martes 16 junio 2020, 21:19

Zagallo: “Dijeron que sería imposible alinear a todos esos dieces”

  • Mario Zagallo revela que se enfadó con los jugadores de Brasil en México 1970

  • Pone por las nubes a Jairzinho y a Gerson

  • ¿Cuál era mejor: la promoción del 58 o la del 70?

Si Pelé es el Humphrey Bogart del fútbol y Rinus Michels el Martin Scorsese, Mario Zagallo sería el Clint Eastwood del balompié: un auténtico virtuoso tanto actuando como dirigiendo.

El vanguardista extremo no había dado ni una patada al balón con su selección un mes antes del comienzo de Suecia 1958, pero de algún modo logró que Vicente Feola renunciase al viejo guión brasileño dependiente del talento innato y fue titular en todos los encuentros, antes de ayudar a la Seleção a revalidar el oro en Chile 1962. Posteriormente, Zagallo pasó a ser el director y, con su elenco de estrellas, logró un triunfo de cine en México 1970.

El ‘Viejo Lobo’, no obstante, tenía más hambre. Si Katharine Hepburn pudo convertirse en la única persona en ganar 4 Óscars por sus interpretaciones, él pudo hacer lo mismo con el premio más prestigioso del fútbol. Así, levantó la Copa Mundial de la FIFA™ por cuarta vez (récord aún vigente) como el perspicaz ayudante de Carlos Alberto Parreira en Estados Unidos 1994.

En el 50º aniversario del apogeo del ‘Equipo Bonito’ en el estadio Azteca, el caballero brasileño de 88 años conversó con FIFA.com sobre ese campeonato, su etapa de jugador y más temas.

FIFA.com: Señor Zagallo, empezó jugando de ‘diez’ en un país repleto de extraordinarios ‘dieces’. ¿La búsqueda de mayores posibilidades de jugar en un Mundial le empujó a reconvertirse a extremo izquierdo?

Así fue. Siempre soñé con jugar con la Seleção en el Mundial. Estuve en Maracaná en 1950 (Zagallo era un joven soldado que trabajó para garantizar la seguridad en el duelo final Brasil-Uruguay). Empecé jugando de ‘diez’ en el América. Cuando me marché al Flamengo en 1950, pensando en jugar el Mundial algún día, decidí hacerme extremo. Ahí es cuando mi carrera despegó.

Un mes antes de Suecia 1958, ni siquiera había jugado nunca con Brasil. ¿Cómo logró no solamente ir a ese Mundial, sino además convertirse en el extremo izquierdo titular de Brasil?

Creyendo. El Botafogo jugaba en Maracaná, y Paulo Amaral, el preparador físico, me dijo que me estaba viendo el cuerpo técnico de la selección brasileña. Eso me hizo estar aún más ilusionado, e hice un partidazo. Fue el punto de partida para mi convocatoria para el Mundial de 1958. Al principio había una lucha entre Canhoteiro y Pepe. Ellos eran los favoritos.

Pero lo que realmente obró a mi favor fue el cambio del 4-2-4 al 4-3-3. Feola hizo ese cambio por mí. Cuando perdíamos la posesión, yo era un centrocampista. Cuando teníamos el balón, yo era un auténtico extremo izquierdo. Le gané la batalla a Pepe porque Pepe jugaba en un 4-2-4 todo el rato. Yo no; yo tenía una doble función. Yo fui el motivo por el que la selección brasileña, por primera vez, renunció a un estilo brasileño y jugó con un 4-3-3. Y ganamos el Mundial.

Y estuvo a punto de perderse el campeonato por una lesión…

Fue en Maracaná. La Seleção estaba entrenándose. Era un fútbol a dos toques. Yo estaba en una portería y Pelé estaba en la otra. El balón me pilló un dedo y lo desgarró. Fui al hospital. Incluso le pedí al médico [de Brasil] que no me dejase ir al Mundial, pero él sabía que yo tenía muchas posibilidades de ser titular, así que me dio 12 puntos de sutura (casi 13, el número de la suerte de Zagallo…) y permanecí con el grupo.

Me perdí tres encuentros, pero en el último amistoso antes del Mundial, salí al campo y marqué contra el Inter de Milán. No sabía si iba a jugar, pero en el vuelo a Estocolmo, Ricardo Serran, un magnífico periodista de O Globo, vino a sentarse a mi lado. Me dijo: “Vas a ser titular”. Feola había hablado con él.

¿Qué recuerda con más cariño de Suecia 1958?

El debut contra Austria fue importante. Ganamos 3-0, y Nílton Santos marcó un gol. La prensa dijo que Feola le ordenó que retrocediera pero que yo grité: “¡Vamos Nílton, yo te cubriré!”. Ahí ya estaba cumpliendo mi papel en el 4-3-3. Y en la final, íbamos perdiendo 0-1 contra Suecia y le dimos la vuelta al marcador. Yo metí el cuarto gol y puse el balón en la cabeza de Pelé para que marcase el quinto. Así que participé en los dos últimos goles con los que Brasil ganó nuestro primer Mundial.

Fue nombrado seleccionador de Brasil sólo 75 días antes del comienzo de México 1970. ¿Qué le pasó por la cabeza cuando contactaron con usted?

Era todo lo que quería. Eran alrededor de las 4 de la tarde. Cuando estaba en el Botafogo, los directivos de la CBF se presentaron en el entrenamiento y nuestro preparador físico me dijo: “Vete a ese coche. Te están buscando para dirigir a la Seleção”.

La plantilla estaba ya en una concentración de entrenamiento. Me llevaron a casa, agarré algo de ropa y nos fuimos. Era lo que más quería en mi vida. Fue curioso porque cuando João Saldanha se hizo cargo de la Seleção el año anterior, yo me hice cargo de su programa de radio; y cuando él dejó la Seleção, yo lo sustituí.

Gerson, Rivellino, Tostão, Jairzinho y Pelé jugaban todos de ‘diez’ en sus clubes. ¿Qué puede contarnos sobre su decisión de modificar algunas de sus funciones y meterlos a todos en el mismo equipo?

Yo había ganado dos Mundiales con un 4-3-3. Cuando asumí las riendas de la Seleção, tenía en mente que eso era lo que iba a hacer. Los cambios que hice fueron desplazar a Piazza para jugar de defensa central, traer a Clodoaldo al equipo y conseguir alinear juntos a todos esos ‘dieces’: Rivellino, Tostão, Pelé, Jairzinho y Gerson. Dijeron que sería imposible hacer que todos encajasen en tan poco tiempo, pero ganamos el Mundial.

Inglaterra tenía un equipo que muchos consideraban una versión mejorada del que ganó el Mundial en 1966. ¿Fue ese el examen más complicado de Brasil en México 1970?

El partido contra Inglaterra fue dificilísimo, el más difícil. Pero estuve hablando con Tostão y él piensa que el encuentro más complicado fue contra Uruguay. Uruguay se puso con 1-0 arriba y yo estaba pensando en sacar al campo a Paulo César Caju y mover a Rivellino a la posición de medio centro.

Pero tuve suerte porque el jugador al que iba a quitar era Clodoaldo, y empató en el minuto 45… ¡justo a tiempo! Ese día me enfadé muchísimo en el descanso. Me puse furioso con todo el equipo. Les dije que no tenían que hacer nada distinto de lo que sabían hacer, pero que no lo estaban haciendo contra Uruguay.

¿Quién fue el mejor jugador de Brasil en México 1970?

Uf, esa pregunta es dificilísima. Jairzinho estuvo excepcional en ese Mundial. Pero hay que mencionar a Pelé, Tostão, Rivellino, Clodoaldo, Gerson… Gerson era el mejor ‘diez’, el mejor centrocampista que he visto en mi vida.

Jugó en el equipo de 1958 y entrenó al de 1970. ¿Cuál era mejor de los dos?

No quiero compararlos. Los dos eran increíbles. En todo caso, el equipo del 58 era buenísimo porque teníamos una defensa sensacional, un mediocampo magnífico y un ataque con Garrincha, Pelé y Vavá. ¡Ah, y teníamos a Mario Zagallo por la banda izquierda! (risas)

De sus cuatro títulos mundiales, ¿cuál significó más para usted?

Es muy fácil de responder: 1958 como jugador y 1970 como seleccionador. Participé en siete Mundiales y en cuatro finales. La última final fue en 1998, cuando hubo un problema con Ronaldo, el mejor jugador del mundo. Aquel era un equipo increíble; no deberíamos haber perdido.