martes 23 marzo 2021, 11:07

Sagnol: “Nuestra misión es poner difícil la clasificación a los demás”

  • Willy Sagnol es el nuevo seleccionador de Georgia

  • Los Cruzados están en el mismo grupo que Suecia y España

  • El francés habla del camino hacia Catar 2022 y de sus recuerdos

El pasado 15 de febrero, Willy Sagnol fue nombrado oficialmente seleccionador de Georgia. ¿Una sorpresa? No tanto si sabemos que los que contactaron con el ex capitán del Bayern de Múnich fueron dos hombres a quienes conoce y aprecia por haberse enfrentado a ellos muchos años en la liga alemana: Levan Kobiashvili, presidente de la Federación Georgiana de Fútbol, y su vicepresidente Alexander Iashvili.

La misión encomendada a Sagnol por las dos viejas glorias de la selección georgiana: devolver a los Cruzados al buen camino tras la desilusión que supuso quedarse fuera por muy poco de la Eurocopa 2020, y hacer un buen papel en la fase de clasificación para la Copa Mundial de la FIFA Catar 2022, que arranca este jueves con un desplazamiento a Suecia, para después recibir a España el domingo y visitar a Grecia el 31 de marzo.

Un desafío apasionante para el que fue 58 veces internacional con Francia y acudió a dos Mundiales (2002 y 2006), como explica en esta entrevista en exclusiva para FIFA.com, en la que también habla de sus recuerdos de la máxima competición futbolística.

Willy Sagnol, ¿cómo surgió esta aventura de ser el seleccionador de Georgia?

Tenía ese deseo de hacerme cargo de una selección más que de un club. La Federación Georgiana está dirigida por antiguos jugadores contra los que jugué con mucha frecuencia en Alemania. Enseguida me sentí con confianza, y acepté [la oferta] con mucha alegría y ambición.

Inició su carrera de entrenador como seleccionador de Francia sub-20 y sub-21. Luego dos años en el Girondins de Burdeos y un breve paso por el Bayern de Múnich. ¿Por qué no haber continuado su trayectoria en el fútbol de clubes?

Me gustaba mucho mi trabajo cuando estaba en la Federación Francesa de Fútbol. Es un modus operandi que me viene bien, y que tenía ganas de retomar. Estoy en un país que quiere seguir desarrollándose y donde puedo desempeñar un papel beneficioso. Para mí es un proyecto a medio plazo, aunque no exista el largo plazo en el fútbol de hoy…

Pero la precariedad actual del puesto de entrenador en un club hace este trabajo cada vez más complicado. Los buenos proyectos, los proyectos realistas, no llegan siempre en el momento adecuado.

¿Cuál era el estado de ánimo de la selección y del país a su llegada?

Noté una decepción tremenda y una enorme tristeza por haber visto cómo la Eurocopa se alejaba en el último partido, pero eso demuestra también que la clasificación no estaba lejos, y que hay potencial. Cada vez hay más jóvenes que van saliendo, y trabajar con ellos siempre es algo gratificante, porque se pueden apreciar los progresos sobre la marcha.

Por tanto, el proyecto de aquí me gusta porque ha llegado en el momento adecuado y porque es realista. Sabemos muy bien que no vamos a ganar el Mundial, pero hay unas ganas colectivas y federativas de continuar la progresión.

¿Se le ha marcado un objetivo concreto para esta fase de clasificación mundialista?

No, no había un objetivo claro porque sabemos que estamos en un grupo difícil, con selecciones como España o Suecia que tienen mucha más experiencia que nosotros. Yo diría que nuestra misión de entrada es poner difícil la clasificación a los demás. Tenemos calidad para ello, tenemos jóvenes jugadores ambiciosos… ¡no hay que ponerse límites! Queremos tener nuestra propia identidad de juego, sea cual sea el rival.

¿Cómo definiría esa identidad de juego?

El objetivo de la selección es adaptarse primeramente al fútbol moderno; es decir, a un juego de transición con proyecciones rápidas hacia delante. Hace falta también que los jugadores confíen en sí mismos; que tengan confianza en sus cualidades, que son grandes, para asumir riesgos en el juego. Una selección como Georgia no tiene ninguna posibilidad si no asume riesgos. No podemos contentarnos con defender esperando un error del rival.

Hay que provocar los errores siendo ambiciosos en el juego. Desde mi llegada, siento que todo el mundo está poseído por ese deseo de traspasar un umbral. Por supuesto, eso pasará por [lograr] resultados convincentes, porque son los que dan confianza. Hay mucho orgullo entre los georgianos; y hay jugadores que empiezan a irrumpir en la escena europea, y que deben servir de locomotora.

¿Cuál sería un buen balance para usted en este camino a Catar?

Si nos basamos únicamente en los resultados, un buen balance sería obtener el tercer puesto. Un muy buen balance sería apuntar más alto, pero todavía es muy temprano para pronunciarse al respecto; máxime con el contexto actual, que hace los desplazamientos más complicados y estresantes, y además con la falta de espectadores…

Tengo mucho respeto por los jugadores profesionales que juegan actualmente todos sus partidos sin público. No es fácil; exige mucho en cuanto a entrega, en el plano psicológico… Pero incluso en estas circunstancias difíciles, tenemos que ser capaces de salir airosos del lance.

¿Su ídolo de los Mundiales?

Mi ídolo era Roger Milla. Todavía tengo la imagen suya bailando tras su gol con Camerún, ¡con más de 40 años! Para mí, es uno de los grandes momentos en la historia de los Mundiales. Era una auténtica leyenda, a quien conocíamos muy bien en Francia.

¿Su partido mundialista preferido?

El Francia-Brasil de 1986: porque es uno de los primeros partidos que recuerdo. Tenía 9 años entonces. Como era en México, era muy tarde para nosotros, pero pude verlo con mi papá. La pena máxima fallada por Zico, el lanzamiento fallado en la tanda por Sócrates, la alegría de Luis Fernández… Son imágenes fuertes.

¿El mejor jugador de todos los tiempos?

Solamente hay uno: O Rei. Como vivimos en un mundo donde los medios de comunicación y las imágenes son muy importantes, tenemos la impresión de que hay muchísimas estrellas actualmente, pero son difícilmente comparables con el Pelé de la época. Trascendía a todo el mundo, tanto a sus compañeros y a sus rivales como a los espectadores. Era fabuloso.

¿Cómo valora su propia carrera internacional hoy?

Tuve la suerte enorme de participar en dos Mundiales y en dos Eurocopas. Al final no se saldaron con victoria, pero con relación a mis sueños de juventud, es fabuloso. Tuve el orgullo de representar a mi país y de defender su camiseta. Cuando participas en un Mundial, del primer al último día tienes la impresión de estar volando, de lo maravilloso que es. En 2006, el aterrizaje fue brusco… Me decepcionó mucho no traer otra estrella al escudo de mi país, pero conforme pasan los años, me quedo sobre todo con la formidable aventura humana, con unos compañeros fantásticos.

En Alemania 2006, Francia comenzó con dos empates… ¿Cómo logró el equipo no dudar y no perder el rumbo?

Es sabido que no siempre son los que empiezan mejor quienes llegan más lejos. Teníamos confianza en nosotros y en nuestras cualidades. Sabíamos que, aunque la calidad de nuestro juego no estuviese siendo extraordinaria, no estábamos lejos de la verdad. Hubo un detonante en el tercer partido, y nos sentimos liberados a partir de ahí. Había mucha madurez en ese equipo y, sin pensar que íbamos a llegar necesariamente hasta el final, el partido [de octavos] contra España nos dio mucha confianza colectivamente.

Visto con retrospectiva, ¿sigue estando resentido con Zinédine Zidane por su expulsión en la final?

Con lo que me quedo, 15 años después, es con que jugué con uno de los mejores jugadores del mundo, que no era simplemente un gran jugador, sino también una gran persona. Tal vez, su ataque de ira en la final lo devolvió a la condición de ser humano, y un ser humano siempre comete errores. Desgraciadamente, el suyo llegó en un momento muy inoportuno. Pero aunque estábamos muy enfadados después del partido, no podíamos asegurar que habríamos ganado si eso no hubiese pasado.

El fútbol es un deporte de equipo, y ese es un mensaje que hay que transmitir siempre a los jóvenes: uno es responsable de su actuación, pero también es responsable de la actuación del equipo. Cuando tienes un arrebato de ira sobre el césped, penaliza sobre todo al colectivo.

¿Es Zizou el mejor jugador con el que ha jugado jamás?

Sí, con toda claridad. Y con mucha diferencia. Podemos hablar de Cristiano Ronaldo y de Lionel Messi, que son jugadores extraordinarios, que van a marcar porque quieren meter muchos goles. La voluntad primordial de Zidane era, lo primero, hacer jugar al equipo. Por eso lo sitúo en lo más alto. Podría haber hecho cosas mucho más personales y haber sido mucho más individualista en su juego, porque tenía calidad para hacerlo, pero él tenía esa voluntad de hacer jugar al equipo y de hacer mejores a sus compañeros. Sólo por eso, se merece una estatua.

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