Los siete combates de Cana

Lorik Cana es un guerrero. Y quienes han visto al albanés defender con sudor y sangre los colores de París Saint-Germain, Marsella, Sunderland, Galatasaray, Lazio y, actualmente, FC Nantes saben que la imagen asociada a él desde sus inicios es cualquier cosa menos un tópico.

También lo ha dado todo por su selección nacional. Este defensor es el capitán del combinado albanés, con el que suma 89 internacionalidades, más que nadie en su país. Ahora, a los 33 años, tendrá el honor de conducir a sus compañeros a la UEFA EURO 2016, el primer gran torneo internacional que dispute Albania en toda su historia.

Los albaneses entrarán en el fragor de la batalla el próximo 11 de junio contra Suiza, exactamente 13 años después de la primera convocatoria con la selección del jugador del Nantes, que también se produjo ante el conjunto helvético, en Ginebra, a 60 kilómetros del lugar donde pasó su infancia. “Un bonito guiño del destino”, sonríe el veterano, que cuenta a FIFA.com los combates que ha librado en su vida personal y en su trayectoria futbolística.

La supervivenciaYo soy de Kosovo. Mi familia y yo nos marchamos en 1990, cuando estalló el primer conflicto con Yugoslavia, a la que pertenecía entonces Kosovo. Nos marchamos como muchos de nuestros compatriotas albaneses originarios de Kosovo o de Macedonia, que encontraron refugio en Suiza o en Alemania. Me crie en Suiza durante diez años, hasta 2000, cuando me marché a Francia para terminar mi formación con el PSG.

Su legado Mi padre era futbolista profesional, y tenía en cierto modo la misma forma de jugar que yo. Se entregaba, era un gran ganador. También fue muy duro conmigo cuando yo era niño, en el plano tanto personal como futbolístico. Siempre me empujó al máximo para que triunfase, porque creía que podía conseguirlo. Me transmitió sus valores y me enseñó a no abandonar nunca. Después, ver cómo había sido la historia de mi familia y también la situación difícil de quienes se quedaron en el país, hizo que mi motivación se doblase. Todo eso repercutió en mi forma de jugar.

Su carrera Cuando jugaba en el filial del PSG, tenía muchísimas ganas de triunfar. El entrenador de entonces era Antoine Kambouaré, y él me ayudó a subir peldaños en el aspecto psicológico. El conflicto que estaba terminándose en mi país de origen también me dio más ganas todavía de triunfar y de consolidarme en el París. En ese club, a los canteranos siempre les ha resultado difícil hacerse un hueco en el plantel profesional. Así que siempre ponía muchas ganas en todo lo que hacía, mucha garra. También mucho impacto... Allí fue donde me forjé esta imagen que me ha seguido a todas partes.

Su país Siempre había querido representar a Albania y a los albaneses. La oportunidad surgió bastante pronto, y de forma natural, al jugar en el PSG. Vestí por primera vez los colores de la selección a los 19 años, y empezó la historia... Lo que encarna la selección nacional es muy especial para los albaneses, que son más fuera de las fronteras de Albania que en el propio país. El equipo ha permitido a los albaneses unirse por primera vez bajo una misma bandera y hacer algo juntos. Muchos jugadores nacieron o se criaron en el extranjero, y gracias a la selección hemos podido, por primera vez, hacer grandes cosas juntos. Eso es lo que nos ha permitido permanecer unidos y clasificarnos para la Eurocopa después de muchas peripecias.

Su selección Yo siempre me he esforzado por convencer a los mejores albaneses para que viniesen con nosotros. Tenemos muchas cualidades intrínsecas que únicamente requieren desarrollarse, si se dan las condiciones. Contamos con futbolistas buenísimos que han tenido la oportunidad de crecer en el extranjero, y por eso hemos conseguido la clasificación para la Eurocopa, algo que hace todavía tres o cuatro años era inconcebible. Antes de los años 2000, teníamos un equipo que representaba al estado de Albania. Ahora hay un equipo que representa verdaderamente a los albaneses. Los jugadores lo sienten. Cuanto más avanzábamos en la campaña clasificatoria, más nos seguía la gente, y más intensa era la presión. Hemos tenido que administrarla.

Mi función es hacer de escudo cuando las cosas no van tan bien y los resultados no acompañan tanto. Intento hacer de pararrayos para los demás, y quitarles algo de presión de los hombros. También procuro que los nuevos se sientan bien y se integren rápidamente, porque la selección nacional pertenece a quienes lo merecen y tienen ganas de estar ahí.

El futuro Estamos concentrados en una fecha, el 11 de junio. Ese primer partido va a ser el más importante. No pienso más que en él, y en nada que venga después. No podía soñar con nada mejor que obtener la clasificación para un torneo como éste con mi país, en Francia... No puedo pronosticar lo que pasará luego, porque tenemos a muchos jóvenes que están progresando. Yo los he acompañado durante todos estos años, y llega un momento en el que hay que saber dejar paso. Después de la Eurocopa lo hablaré con la Asociación y con mi familia y tomaré una decisión, aunque no cabe duda de que podría ser mi último gran reto. Hay que tener en cuenta que hay muchos jugadores de 23-24 años que compiten en buenas ligas. Van a aportar frescura y ganas para la etapa que vendrá luego y los clasificatorios del Mundial de Rusia.

Estamos en un grupo difícil (en las eliminatorias mundialistas), con España e Italia, pero Albania también tendrá recursos para hacer un buen papel. Por mi parte, quiero tomar la mejor decisión en el plano personal, y también en beneficio del colectivo y la progresión y la imagen del equipo. Los jóvenes tienen que llegar a su mejor nivel, pero tampoco hay que hacerles perder demasiado tiempo. Hace falta un análisis completo, y se hará después de la Eurocopa y las vacaciones, porque ha sido una temporada larga. De todas formas, cuando no esté con el equipo dentro de la cancha, seguiré apoyándolo desde fuera.