martes 08 septiembre 2020, 07:02

Trésor: "Jamás habría imaginado que firmaría una carrera así como defensa"

  • Marius Trésor nos habla de su carrera internacional

  • El exdefensa, que empezó como delantero, disputó dos Mundiales

  • Repasa sus 4 goles con la selección de Francia

Cuando Marius Trésor inició su carrera internacional, sólo dos años después de su llegada a la metrópolis y de una rápida reconversión a defensa, la selección de Francia coleccionaba las desilusiones. Doce años más tarde, cuando sus problemas de espalda forzaron su retirada, el mítico zaguero nacido en Guadalupe se despidió con dos participaciones en la Copa Mundial de la FIFA, incluida una semifinal antológica contra la República Federal de Alemania en la que marcó con una volea mágica antes de inclinarse entre lágrimas.

“Se me escapó la gloria suprema”, confesaría Trésor años más tarde, tras ver con alegría cómo las siguientes generaciones completaban la metamorfosis de Francia en una selección ganadora.

Para FIFA.com, el que fuera elegido mejor jugador francés del año 1972 recuerda su maravillosa carrera con la camiseta Bleue, que vistió en 65 ocasiones, 23 de ellas como capitán.

Marius, ¿el haber sido delantero le ayudó a ser un mejor defensa?

Así lo creo. Varias veces me pasó que adiviné lo que iba a hacer el delantero contrario imaginando lo que habría podido hacer yo en su lugar. Y no soy el único caso. Laurent Blanc, que jugaba de ‘diez’ en sus comienzos, se convirtió en un defensa central muy bueno. A mí me gustaba sacar el balón jugado con los pies. Mi primer gol con el Ajaccio fue contra el Rennes. Recuperé el balón a 20 metros de mi portería y crucé todo el campo para acabar batiendo al portero, que era Marcel Aubour [ex internacional con Francia, titular en el Mundial de 1966]. Es un gol del que me volvieron a hablar con mucha frecuencia.

¿Cómo se produjo su reconversión a defensa?

Cuando llegué al Ajaccio, mi entrenador me hacía jugar de extremo izquierdo o derecho, pero nunca como delantero centro, porque ya había dos “auténticos” delanteros. Yo acababa de llegar y necesitaba hacerme un hueco. Acepté hacer una prueba como defensa y, al término del primer entrenamiento, mi entrenador me dijo que a partir de entonces iba a ocupar ese puesto. El primer partido fue muy satisfactorio, y enseguida pasé a ser titular. Nunca me arrepentí, porque dos años después me encontré en la selección de Francia. Todo fue muy deprisa. Si me lo hubiesen dicho cuando estaba en Guadalupe, habría pensado que era una broma (risas). Jamás habría imaginado que firmaría una carrera así en este puesto.

¿A partir de cuándo se sintió a gusto en la selección?

Ocurrió bastante deprisa. Georges Boulogne, el seleccionador, me convocó por primera vez para un partido contra Bulgaria [4 de diciembre de 1971] y me alineó como lateral izquierdo, ¡una posición que no había ocupado nunca! Al final, todos los periodistas y mis compañeros me felicitaron. Mi segundo partido con los Bleus lo tengo especialmente grabado en la memoria, aunque perdimos 2-0. Fue contra Rumanía. ¡Y ahí me hizo jugar de lateral derecho! También era la primera vez.

Y me encontré frente a Anghel Iordănescu, que unos meses antes había ridiculizado al checoslovaco Karol Dobiaš, considerado el mejor lateral derecho del mundo junto con el brasileño Carlos Alberto. Al final fui elegido mejor jugador del partido, porque sólo le dejé pasar una vez. ¡Nunca he hecho tantas entradas (risas)!

¿Puede contarnos cómo fue su primer gol con la selección de Francia?

Fue en 1973, en Gelsenkirchen contra Alemania, que nos ganó por 2-1. Estaba bastante lejos de la portería y Jean-Pierre Adams, con quien jugaba en el eje de la zaga, me dijo: “¡dispara, dispara!”. Yo había subido para buscar a alguien mejor colocado, pero no sé cómo me pilló que le escuché, ¡y entró!

El segundo que metió con los Bleus también fue bastante bonito…

Sí, fue en 1977 contra Brasil, en el Maracaná. Cuando era un crío, estábamos locos por Brasil. Nuestros ídolos eran Pelé, Garrincha, Didí… Cuando hacíamos torneos, nuestros equipos se llamaban Santos, Fluminense o Flamengo. Me crié con el fútbol brasileño. Por tanto, que yo hiciese que Francia arrancase un 2-2 en ese estadio mítico fue algo excepcional. El defensa que saltó conmigo era Luís Pereira. Entonces jugaba en el Atlético de Madrid y era un jugador que me encantaba. El placer fue doble por el hecho de saltar más que él para marcar.

Su tercer gol fue contra Luxemburgo, en 1978, donde directamente regateó a todo el mundo…

Sí, se pareció al que había marcado con el Ajaccio contra el Rennes. Recuperé el balón a 20 metros de mi portería y atravesé todo el campo. Pero entonces Luxemburgo era una selección modesta…

¿Qué recuerdo conserva de su primer Mundial en 1978, donde Francia cayó eliminada en la primera fase?

El último Mundial de Francia se remontaba a Inglaterra 1966. Nos habíamos clasificado tras vencer por 3-1 a Bulgaria en el Parque de los Príncipes y, para nosotros, viajar a Argentina ya era una proeza, tras 12 años de ausencia. Pienso que podríamos haber llegado mucho más lejos si nos hubiésemos dado cuenta de hasta qué punto no era más que empezar de cero. Mentalmente no estábamos preparados. Además, al ir a parar al grupo del país organizador y de Italia, sabíamos que iba a estar muy difícil.

¿En qué medida esa mala actuación fue positiva para el futuro?

Participar en un Mundial es lo máximo. Y esa experiencia nos sirvió para prepararnos mejor para el siguiente. Cuatro años más tarde empezamos muy mal el campeonato, con una derrota por 1-3 ante Inglaterra. Todo el mundo nos veía cayendo una vez más en la primera fase, pero nos dijimos a nosotros mismos que eso era inconcebible. Después mostramos otra cara, y llegamos hasta semifinales.

¿Fue en esa semifinal contra Alemania donde marcó su gol más bonito como internacional, el del 2-1 al comienzo de la prórroga?

¡Ah no, prefiero el de Brasil (risas)! El del Maracaná generó un resultado positivo, mientras que el que metí a Alemania desembocó en una derrota. Le dije a Patrick Battiston a posteriori que habría preferido no marcar y que, en su famosa ocasión, en la que sufrió la carga de Schumacher, hubiese entrado el balón. Así habríamos podido jugar una final de un Mundial…

¿Esa derrota tan dolorosa y traumática resultó también útil para el futuro?

¡No hay que olvidar que Francia se proclamó campeona de Europa por primera vez dos años más tarde! Yo no formé parte de la aventura por culpa de mis lesiones de espalda, pero me alegré muchísimo por ver ganar a mis antiguos compañeros. Y dos años después, quedamos terceros en el Mundial de 1986, de nuevo con un equipo extraordinario. Aunque bueno, volvieron a ser los alemanes quienes nos cerraron el paso, pero el choque de cuartos contra Brasil sigue siendo uno de los partidos más bonitos que he visto.

¿Qué sintió al ver a Francia ganar por fin el Mundial en 1998?

Al haber formado parte de esta selección, fue un sentimiento muy profundo. Incluso en 2018, era como si siguiese formando parte del equipo. Con todos los grandes jugadores que han vestido esta camiseta, fue una justa recompensa. Es un gran orgullo ver el camino recorrido por Francia, que ahora forma parte de las grandes naciones futbolísticas.

Por último, ¿puede decirnos cuáles son los delanteros que más le hicieron sufrir durante su carrera?

A nivel internacional, Gerd Mueller. Jugué una vez contra él, perdimos 2-1 y él fue el autor de los dos tantos para Alemania. Era un chico que intentaba pasar desapercibido de una forma muy inteligente. Siempre se decía que no se le había visto, pero siempre era él quien figuraba entre los anotadores. Entre los franceses, destacaría a Bernard Lacombe. ¡Un veneno (risas)! No tenía miedo a nada…

Pero el mejor delantero al que vi durante mi carrera en Francia es Josip Skoblar. Jugué contra él y también con él en el Olympique de Marsella. Jamás olvidaré lo que consiguió en la campaña 1971-72: meter 44 goles sin lanzar los penales. Era un fenómeno. Como Lacombe, era un delantero que te hacía sentir de entrada que no ibas a pasar una buena tarde (risas).