de la fase de grupos de la Copa Mundial Femenina de la FIFA 2011, la australiana Kyah Simon no solo posibilitó la victoria por 2-1 que dio a su selección la clasificación para los cuartos de final, sino que, a sus por entonces 19 años, conquistó un hito mucho más significativo a nivel personal.

Y es que, cuando anotó el tanto que igualaba un partido que su equipo había empezado perdiendo, Simon se convirtió en la primera jugadora de ascendencia aborigen que veía puerta en una cita mundialista.

En los ocho años que han transcurrido desde entonces, ninguna futbolista descendiente del pueblo originario de Australia ha logrado todavía seguir los pasos de la delantera internacional, que en aquel instante no fue del todo consciente de la importancia de aquella diana.

“Supongo que en aquel momento no sabía que era la primera jugadora aborigen que marcaba en un Mundial, pero sentí un gran orgullo cuando un periodista me informó de ello posteriormente”, revela nuestra protagonista.

“Muchos aborígenes practican otras variantes del fútbol, como el rugby, el rugby a 13 y el fútbol australiano, así que aquel fue para mí un momento de enorme orgullo que espero pueda servir de motivación para que otras chicas aborígenes e indígenas de Australia sigan mis pasos un día”, añade.

Once años antes, cuando tenía solo nueve, Simon había visto cómo otra deportista con la que se sentía identificada hacía historia y se convertía en una de las atletas más aclamadas del deporte australiano, tanto femenino como masculino. En los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, la velocista Cathy Freeman conquistó el oro en los 400 metros lisos y se erigió así en una de las grandes triunfadoras de la cita australiana.

Mujer y aborigen como nuestra protagonista, Freeman sirvió de acicate para una jovencísima Simon que ya por entonces soñaba con emular un día los logros de su heroína, aunque sobre el campo de fútbol en su caso.

“Mi ídolo de infancia era Cathy Freeman, una fantástica campeona, y aquel momento me sirvió de estímulo. Verla conquistar un logro de la magnitud de un oro olímpico fue increíble. Espero que aquel gol en Alemania que me convirtió en la primera aborigen en ver puerta en un Mundial represente un momento Cathy Freeman para otras chicas australianas que quieran jugar con las Matildas algún día”, asegura.

Un año antes, en 2010, Simon ya había probado por un momento lo que se siente al ser como Cathy Freeman cuando transformó el penal que dio el triunfo a Australia frente a RDP de Corea en una final de la Copa Asiática Femenina de la AFC que tuvo que resolverse en los lanzamientos desde el punto fatídico.

En aquel partido también participaron futbolistas de la talla de Sam Kerr, que con solo 16 años había adelantado a su equipo en el minuto 20 del duelo, así como Claire Polkinghorne y Elise Kellond-Knight, que nueve años más tarde siguen siendo piezas importantes de la selección australiana.

Simon cree que la conexión y amistad que se forjaron entonces y durante la Copa Mundial Femenina de la FIFA 2011, y que se mantienen en la actualidad, constituyen un factor clave a la hora de explicar el alza de selección australiana, que ocupa actualmente el sexto puesto en el escalafón mundial y que se ha convertido en uno de los equipos más populares del fútbol femenino.

Muchos tildan al actual combinado de generación de oro de Australia y consideran a las Matildas como una de las selecciones favoritas de cara a la cita mundialista que se disputará el próximo verano boreal.

Entretanto, nueve años más tarde, pocas cosas han cambiado para Simon, que continúa acudiendo a las convocatorias de la selección como quien va a reunirse con su grupo de amigas.

"Ha sido un periplo interesante”, asegura. “Sigo considerándonos una pandilla de amigas que quedan juntas, igual que cuando teníamos 18, 19 o 20 años. La idea que tengo de las chicas no ha cambiado, pero es cierto que hemos madurado y crecido mucho, como equipo y como personas”, reconoce.

“Creo que nuestra progresión ha sido apasionante, y el hecho de que tengamos un grupo tan unido y de que seamos grandes amigas hace que todo resulte más ilusionante si cabe, porque sabemos que estamos dispuestas a darlo todo por las compañeras en todo momento y cada vez que nos enfundamos la elástica de la selección".

"Ya se trate de un Mundial, unos Juegos Olímpicos o un amistoso, contamos con un bloque extraordinario y espero poder compartir todavía muchas experiencias con estas chicas a lo largo de los próximos años y vivir juntas más y mayores conquistas, empezando por este verano”, concluye.