viernes 01 abril 2016, 09:24

Mucha, un guardameta de alto vuelo

Velocidad y reflejos perfectos. Estiradas impecables. Superioridad en las jugadas aéreas. Asunción de responsabilidades cuando se cometen errores, con calma y madurez. Éstas son, en resumen, las cualidades que se requieren para ser guardameta, y nuestro protagonista las tiene todas. Mejor aún: las lleva en el ADN. “Me crié en una familia de fútbol, mi padre ya era arquero. Como lo tenía de modelo, elegí este puesto de forma natural”. Este perfil del portero ideal corresponde a Ján Mucha, guardameta de la selección eslovaca y del ŠK Slovan Bratislava.

Y lo exhibe desde muy joven, cuando jugaba en el club de su ciudad natal, Belá nad Cirochou, antes de descubrir el fútbol profesional en el Inter Bratislava en 2000 y de labrarse un nombre —y un palmarés— en el MŠK Žilina entre 2002 y 2005. Fue entonces cuando descubrió otra pasión, para la que también es indispensable la rapidez en la toma de decisiones. “Me gusta el snowboard, me ayuda a relajarme”, confiesa aFIFA.com. “Siempre que tengo algo de tiempo libre, voy corriendo a la montaña y hago snowboard”.

Sobre la tabla, solo, Mucha zigzaguea por las pistas y se olvida, durante el tiempo del descenso, de la presión del fútbol y los problemas que intentan crearle los atacantes rivales cada fin de semana. “Ya hace doce años que lo practico, y puedo decir que siempre he sido muy prudente”, aclara cuando le preguntamos por el riesgo de accidente. “A uno le puede pasar cualquier cosa en cualquier momento, así que no creo que el snowboard sea más peligroso que todo lo que nos rodea a diario. Y conozco mis responsabilidades como futbolista. Nunca haría nada que pudiese poner en peligro mi vida o mi carrera”, asegura, antes de añadir sonriendo: “En cualquier caso, el propietario del club ya sabe lo del snowboard, aunque no estoy seguro de que el entrenador lo sepa…”

En el aire y bajo el agua El club en cuestión es el Slovan Bratislava, al que Ján se incorporó en 2015 tras realizar una verdadera vuelta a Europa, en la que se consolidó primero en el Legia de Varsovia para luego ocupar el banquillo del Everton y acabar brillando en Rusia, con el Krylia Sovetov Samara y el Arsenal Tula. Durante sus diez años de exilio, Mucha y el fútbol eslovaco han crecido mucho, especialmente gracias a la Copa Mundial de la FIFA Sudáfrica 2010™. “Fue un acontecimiento histórico para Eslovaquia, participábamos por primera vez en el torneo”, recuerda el guardameta, quien había debutado como internacional dos años antes. “Una experiencia extraordinaria, no sóo para nosotros, los jugadores, sino también para toda Eslovaquia. El país entero cruzó los dedos por nosotros, y la fiebre del fútbol era palpable en todas partes. Los hinchas se sintieron orgullosos de la selección, y en cierto modo fuimos unos héroes para ellos”.

Y la Repre protagonizó un estreno magnífico, al obtener la clasificación para la segunda ronda a costa de los defensores del título. “Evidentemente, el recuerdo más intenso fue nuestra victoria contra Italia, que en aquel momento era la campeona del mundo”, admite Mucha, que conocería la derrota en octavos de final, ante los Países Bajos (2-1). “Fue uno de los principales momentos de mi carrera”.

Y esa trayectoria se forjó gracias a innumerables grandes actuaciones bajo los tres palos, porque, como anunciamos al principio, las acciones aéreas y las estiradas son dos facetas del juego que domina a la perfección. Ján Mucha vuela, literalmente. “Los aviones me apasionan, y tengo licencia de piloto”, afirma, aunque aclarando que solamente puede pilotar avionetas. “Además de volar, también me gusta el submarinismo. Son dos mundos totalmente distintos, uno por encima de las nubes y el otro bajo las aguas, pero el placer es siempre el mismo: me siento totalmente relajado cuando vuelo o cuando me sumerjo. No vuelo muy a menudo, y nunca lo hago solo. Todavía me hace falta un poco más de experiencia”.

Un aterrizaje suave Sin embargo, a sus 33 años, tiene la suficiente para ayudar al Slovan, actualmente segundo de la Fortuna Liga, a pelear por el título y a su selección a hacer un buen papel en la UEFA EURO 2016, para la que se ha clasificado por primera vez en la historia. Y si bien su demarcación le confiere una gran parte de responsabilidad en caso de fracaso, lo vivido dentro de las cabinas de vuelo le ayuda a relativizar las cosas. “Tengo que estar concentrado cada segundo, y no puedo cometer ni el más mínimo error”, reconoce. “Pero no quiero compararlo con la concentración de un partido de fútbol, que también hay que conservar en todo momento, por supuesto. Aun así, al volar hay vidas humanas en juego. En esa situación no se permite de verdad ningún fallo”.

¿Esa presión y un margen de error casi nulo le impiden entonces disfrutar a los mandos? “No, no hay estrés. Lo que siento es una inmensa responsabilidad, acompañada de relajación”, responde, antes de ilustrar ese placer con su recuerdo más hermoso de un vuelo. “Volé por encima de las Maldivas, y el tiempo era magnífico: el cielo estaba despejado y el sol brillaba. No encuentro palabras para describir lo que tenía ante mis ojos. De cara al futuro, sueño con sobrevolar Nueva Zelanda”.

De momento, los viajes que le esperan son más cortos, pero no por ello menos apasionantes: a Francia, para disputar el torneo europeo, antes de poner rumbo a Rusia en 2018. “He hablado con el seleccionador y vamos a estudiar la situación para los clasificatorios del Mundial de 2018”, anuncia Mucha, que tendrá entonces 35 años y medio. “Dependerá de mi rendimiento y de mi condición física. Pero estaría bien conseguir la clasificación para Rusia, jugar y terminar allí mi carrera”.

Mucha confiesa haber guiado varias veces el avión que transporta a su equipo —“¡pero siempre bajo la supervisión del piloto!”—, y con él a los mandos Eslovaquia puede esperar alcanzar el séptimo cielo y realizar luego un aterrizaje suave en Moscú en 2018...