De Simon Massart, con Bélgica.

Si Thomas Meunier no estuviera en la concentración de Bélgica en Rusia, la habría estado animando sin duda ante una pantalla gigante en su país, como el gran hincha de los Diablos Rojos que nunca ha dejado de ser, incluso desde dentro del equipo.

“Todavía conservo recuerdos de los Diablos de cuando era niño. Ahora las cosas han cambiado porque me he acostumbrado a formar parte de la selección, pero sigo disfrutando de cada segundo sin dar por sentada mi situación”, nos asegura.

El fútbol siempre me hará feliz.

Meunier, que llegó tarde al fútbol de élite para poder terminar sus estudios de arte, se desmarca del resto cultivando su personalidad multidimensional. Cuando sus compañeros pasaban el rato frente a pantallas tecnológicas, el lateral del París Saint-Germain prefería dibujar en su tiempo libre.

“No me considero tan diferente. Soy sobre todo una persona normal que tal vez se interese por más cosas”, insiste el defensa, que con 19 años todavía trabajaba de mozo de almacén para un distribuidor de componentes de automóviles.

Así pues, imagínense la frustración del que antes de ser Diablo Rojo era un belga “como los demás”, al no poder enfrentarse a Francia por sanción y quedarse sin participar en una de las rivalidades más grandes del deporte belga.

“Fue una verdadera decepción. Estás metido en el ambiente, ves a los hinchas tomándose el pelo, y tienes ganas incluso de unirte a los vaciles. Crucé los dedos para que empatásemos, pero no funcionó”, confiesa el jugador de 26 años, dos días después de que su selección disputase uno de los partidos más importantes de su historia.

Meunier conoce esa rivalidad histórica mejor que cualquiera. Y en concreto, aquel encuentro mítico de 1986 que dejó a Bélgica como cuarta clasificada en México, tras perder contra los Bleus en la final de consolación.

“Siempre se reduce a Bélgica a aquella hazaña. Estamos hartos de oír esas simplificaciones. Estamos escribiendo la historia en un nuevo libro”, insiste el carrilero, que desde el principio se marcó como responsabilidad marcharse de Rusia con 7 partidos en las maletas.

Para dejar su huella en la historia, los Diablos ya saben lo que hay que hacer: imponerse a Inglaterra por segunda vez en Rusia 2018 en el partido por el tercer puesto. Y Meunier se da cuenta de la importancia del compromiso.

“Ese partido también tiene sabor a final. Las ganas de volver a vencerlos son muy fuertes. La motivación en las filas inglesas también será clara, pero creo que somos realmente superiores”, anuncia Meunier, con la intención de borrar sobre el césped del Estadio de San Petersburgo la frustración vivida cuatro días antes en ese mismo escenario.

Felicidades a Francia por su clasificación. ¡Hasta el final ahora! En cuanto a nosotros, nos falta un partido. Escribamos historia del fútbol belga con un magnífico tercer puesto. Será el sábado.