jueves 08 octubre 2020, 19:41

White quiere volver a hacer historia en un Mundial con Nueva Zelanda

  • Rosie White brilló en el Mundial Sub-17 celebrado en 2008 en Nueva Zelanda

  • Ahora es una pieza fundamental de las Kiwis de cara al Mundial de 2023

  • Nos habla de sus recuerdos, el Mundial y lo que ha aprendido en EEUU

Una Copa Mundial en casa, un triunfo histórico en la capital del país y una tripleta perfecta.

Para la mayoría de jugadoras neozelandesas, este sería el sueño en 2023. Para Rosie White es un sueño que vivió con apenas 15 años.

El escenario fue el Wellington Regional Stadium, y los goles de White —uno con la derecha, otro con la izquierda y un tercero de cabeza— dieron a su país la primera victoria de su historia en un torneo femenino de la FIFA. Y además los marcó delante de su familia y sus amigos, porque Nueva Zelanda fue la anfitriona de la edición inaugural de la Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA™ en 2008.

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“Aún hoy sigue siendo uno de mis recuerdos favoritos”, cuenta a FIFA.com. “No me di cuenta de la importancia que tenía albergar una Copa Mundial en Nueva Zelanda, y poder participar en ella con 15 años fue una introducción increíble al fútbol internacional”.

“Aquel triunfo sobre Colombia fue impresionante también, porque era la primera victoria de una selección neozelandesa en un Mundial. Para nosotras fue como ganar el torneo”.

“Recuerdo aquel Mundial como una experiencia muy emotiva. Éramos todas muy jóvenes, el equipo era una piña y fue una gran aventura para todas nosotras. Ya ha pasado mucho tiempo, pero me acuerdo perfectamente de aquello y de todas las emociones que lo rodearon. Fue un torneo que me ayudó mucho a dejar de ver el fútbol como un mero deporte y algo que me gustaba hacer y empezar a tomármelo como algo a lo que podía intentar dedicarme”.

Doce años después, los éxitos de White —110 partidos con su selección, tres participaciones en Mundiales absolutos, dos Torneos Olímpicos de Fútbol Femenino y varias etapas en clubes importantes de Inglaterra y Estados Unidos— realzan lo acertada de aquella decisión cuando no era más que una adolescente.

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“Ha sido un poco como una montaña rusa a veces, pero me considero muy afortunada”, señala. “En cuanto a mis momentos más destacados, pondría en lo más alto los Juegos Olímpicos de 2012. Fue la primera vez que superamos la fase de grupos en un torneo de la FIFA, y tuvimos la sensación de dar un gran paso adelante. En aquella época era como si voláramos. De no habernos cruzado con Estados Unidos en los cuartos de final, creo que podríamos haber llegado aún más lejos”.

En cualquier caso, a pesar de todos los goles, los momentos inolvidables y los grandes torneos que han apuntalado su carrera, White está convencida de que lo mejor todavía está por llegar. Y para reforzar esa convicción está, cómo no, el prometedor horizonte de una nueva Copa Mundial en suelo kiwi.

Volver a jugar un Mundial en casa

Si bien la prueba reina de 2023 comenzará apenas unas semanas después de que cumpla 30 años, momento en el que White estará en su plenitud física —si las lesiones lo permiten—, el significado personal de esta cita se queda en nada en comparación con el inmenso potencial del torneo.

“La velocidad a la que se ha desarrollado el fútbol femenino internacional y el nivel de inversión que ha experimentado ha sido tan grande a lo largo de estos diez últimos años que me parece que a Nueva Zelanda le ha costado un poco mantener el ritmo”, reconoce. “Por eso creo que es fantástico no solo que el Mundial vaya a celebrarse en mi país, sino que además es algo necesario, porque le dará una buena inyección a este deporte”.

“Para nosotras, como futbolistas, esta Copa Mundial será muy especial, porque normalmente no jugamos muchos partidos en casa en comparación con otras selecciones. Eso sí, siempre que lo hacemos, es una sensación especial. Si recuerdo lo increíble que fue aquel torneo sub-17 y pienso en la dimensión tan grande que tiene un Mundial absoluto, me cuesta imaginar lo extraordinaria que será. Me emociono solo de pensarlo”.

Poder triunfar en casa, un paso necesario

La gran esperanza de White es que la decisión que ella tuvo que tomar de adolescente —acerca de intentar llegar a ser profesional— no deba depender siempre de la predisposición de las jugadoras neozelandesas a mudarse al otro extremo del mundo. Porque, si bien ella ha disfrutado y se ha beneficiado enormemente de sus etapas en Inglaterra y Estados Unidos, a White, de 27 años, le gustaría que la siguiente generación de futbolistas kiwis tuviera más oportunidades y más opciones cerca de casa.

Estamos deseando contar con un entorno profesional en Nueva Zelanda, y llevamos varios años haciendo fuerza por conseguir tener un equipo en la W-League [australiana]. Ojalá este Mundial nos ayude a llegar a ese punto. Yo me fui hace diez años, y todas las jóvenes que están saliendo ahora saben lo que yo ya sabía entonces: si quieres ser futbolista profesional, no puedes quedarte en Nueva Zelanda”.

“La gente dice que bueno, que somos un país pequeño. Y es verdad. Pero hay muchos países pequeños en el mundo, en Escandinavia, por ejemplo, que tienen equipos femeninos profesionales. Debemos empezar a formar y a motivar a las chicas desde una edad más temprana, y contar con un equipo o una organización profesional en Nueva Zelanda nos sería de gran ayuda”.

Aprender de la mentalidad estadounidense

En estos últimos cuatro años, White ha comprobado en primera persona los beneficios del profesionalismo en la NWSL, una competición plagada de estrellas. Megan Rapinoe, que ganó el premio The Best a la Jugadora de la FIFA, es una de sus compañeras en el OL Reign, y la neozelandesa ha ido aprendiendo poco a poco los beneficios de la concentración, la ambición y la determinación inquebrantable de sus compañeras estadounidenses.

“La mentalidad estadounidense es muy interesante”, indica. “Al llegar a Estados Unidos, he de reconocer que esto era algo que me producía rechazo, algo de lo que quería alejarme. Esa confianza desmesurada y el tomarme tan en serio a mí misma iba completamente en contra de mi naturaleza y de todo lo que había aprendido durante mi formación en Nueva Zelanda. Sin embargo, con el tiempo, y en especial a lo largo de estos dos últimos años, es algo a lo que he intentado acercarme”.

“Me gusta pensar que no he cambiado fuera del terreno de juego. Pero, en la cancha, he visto lo importante que es para las futbolistas estadounidenses esa mentalidad de ‘no voy a perder y me da igual quién se cruce en mi camino’. Al principio, subestimé la fuerza que tiene esa actitud. No obstante, he comprendido que es lo que ayuda a diferenciar a las mejores jugadoras del resto, y tal vez a Estados Unidos del resto de países en el fútbol femenino”.

Mucho por hacer aún

Llegar a ese nivel de élite ha sido durante mucho tiempo el objetivo personal de White. Ahora, después de haber visto afectada su progresión en estos últimos años por culpa las lesiones y la falta de regularidad, la delantera confía en disfrutar de un periodo de progreso constante hasta alcanzar esa meta.

“Estoy segura de que vienen buenos tiempos”, vaticina. “Siento que estoy llegando a mi punto álgido tanto técnica como tácticamente. Ahora solo me falta apretar las tuercas mental y físicamente para alcanzar el siguiente nivel”.

“Sé lo que he de hacer para jugar bien y de manera constante al máximo nivel y, sinceramente, es algo que no he hecho en estos dos últimos años. De ahora en adelante, será cuestión de ir encajando todas las piezas. Y soy optimista, porque sé que aún me queda mucho que ofrecer. Tengo muchas ganas de ver hasta dónde puedo llegar”.

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