viernes 26 agosto 2016, 08:53

Cueva, el que nunca deja de aprender

****Un toro. Sí, ése fue el primer premio que ganó Christian Cueva como futbolista profesional...

Promediaba el primer semestre de 2008 y Cueva recién había debutado en el Club Universidad de San Martín de Porres, el entonces último campeón del fútbol peruano. Cuevitas tenía sólo 16 años y la nostalgia apremiaba. Por eso decidió viajar desde Lima a su Trujillo natal para disputar la final del torneo entre familias de fútbol cinco del barrio.

El enganche no midió las consecuencias del marcharse un día después de jugar con el club, ni tampoco las de faltar a la siguiente práctica. Incluso le dijo a su mamá, papá y dos hermanos que tenía el día libre. Pero allí estuvo, ganaron y como premio, los Cueva recibieron un toro.

Víctor Rivera, el técnico responsable de su debut, su "papá futbolístico", como él lo llama, lo suspendió por un partido. "Me salió barato pero valoré la lección", dice a FIFA.com Cueva, uno de los jugadores en los que confía Ricardo Gareca para torcer el rumbo de Perú en las eliminatorias para la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018™.

"Víctor me recalcó qué sacrificios debía hacer para ser profesional, y me recordó el camino del esfuerzo que me habían enseñado mis padres. Aprendí del error. Y seguiré aprendiendo porque nadie es perfecto. Pero cada vez aspiro a equivocarme menos".

Un irreverente con la pelota Aquella irreverencia de Cueva nació a partir de un balón en Huamachuco, a donde se mudó de muy niño con su familia. Hábil, encarador y sin temor a las patadas pese a su físico menudo, siempre pintó para crack, y desarrolló una personalidad acorde a esa expectativa.** **

Era un muchacho de 14 años cuando compartió el vestuario con su papá Luis en el club Instituto Pedagógico. Y tenía sólo 15 aquel agosto de 2007 cuando, con la selección de Huamachuco, enfrentó en un amistoso a la reserva de Universidad San Martín y anotó dos goles... ¡uno para cada equipo!

"El primer tiempo anduve bien, hice un gol y en el descanso el técnico de San Martín, Orlando Lavalle, le pidió a papá que me dejara jugar el segundo para ellos. Hice otro, terminamos 1-1 y después me ofrecieron ir a Lima. Mamá no quería, pero yo soñaba ser futbolista y lo entendió".

Rivera, dicho está, lo acomodó. Si bien era tan menudo que debieron achicarle la camiseta para el debut, Cuevitas destacó rápido y se ganó el apodo de Aladino. Aportó para el título de 2008, pero fue clave en el de 2010, y no extrañó que Sergio Markarian lo citara a la selección absoluta en 2011. Incluso durante 2012 jugó tres partidos de las eliminatorias para el Mundial de Brasil 2014.

Pero su nivel bajó. No tuvo un paso feliz por Universidad César Vallejo, y si bien emigró a Chile para ser campeón con Unión Española, su posterior salto al Rayo Vallecano no fue lo esperado: jugó apenas un partido.

Nuevos aprendizajes 2015 trajo más aprendizajes. Por una lado, fue papá por primera vez. "Mi mujer ya tenía a Fabiana, a quien quiero como mía, pero el nacimiento de Briana me conmovió. Tomé las cosas con más consciencia, uno hace todo por los hijos".

Por el otro, estaba de regreso en Perú para jugar en su amado Alianza Lima. Se sentía pleno y maduro, por eso lo descolocó su propia reacción ante el Real Garcilaso por la liga, cuando fue uno de los cuatro expulsados de Alianza y le dieron seis fechas de suspensión. "Me encerré en mi familia y me dije que no podía dar esa imagen".

En ese momento sorprendió la convocatoria de Gareca para la Copa América de Chile. "No voy a condenarlo. Lo llamamos porque nos gusta su juego", aclaró el técnico, quien lo usa de enganche, volante por afuera o mediapunta, pero siempre en los últimso 30 metros del campo, donde desequilibra.

"Cuando todos me criticaban, él creyó en mí. Y no desaproveché mi oportunidad". En Chile anotó tres goles, fue una de la figuras del equipo que terminó tercero, e incluso integró el once ideal del torneo. Su actuación le valió además el pase al Toluca mexicano.

Intentarlo siempre Ya no sorprendió que Cueva comenzara de titular el clasificatorio para Rusia 2018, ni que conservara el puesto pese a la expulsión ante Chile por arrojarle el balón a un rival. "Pedí disculpas a mis compañeros porque perjudiqué al equipo".

Perú marcha octavo con cuatro puntos en seis partidos, a cinco de los puestos de clasificación o repesca. "Las eliminatorias son más difíciles que una Copa América, se necesita mayor madurez y a veces no dan los tiempos". ¿Hay margen para reencauzar el asunto? "Sí, pero debemos trabajar como equipo", dice pensando en la visita a Bolivia y el duelo en Lima con Ecuador. "No podemos darnos el lujo de tener figuras".

Perú mostró signos alentadores en la Copa América Centenario, donde postergó a Brasil en la fase de grupos, pero cayó en cuartos de final con Colombia por penales. Cueva erró el de la eliminación, pero eso no le impidió un mes atrás, en su segundo partido con Sao Paulo, pedir un penal en el clásico con Corinthians. Así marcó su primer gol con el club, al cual llegó por pedido de Edgardo Bauza, quien luego se marchó a la selección de Argentina.

"Lo increíble de aquel penal es que fue el primero que erré en mi carrera" dice Cueva, un muchacho familiero, alegre, bromista y optimista por naturaleza. Alguien tan capaz de proponerle matrimonio a su esposa y postear las fotos en redes sociales como de enviarle su primera camiseta de Sao Paulo a Lavalle, aquel que lo descubrió en Humachuco.

"Pero yo os voy a seguir pidiendo. Porque soy de los piensan que, sin importar en lo que falles, debes volver a intentarlo".