miércoles 30 septiembre 2020, 07:10

De Paul: "En este grupo nadie quiere la tapa del diario"

  • Es una de las nuevas figuras de Argentina

  • Fue titular en la Copa América 2019

  • Habla de sus inicios, la selección y las eliminatorias

Cuesta creer que Rodrigo De Paul, ese incansable mediocampista que se destaca por su despliegue en la renovada selección argentina y en Udinese, alguna vez fue un jugador poco sacrificado. “Es cierto, me crié pensando que jugar al fútbol era que trajeran la pelota hasta mí. Con el tiempo entendí que esa una parte mínima del juego y cambié”, admite entre risas, vía Zoom, a FIFA.com.

Y cambió para bien. Porque De Paul, a los 26 años, nunca perdió aquella visión que lo hizo enganche en el inicio de su carrera, agregándola una dinámica y una entrega muy reconocidas en la actualidad. De hecho, suma más asistencia (42) que goles (34) desde que debutó con Racing Club en 2012 con 18 años.

Su llegada a la Albiceleste se produjo en octubre de 2018, como parte del proceso de renovación que encaró Lionel Scaloni, en ese entonces seleccionador interino. Tras su confirmación en el cargo, De Paul pasó a ser en un jugador importante durante la última Copa América, convirtiéndose en uno de los habituales titulares.

De todo esto habló con FIFA.com.

¿Cómo surgió lo del fútbol?

Empezó como una diversión, pero en todos mis recuerdos o fotos estoy disfrazado de jugador y con una pelota, en casa, en la calle o en el club Deportivo Belgrano, mi segunda casa. Nada más me llamaba la atención, y en todo caso, no había plata para la Sega o la Play Station 1.

¿Cómo llegás a Racing, tu primer club?

No fue algo planeado, no dije ‘quiero jugar en cancha de 11’. Me llevó quien sigue siendo mejor amigo. Jugábamos al baby, y él se quería probar, entonces lo acompañé. Me preguntaron de qué jugaba, y dije que usaba la 10. Por eso arranqué de enganche.

Entonces es cierto eso que dijo un ex técnico tuyo en inferiores, que no bajabas a buscar una pelota…

Y sí… En el club de barrio las cosas me salían naturalmente. No practicaba jugadas, pero eludía a otros chicos fácilmente, por eso creí pensando que el fútbol era eso. ¡Pero poné que después evolucioné! (se ríe).

¿Cuándo y cómo se dio el cambio?

Si debo marcar un momento, fue la muerte de mi abuelo. Nos apoyábamos en él como familia, a mí me llevaba a entrenar... Tenía 14 cuando se enfermó y murió rápido, y me movió los cimientos. Ahí decidí tomarme el fútbol en serio, no solo porque era lo que sabía hacer, sino para ayudar a la familia. El resto me lo dio la experiencia, con golpes y todo. Y confirmé que el esfuerzo valió la pena en la Copa América.

Hablando de la selección, ¿cuál es tu primer recuerdo mundialista?

¡El Mundial de 1998! Parece poco creíble, porque tenía 4 años, pero yo quería jugar como mis dos hermanos. En el club no existía mi categoría, entonces jugaba con dos categorías más grandes, y me mandaban al arco. Ahí empezaron a decirme ‘Lechuga’ por Roa. Hasta el buzo violeta de la selección que usaba él me regalaron…

¿Cómo viviste los Mundiales de hincha?

Cambió a medida que fue creciendo. Me acuerdo de levantarme temprano en 2002 y la amargura del partido con Suecia. Cuando Alemania nos eliminó en 2006, estaba en la escuela. Los últimos los sufrí con amigos, tengo un grupo muy futbolero. El de Rusia un poco más porque tenía amigos en el plantel, como Otamendi o Dybala.

En algún momento tu nombre sonó para Rusia. ¿Te entusiasmaste?

No. Cuando llegas a este nivel, sabes que es raro que te llamen si no estuviste en el proceso, salvo excepciones, y yo ni había debutado. Tampoco quise ilusionarme: ya había sonado para los Juegos Olímpicos y, cuando no se dio, me dolió mucho.

¿Cómo supiste de tu primera convocatoria, en septiembre 2018?

El director deportivo de Udinese, que conocía a Walter Samuel de la Roma, me avisó iba a llamarme. Creí que me diría ‘te estamos siguiendo’, pero al confirmarme en la lista, fue una emoción gigante. Igual, en mi caso, no entendí la magnitud de haber llegado hasta que escuché el himno en la cancha. Ahí me bajó todo.

Rápidamente te convertiste en una de las caras visible del recambio en Argentina, dentro y fuera de la cancha. ¿Qué opinás?

No sé si somos el recambio, para mí somos parte de este tiempo de la selección. Y después del impacto de llegar y jugar, de cumplir el sueño, lo que uno siente es responsabilidad. No es chiste eso de representar a 45 millones de argentinos, y por suerte lo logramos en la Copa América más allá de no ganar el título. Perdimos en semifinales con Brasil y el hincha nos reconoció igual.

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¿Es difícil convivir con ciertos cuestionamientos a Scaloni por su falta de experiencia?

Le puede faltar experiencia como técnico, pero tiene 30 años de vestuario. Entiende de grupos, maneja los códigos, pasó por juveniles, jugó un Mundial… Como Samuel, Ayala y Aimar, ¡conocen el predio de Ezeiza mejor que nosotros! No sé cuántos hubiesen tenido la determinación para hacer los cambios que se hicieron, o llamar a jugadores que no estamos en los primeros equipos del fútbol mundial.

Pareciera que, en la Copa América, hubo un clic a nivel grupal. ¿Qué pensás?

El de la selección es el mejor grupo en el que he estado. Se empezó a formar con el cuerpo técnico, y fue incorporando cosas: jugadores, conceptos, momentos… Lo importante es que cada uno sabe lo que tiene que hacer, nadie quiere la tapa del diario. El único intocable es Leo, el resto empuja desde donde le toca.

¿Es cierto que sos el más jodón del grupo?

Eso dicen, pero ojo que a veces tiro una idea y rápidamente se prenden varios… Tucu Pereyra, Leo Paredes… Hasta el propio Messi se prende, ¡no soy el único! (risas).

Messi habló muy bien de vos. ¿Qué te provoca eso?

Mirá, uno lo admira, pero cuando empezás a compartir cosas con él, te muestra tal transparencia que tenés más ganas de preguntarle por los nenes que de contarle qué te provoca, o recordarle el planchazo que te metió en un Valencia – Barcelona (risas). Después pasa a ser nuestro capitán, y genera que quieras ir a la guerra si te lo pide.

¿Creés que la pandemia les cortó el envión que traían para las eliminatorias?

Totalmente. Brasil fue un quiebre: después jugamos siete partidos y no perdimos más. Si bien para muchos es la primera eliminatoria, hubo varias sobremesas sobre el tema, y somos conscientes de lo que nos vamos a jugar. Ojalá podamos empezar en octubre, así rompemos la barrera del primer partido.

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Para conocerlo mejor…

¿Gol o pase gol? “Esos 10 segundos posteriores a que la pelota toca la red por culpa tuya generan alegría, pero si tengo que elegir prefiero la asistencia. Gratifica más”.

La paternidad. “Francesca tiene casi dos años y me cambió la vida. Algo así de grande, que te hace madurar como persona, también te hace madurar como jugador”.

Los tatuajes. “Muchos tienen significado: los nombres de mi hija, mi esposa y mi mamá, las fechas de mi abuelo, mi primer partido con la selección, yo de chico… Creo que voy parar, salvo que sea campeón del mundo: ¡me tatúo la Copa en el pecho!”.