martes 03 julio 2018, 02:26

Los Diablos Rojos, de las tinieblas a la luz

  • Bélgica jugó al filo del abismo contra Japón

  • Los Diablos Rojos, salvados por sus suplentes

  • Cita con Brasil el 6 de julio en cuartos

Por Simon Massart, con Bélgica

Las grandes alegrías a menudo se producen tras grandes batallas. Acostumbrada a dominar, Bélgica tuvo que esperar hasta los últimos segundos de su duelo con Japón para renacer de sus cenizas (3-2) en octavos de final de la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018. Tocados en pleno corazón en dos ocasiones por los Samuráis Azules, los Diablos Rojos atravesaron el infierno y, con la ayuda de las balas que tenían en la recámara, abrieron las puertas del paraíso soñado: una cita contra Brasil en cuartos el 6 de julio.

Para acentuar aún más el dramatismo de este combate épico, la historia eligió a tres héroes atípicos. Jan Vertonghen, culpable reconocido de un error de aproximación defensiva en el primer gol de Japón, fue el primero en erigirse en salvador de un equipo abatido. Su testarazo, tan decisivo como irreal, devolvió los suyos la energía de la desesperación. "Nos empezábamos a temer lo peor, pero tuvimos un poco de suerte en el mejor momento", admitió el aludido al micrófono de la FIFA.

Decepcionado por lo que veía, Roberto Martínez decidió dar entrada a Marouane Fellaini y Nacer Chadli. El primero impuso inmediatamente su 1,94 de estatura y su poderío con el balón para retomar el control del juego y poner a trabajar su cabeza, como ya hiciera hace cuatro años contra Argelia: "El gol tenía un aire familiar, pero fue más que nada con la reacción colectiva que demostramos nuestro razonamiento a nivel del grupo".

Chadli, por su parte, también desempeñó su función a la perfección: dinamitar el flanco izquierdo antes dar la réplica final con un contraataque de libro. El carrilero, uno de los jugadores más versátiles de Bélgica, se pasó la mayor parte de la temporada lesionado en la que fue la peor campaña de su carrera. De ahí la sorpresa cuando recibió la invitación del seleccionador.

"Fue realmente muy duro psicológicamente. Sufrí a nivel personal y eso hace mi Copa Mundial más bonita todavía", reveló antes de referirse a la diana más importante de su trayectoria profesional. "Pensé en mi familia tanto como en el equipo, que demostró muchísimo carácter después de anotar ese gol liberador. Me esforcé para recuperar mis mejores sensaciones y recogí los frutos".

La mejor sensación del mundo

Thomas Meunier, de hecho, fue testigo de excepción de ese esfuerzo durante los entrenamientos. "La víspera, practicamos los centros un buen rato en el entrenamiento, y él se empleó a fondo. Precisamente le dije que tenía alma de gran nueve, porque es muy completo y potente cuando está en forma", explico el autor del pase decisivo, al que tampoco sorprendió la aportación de Fellaini.

"Al igual que Chadli, también tiene ese punto adicional propio que puede marcar la diferencia, como hoy. Realmente tienen algo especial. Hemos demostrado más que nunca que no somos un equipo de 11, sino de 23 jugadores".

A Eden Hazard, hombre del partido, le costó controlar sus emociones a la salida del vestuario, muy consciente de haber pasado demasiado cerca de la eliminación. "Tuvimos suerte con el gol de Vertonghen y pudimos echar mano del compañerismo cuando el grupo en conjunto tenía dificultades. Estoy contento y aliviado a partes iguales", concluyó el capitán, feliz de ver a los secundarios convertidos en protagonistas.