jueves 24 mayo 2018, 07:41

El Loco hace honor a su apodo

  • Abreu marcó el penal ganador de la tanda de cuartos en 2010​

  • Su osado disparo a lo Panenka puso a Uruguay en semifinales

  • ​Diego Lugano: “Es tan loco como inteligente”

Fue uno de los momento más memorables de la Copa Mundial de la FIFA™ de 2010, y por qué no de la historia de la competición. Sebastián Abreu tenía la responsabilidad de meter a Uruguay en las semifinales por primera vez en cuatro décadas.

Pero, con Ghana también a punto de hacer historia y con los africanos conjurados para animar a las Estrellas Negras, la mayoría del ruidoso público reunido en el Soccer City de Johannesburgo jaleaba para que el Loco fallara.

Sin embargo, mientras que innumerables jugadores han flaqueado bajo la presión, y muchos más se han decantado por la opción más obvia y “segura” del disparo fuerte y raso hacia la cepa de uno de los palos, Abreu eligió el camino más arriesgado. Con los corazones en un puño y las vuvuzelas a todo volumen, el excéntrico astro uruguayo ganó la tanda de penales con un valiente disparo picado, a lo Panenka.

Fue una definición extraordinaria. Pudo haber dejado a su autor en ridículo y haberlo convertido en el blanco de la ira de toda una nación y, sin embargo, como sus compañeros reconocieron, se trató de una acción típica de este hombre singular.

"Estamos acostumbrados a sus locuras. No es la primera vez que hace algo así", declaró Diego Lugano, el capitán de Uruguay. "Es tan loco como inteligente. Estudia a los rivales y a los arqueros. Es valiente y muy listo".

El Loco rechazó toda sugerencia de que la locura hubiera tenido algo que ver con su decisión y señaló otro famoso penal a lo Panenka de cuatro años antes para demostrarlo. "¿Con qué adjetivo se calificó el penal de Zidane (en la final de 2006)? ¿Loco? No, mágico. ¿Y el de Abreu no?", se preguntaba.

“Además, analicé al arquero”, añadió en una entrevista con FIFA.com en aquel entonces. “Vi que se jugaba antes de que el rematador llegara a la pelota y, tomando en cuenta que era un penal que significaba un pase a semifinales, intuí que era difícil que se fuera a quedar parado. Normalmente por la misma adrenalina se iba a inclinar para un lado. Lo tiré con confianza y gracias a Dios pudimos festejar”.

El inteligente análisis que hizo Abreu de la situación y su correcta apreciación de las intenciones de Richard Kingson le reportaron los efusivos elogios de su seleccionador después del partido. “No fue una locura, fue gol”, puntualizó Óscar Tabárez. “Yo lo llamo clase, categoría. Los que lo critican no se animarían a hacer lo que él hizo”.