jueves 12 enero 2017, 13:44

Un heroico Harry planta cara a los campeones

Sir Alex Ferguson describió sus hazañas como “más que legendarias”. Aun así, es probable que la mayoría de los aficionados jóvenes no reconozcan de inmediato a Harry Gregg, el guardameta que aparece en esta imagen.

Los de mayor edad quizás recuerden que cuando se tomó esta fotografía, en 1958, era el número 1 más caro del mundo, y que justificó ese valor de mercado durante el estreno de Irlanda del Norte en la Copa Mundial de la FIFA™. Las prestaciones de Gregg habían sido clave para que su selección pudiese viajar a Suecia, tras desbancar en la competición preliminar a Italia y Portugal, y su desempeño en el partido que se saldó con la clasificación para cuartos de final le valdría ser elegido mejor arquero del torneo.

Con todo, el antiguo astro del Manchester United suele ser más recordado como el héroe de la catástrofe aérea de Múnich, por salvar la vida de varios compañeros y de otros pasajeros al sacarlos de los restos del avión en llamas. Aunque era reacio a hablar de su actuación a la hora de evitar más víctimas en un accidente que dejó 23 fallecidos, los demás la reconocieron.

George Best fue uno de los muchos que le rindieron homenaje. “La valentía es una cosa”, dijo su compatriota, que sacaría luego brillo a las botas de Gregg en Old Trafford. “Pero lo que hizo Harry fue más que valentía. Fue bondad”.

El trágico y traumático acontecimiento de Múnich se produjo apenas cuatro meses antes del Mundial. Además de provocar la muerte de ocho compañeros de Gregg, el desastre causó tales heridas a otro, Jackie Blanchflower, que se vio obligado a retirarse a los 24 años, privando así a Irlanda del Norte de una de sus figuras.

El propio Gregg no acababa de encontrar su mejor momento de forma en vísperas del torneo, pero él y su equipo lograron mantener la portería a cero en su debut, imponiéndose por 1-0 a Checoslovaquia. No obstante, reservó lo mejor para un decisivo choque de la fase de grupos ante Alemania Occidental, defensora del título, al deslumbrar en una heroica actuación que mantuvo en liza a los norirlandeses (2-2).

Esta imagen corresponde a ese mismo partido, y en ella puede verse un disparo alemán que sí perforó su meta. El autor del gol fue Uwe Seeler, quien sigue recordando de aquel encuentro al extraordinario arquero de su modesto rival, que “saltaba como una pantera” y “lo paraba todo”.

Sin embargo, ese esfuerzo hercúleo tendría un coste: Gregg se lesionó y no pudo disputar la posterior eliminatoria de repesca ante la selección checa, en la que brillaría su sustituto, Norman Uprichard. Pero el reserva norirlandés salió más malparado si cabe de ese siguiente duelo, al abandonar el terreno de juego cojeando cuando sonó el pitido final, con una mano rota y varios ligamentos desgarrados en la rodilla y el tobillo.

Eso supuso que Gregg, que había estado utilizando un bastón para caminar, regresase al equipo para medirse con Francia en cuartos de final. Y sería en esa ronda, en Norrkoping, frente a los Bleus de un inspiradísimo Just Fontaine, que batía récords, donde la aventura mundialista de los debutantes llegó a su fin. Pese a todo, Irlanda del Norte y su sensacional arquero se despidieron con la cabeza alta y una reputación enormemente reforzada.